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Procrastinación: ¿pereza o rechazo?

Hasta un 50% de estudiantes recurre a la frase “ya lo haré más tarde” para posponer aquellas tareas que son aburridas o difíciles, un problema intergeneracional que afecta cada vez a más personas.
RedacciónLunes, 5 de septiembre de 2022
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La procrastinación no proviene de la pereza, sino de la reacción negativa que producen la realización de ciertas tareas.

Un 20% de los trabajadores y hasta un 50% de estudiantes recurren a la frase “ya lo haré más tarde” para posponer aquellas tareas que son aburridas o difíciles: a esto se le llama procrastinar y es un problema intergeneracional que afecta, según los expertos, a un número cada vez mayor de personas. El entorno, las tentaciones, los malos hábitos, el exceso de confianza o la falta de energía y motivación también son algunas de sus causas principales.

La procrastinación no consiste exclusivamente en posponer tareas: el sentimiento de aplazarlas hasta el último momento genera estrés, ansiedad y una sensación de fracaso debida a la inmediatez que requiere de golpe la tarea y al tiempo total que se ha tenido para realizarla. Esta emoción proviene de la mala gestión del tiempo y de la culpabilidad al sentir que se podría haber realizado con más eficiencia.

Ante el rechazo inicial que produce realizar estas tareas, se prefiere ocupar el tiempo con otro tipo de actividades, como revisar los correos, las cuentas bancarias o limpiar con el objetivo de sentirse productivos. Pero la realidad es que, con este tipo de actividades, se elude la fuente principal del estrés y, cuando el tiempo de finalizar la tarea que causa rechazo es inminente, se realiza con un gran malestar.

Herramientas para acabar con el mal hábito

Cuando la procrastinación se vuelve un hábito, es difícil salir del círculo. Sin embargo, con las herramientas de gestión necesarias, se puede llegar a crear rutinas de trabajo y estudios eficientes para no caer de nuevo en el mismo problema. En este sentido, Miguel Navarro, CEO de Productividad Feroz, propone adoptar nuevas costumbres más saludables que generen un mejor vínculo con el trabajo y los estudios y, en consecuencia, con uno mismo.

  • Activación. El primer paso es ponerse en marcha cuanto antes. Tomar decisiones, aunque sea difícil, es imprescindible para activar el cambio.
  • Planificación. Al comienzo de cada día, es imprescindible ubicar las tareas más importantes a medio-corto plazo, ya que durante este horario el nivel de enfoque es mucho mayor. Lo mejor es dirigir esa energía en las tareas más relevantes. Además, cuando se ha realizado una tarea pesada que generaba mucho rechazo al principio del día, el resto de la jornada se sentirá mucho más liviana y habrá merecido la pena el esfuerzo.
  • Fraccionar el trabajo.  Es normal magnificar una tarea que resulta muy desagradable, pero ponerse objetivos más pequeños puede ayudar a descargar parte de la presión y el rechazo que genera una tarea. Fraccionar una tarea en fases genera un sentimiento positivo cada vez que se termina una de esas pequeñas tareas y ayuda a realizar las demás con mayor motivación. Definir un tiempo limitado para cada tarea también será de gran ayuda.
  • Eliminar distracciones y malos hábitos. El smartphone es una herramienta que permite facilitar el trabajo y la vida social, pero también es un foco de distracción. Aunque puede ser difícil, hay que intentar eliminar poco a poco estos pequeños hábitos que influyen en la pérdida de productividad.
  • Visión. Visualizar la consecución de los objetivos y el éxito ayudará a hacerlo realidad.
  • Proteger el tiempo. Es necesario decir no a ciertos planes que no son prioritarios. Algunas de las actividades que realizamos a diario son prescindibles, pero muchas veces tienden a hacerse por compromiso o porque se va a obtener algún tipo de beneficio. En estos casos, lo mejor es decir no y proteger el tiempo útil.
  • Desconectar. Planificar los momentos de desconexión puede ayudar a disfrutarlos con más intensidad y a evitar la culpabilidad de no estar realizando ninguna tarea productiva. En realidad, dedicarle un tiempo programado a un hobby es algo que va a aumentar la productividad con creces.
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