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Las mujeres tenemos que ser STEM

Emma Fernández
Vicepresidenta de la Fundación ASTI
14 de abril de 2020
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© MATIAS DEL CARMINE

Ciencia y tecnología figuran entre los factores de mayor impacto en la transformación económica y social que estamos viviendo. Según distintos informes, los puestos vacantes que se están demandando hoy, en torno a los tres millones, están vinculados a perfiles con competencias tecnológicas y a una formación digital muy especializada. Sin embargo, el Bachillerato científico y tecnológico no está a la cabeza de lo que eligen nuestros alumnos y menos todavía nuestras alumnas. Despertar las vocaciones tecnológicas y científicas entre las mujeres en edades tempranas puede ser el mejor camino para garantizar que la población femenina se incorpore de una manera natural al estudio de las llamadas carreras STEM y juegue un papel relevante en los sectores que están definiendo las tendencias de futuro.

Si resulta complicado incrementar esas vocaciones entre los jóvenes en general, la tarea de hacerlo entre las mujeres, niñas y jóvenes lo es aún más debido a los tradicionales prejuicios que todavía acompañan a este grupo de la población a la hora de decidir estudiar una carrera técnica o científica. Los estudios más recientes continúan señalando que las carreras científico-técnicas se perciben como un ámbito masculino y cuando las jóvenes llegan al Bachillerato muchas ya han decidido que estas profesiones no son para ellas. Romper esa barrera conlleva tiempo y dedicación. Por ello, es importante que todos los agentes del sistema educativo, padres y profesores, estemos concienciados de la importancia de impulsar estas materias y profesiones entre los más pequeños. Las empresas tecnológicas no podemos ser ajenas a este compromiso y tenemos la obligación de contribuir a este objetivo dando a conocer entre los más jóvenes cómo la ciencia y la tecnología aportan bienestar a nuestra sociedad.

"Si resulta complicado incrementar esas vocaciones entre los jóvenes en general, la tarea de hacerlo entre las mujeres, niñas y jóvenes, lo es aún más debido a los prejuicios"

Volvamos a las cifras. Según el estudio de la Unesco Descifrar el código: la Educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), solo el 35% de los estudiantes matriculados en STEM en todo el mundo son mujeres. En el ámbito de los equipos de investigación, la presencia femenina alcanza únicamente el 28%. Unos porcentajes que aún son más bajos en el mundo laboral, donde la desigualdad en determinadas áreas tecnológicas es más que evidente. Por ejemplo, en el campo de la inteligencia artificial (IA). El informe Global Gender Gap Report que elabora el Foro Económico Mundial arroja que sólo el 22% de los trabajadores en el sector de la IA son mujeres.

Todas estas cifras ponen de manifiesto el enorme desafío que tenemos por delante. Sin embargo, tenemos herramientas para lograr despertar vocaciones tecnológicas en la población femenina en edades tempranas a través de programas y proyectos que incentiven su curiosidad, –que la tienen–, en robótica, programación o inteligencia artificial. Necesitamos hacerlas comprender, que, independientemente de la profesión que elijan, estas tecnologías serán fundamentales también en ámbitos como el derecho, el diseño, la sanidad o la contabilidad, incluso. Formarse en capacidades y habilidades STEM, que son las que las compañías están requiriendo y seguirán requiriendo, es garantía de futuro.
Tenemos también algo muy importante y esencial para materializar el objetivo: cada vez contamos con más mujeres profesionales STEM de prestigio, en las que podemos y debemos apoyarnos como ejemplos y referentes para nuestras niñas y jóvenes. Es importante que nuestras niñas comprueben que las mujeres STEM son personas normales y no es necesario ser un «freak» para dedicarse a la ciencia.

Desde la Fundación ASTI venimos aportando nuestra contribución a este desafío a través de nuestro programa STEM Talent Girl. Más de 500 niñas y jóvenes participan en diferentes iniciativas –talleres, conferencias, programas de mentoring y shadowing– que les ofrecen recursos y referencias necesarias para que apuesten por un futuro profesional en el ámbito de la ciencia y la tecnología. Al menos, para que tomen una decisión informada, habiendo conocido otras opciones. No lo hacemos solos, contamos con otras empresas que nos acompañan, pero, sobre todo, con el apoyo de las instituciones educativas de las comunidades en las que estamos presentes. Sin la dedicación de los profesores y su interés por conseguir que las niñas participen, no podríamos haber alcanzado estos resultados en un plazo tan breve de tiempo. Nuestro agradecimiento y reconocimiento por el esfuerzo y dedicación a que las mujeres seamos STEM.

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