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La penitencia didáctica del dictado

Antonio Montero Alcaide
Inspector de Educación
31 de enero de 2023
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Hacer dictados se ha convertido en una controversia no solo educativa o pedagógica, sino también política, en Francia. El Gobierno del país vecino ha anunciado su propósito de prescribir y reforzar la realización de dictados en los centros de educación primaria, por considerar que más de una cuarta parte del alumnado de esa etapa carece del dominio de la lengua necesario para su ingreso en la educación secundaria. Esta medida pretende acompañarse, asimismo, de la práctica de conjugaciones verbales y de lecturas de textos en clase.

No es la primera vez que la cuestión de los dictados suscita controversia, porque el Gobierno de Emmanuel Macron ya lo intentó en el año 2018, con escasa acogida e implantación de la medida por los docentes. Incluso en 2015, el anterior Gobierno socialista de François Hollande expresó, a través de  la ministra responsable de la Educación nacional, que, para un aprendizaje sólido, eran fundamentales las tareas repetitivas y la memorización, por lo que entendía pertinente que el alumnado de Educación Primaria realizara dictados diarios. Algunos sindicatos docentes rechazaron la medida por considerarla un “regalo para los reaccionarios”, de modo que esta práctica o tarea escolar se convirtió en argumento para la confrontación ideológica.

En la ordenación de los sistemas educativos, suelen reservarse los aspectos didácticos o metodológicos a los equipos docentes, en el marco de la autonomía pedagógica de los centros, con salvaguardia de los principios y fines del propio sistema educativo. Luego la prescripción del dictado y la supervisión de su práctica conculcarían tal competencia docente. En el afán regulador, acaso podría considerarse si es del todo necesario realizar los dictados con lápiz y papel, en cuadernos a propósito y con la “penitencia didáctica” de escribir muchas veces las palabras con la ortografía corregida, o pueden utilizarse aplicaciones informáticas que presten más posibilidades e incluso resulten más eficaces.

Resulta peculiar, en fin, que problemas detectados en el conocimiento de la lengua pretendan resolverse con una prescripción didáctica no ajena, además, a una asociación ideológica, dado la que se tiene como conservadora antigüedad de los dictados. Cuando bastante más pertinente resulta incidir en distintos ámbitos del sistema educativo, desde los cometidos propiamente gubernamentales, que no distraigan o busquen algún chivo expiatorio, aunque este tenga forma de cuaderno con renglones –¿sonará a término casposo?– de palabras corregidas.

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Comentarios

  1. Jesús
    4 de febrero de 2023 12:13

    Más de un maestro rechaza la realización de dictados sin un trabajo previo de todas y cada una de las palabras nuevas.