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Los institutos de la Comunidad de Madrid, en quiebra técnica

Los institutos de la Comunidad de Madrid están en situación de colapso económico. Así lo constataron sus directores en un ensuentro mantenido en la redacción de MAGISTERIO.
Miércoles, 13 de diciembre de 2000
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Autor: María Eugenia VICENTE

José Antonio Martínez es el director del IES “Pío Baroja” de Madrid y afirma rotundo que en 15 días tendrá que cerrar el centro porque no puede pagar el gasóleo necesario para la calefacción. No se trata de un caso aislado. Juan García dirige el IES Vallecas-Magín, también de Madrid, y se encuentra en la misma situación. Son sólo dos ejemplos de lo que la Permanente de Directores de la Comunidad de Madrid califica como “falta de respuesta de la Comunidad para afrontar ciertos problemas”.

Y es que parece que en la Comunidad de Madrid la llegada de las transferencias no ha traído esa rapidez de gestión que en otras comunidades estaban gozando desde que el Ministerio dejó de gestionar la Educación. María Jesus del Arco, directora del IES Gerardo Diego de Pozuelo lo resume en una frase: “ni en nuestras peores pesadillas esperábamos esto”. Oyéndoles hablar, no se puede pensar otra cosa. Centros que no tienen fondos para pagar las obras acometidas, profesores que todavía no se han incorporado a su unidad, chicos que no han podido empezar el curso por falta de aulas… Así suma y sigue.

Los cinco representantes de la Permanente de Directores de la Comunidad de Madrid que asistieron a un encuentro en la redacción de MAGISTERIO pusieron de manifiesto el malestar que vive el sector después de que producirse el proceso de transferencias. Todo hace indicar que los problemas de suministros que están sufriendo la mayoría de los institutos de la Comunidad vienen motivados por “la pérdida paulatina de autonomía de los centros”, como resalta Del Arco.

Para explicarlo de una manera sencilla habría que decir que la gestión de un centro educativo es como la de una casa. Hay una serie de gastos que son fijos y otros, extraordinarios, pero que no pueden dejarse de lado, como cuando hay que hacer una obra o una reparación. En este sentido, hasta que la Consejería de Educación se hizo cargo de la gestión de la enseñanza de la Comunidad, los centros
tenían autonomía a la hora de gestionar. Cada curso se les asignaba un presupuesto y ellos podían utilizarlo según sus necesidades. Hoy todo ha cambiado. Ahora, para acometer cualquier cambio, reforma o comprar lo indispensable para la vida del instituto, la Consejería da el visto bueno, pero sin adelantar el dinero. Es más, según lamenta Ángel Leresma, director del instituto Virgen del Paloma, de Madrid, “Hacienda paga tres meses después de que se le hayan entregados los expedientes de obras. Quizá las grandes constructoras del Metro, puedan cobrar a un año, pero las pequeñas empresas, que son con las que nosotros trabajamos, no pueden esperar seis meses a que les paguemos”. Esto significa que los directores deben hacer frente a las facturas de sus proveedores con sus propios fondos, que deberían ser utilizados para la compra de productos como el papel higiénico o el gasóleo de la calefacción. Y cuando ese presupuesto se acaba, no hay más, lo que ha hecho que muchos centros estén colapsados económicamente.
Parece mentira, pero aunque este sea el segundo año de gestión de la Consejería todos los directores están de acuerdo en que “es el más caótico que hemos conocido”.

Educación vs. Economía

A pesar de la situación insostenible que se está viviendo en algunos centros, los directores no le echan toda la culpa al Departamento que dirige Gustavo Villapalos. Es más, reconocen que mantienen buenas relaciones con la Consejería y que en las reuniones que han mantenido siempre acaban reconociendo que tienen razón. “El problema –comenta Luis Abad, director del IES Pablo Picasso de Pinto– es que hay consejerías de primera y de segunda. En nuestro caso, la sacrosanta Consejería de Hacienda impide cualquier acción”. Los representantes de la Permanente tienen constancia que desde la viceconsejería de Educación se están pidiendo los fondos necesarios, pero Hacienda no parece dispuesta “a soltar un duro”.
Después de ver las filigranas que muchos centros tienen que hacer para subsistir no se puede evitar una sonrisa cuando desde algunos ámbitos se habla de las grandes reformas educativas.

Es para cansarse, ¿no?

Si alguien piensa que el cierre inminente de algunos IES responde a medidas de presión por parte de sus directores para hacer reaccionar a la Consejería, se equivoca. José Antonio Martínez tiene claro que si te tiene que optar por esta solución será por “estricta necesidad”. Y es que los dirigentes de los institutos de Madrid no quieren “colaborar para deteriorar más la enseñanza Pública, en la que no sólo trabajamos, sino que creemos”.
Oyendo el día a día de muchos de estos directores no debe extrañar a nadie que ya empiecen a estar cansados. El caso de Juan García (IES Vallecas-Magín) es sólo un ejemplo. Según comenta “el primer día de curso, en mi centro faltaban 15 profesores. Lo malo, es que mi caso no era el único y en todos los institutos de la Comunidad faltaban una media de siete docentes”. Este mismo centro ha tenido que retrasar las clases de Garantía Social un mes porque, a pesar de que la Consejería le comunicó que tenía dos aulas para este nivel, el dinero para poner en marcha esas clases todavía no ha llegado al centro. Algo parecido está ocurriendo en el IES “Pío Baroja”. Todavía no han podido empezar las clases de Compensatoria porque “aunque tengo los alumnos y los profesores, todavía no se han acabado las aulas”. 

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