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“Ya es hora de sustituir la razón de la fuerza por la fuerza de la razón”

Si la convivencia se rompe, cualquier esfuerzo pedagógico posterior será en vano, porque cunde el desánimo, la desmotivación y la falta de interés... Duras pruebas para un correcto desarrollo educativo de nuestros alumnos. Con este nuevo cuadernillo hemos querido abordar uno de los principales obstáculos con los que se encuentra el profesorado actualmente y, en la medida de lo posible, ofrecer pistas y consejos para consolidar un clima afectivo y emocional adecuado sobre el que construir las bases de la enseñanza. Federico Mayor Zaragoza, mediante la Fundación Cultura de Paz, y el Consejo Escolar del Estado a través del Seminario La Convivencia en los centros escolares como factor de calidad. Construir la convivencia, del que recogemos algunas ponencias, han abierto el camino. Sólo hemos de seguirlo y aprender.
Miércoles, 28 de febrero de 2001
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Federico Mayor Zaragoza es el presidente y creador de la Fundación Cultura de Paz.

—¿Concretamente, qué le llevó a imaginar la existencia de una Fundación dedicada exclusivamente a defender una Cultura de Paz?

—El convencimiento de que la solución para los desafíos del mundo en estos comienzos de siglo y milenio es la Educación. Pero una Educación que mueva a que cada persona, como decía Giner de los Ríos, pueda dirigir con sentido su propia vida. Una enseñanza que proporcione capacidad de reflexión, que lleve a cada individuo a conseguir respuestas propias y que le ayude a no actuar al dictado de nadie.

Y es que últimamente se está confundiendo información con formación, datos con conocimientos… Esto no favorece la independencia de la persona, su autonomía.

—¿Cuáles son las metas educativas que persigue la Fundación Cultura de Paz?

—Pensé que la transición hacia el fin de siglo era un buen momento para sustituir la razón de la fuerza por la fuerza de la razón. Ya hemos vivido suficientes siglos en los que la razón del más fuerte, el más alto, el más guapo… se imponía al más menesteroso, débil y pequeño.

Este camino, sólo puede conducirnos hacia nuevas amenazas a escala mundial que constituyen un enorme peligro en potencia para nuestros hijos.

De hecho, podemos comprobarlo cada día, la pobreza aumenta, cada vez cuidamos menos del medio ambiente, disminuye la diversidad cultural…

—¿De qué modo puede potenciar esta cultura la labor educativa cotidiana?

—Nos olvidamos con frecuencia de una serie de valores y principios que podrían salvarnos de este irremediable, y nada halagüeño, final.

Por este motivo logré que las Naciones Unidas aprobaran, de una manera unánime, la Declaración y Plan de Acción sobre una Cultura de Paz. Este Plan de Acción es básicamente educativo. Pero el mensaje que intenta transmitir a los docentes es que no se trata del concepto, que puede ser muy bello, de vivir juntos, en situación de igualdad y tolerancia… Va mucho más allá; se trata de un método de actuación, que propone diferentes modalidades al profesor para empezar a trabajar con sus alumnos y que la Educación tenga un componente ético suficientemente importante.

—Quizá los chicos no perciban con la suficiente claridad el peligro que supone descuidar algunos aspectos clave…

—Desde luego, es inadmisible conformarnos con la situación que podemos vivir en España, o en otros países desarrollados…

Hemos de concienciar a nuestros alumnos de que es preciso distribuir la riqueza porque, en caso contrario, un día volverá a haber un conflicto armado, una guerra… y con el medio ambiente sucede exactamente lo mismo.

—¿En qué medida puede verse beneficiada la evolución educativa de los estudiantes?

—Se trata de ayudar a todos los alumnos, a través de sus profesores, a que tengan una conciencia de ciudadanos del mundo. Y por encima de cualquier otra cosa, convencerles, hacerles ver, que su comportamiento es la única garantía de un futuro menos sombrío de lo que puede parecer.

—Se trata de rescatar a los alumnos de hoy que serán los ciudadanos responsables de mañana…

—Lo que nos interesa es generar un movimiento contrario a las tendencias actuales. Ofrecer a los jóvenes un porvenir distinto al que viene, porque si seguimos así, no vamos por buen camino. En mi libro Un mundo nuevo he intentado transmitir estas ideas, porque estoy convencido de que es necesario saber para prever y prever para prevenir. Hemos de prevenir lo que sin duda parece que sucederá si seguimos por el camino de la fuerza y de la violencia.

—Además de facilitar al profesorado una herramienta tan valiosa como es el ‘Manifiesto 2000 por una Cultura de Paz’ ¿la Fundación organiza algún tipo de actividades específicas para contribuir a la formación del profesorado y del alumno?

—Cada año desde su creación celebramos un curso centrado en todo lo que es o puede convertirse en el origen de los conflictos: pobreza, exclusión… Al mismo tiempo, tratamos de fortalecer los conceptos de democracia, libertad de expresión, etc. Esta iniciativa ha estado organizada hasta hoy por la Universidad Rey Juan Carlos I que, a partir de ahora, se pondrá de acuerdo con la Universidad Autónoma.

—¿Qué consejos facilitaría a los docentes que tienen que afrontar cada día la formación de los futuros herederos del mundo?

—Más bien les pediría consejo yo a ellos. Porque las respuestas están en posesión de aquellos que se pasan el día en el aula. Hemos de aprovechar esta riqueza.
Por otro lado, la experiencia en estos temas me ha hecho comprobar que, desgraciadamente, la violencia ocupa demasiada importancia en la actualidad. Entre todos hemos de tratar de excluirla de nuestras vidas. Convencer a los jóvenes de que necesitamos su ayuda para ayudarlos, porque el precio de una mala Educación en este sentido acabarán pagándolo ellos mismos. La juventud se pasa, es sólo una época. Sin embargo, los hábitos bien alimentados permanecen.

 

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