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“Me preocupa el hecho de creer que la Universidad la reforman las leyes”

El talante dialogante y liberal impregna en cada momento la conversación del secretario de Estado de Educación y Universidades, Julio Iglesias de Ussel. Una facultad que en todo momento quiere trasladar al cargo que actualmente desempeña en el MECD.
Miércoles, 28 de marzo de 2001
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El talante dialogante y liberal impregna en cada momento la conversación del secretario de Estado de Educación y Universidades, Julio Iglesias de Ussel. Una facultad que en todo momento quiere trasladar al cargo que actualmente desempeña en el MECD.

—¿Cuándo tiene previsto el Ministerio que se apruebe la reforma de la Ley de universidades?

—Hay delimitaciones que son obvias, ya que es una ley de carácter orgánico por lo que tiene que someterse a los tiempos de duración parlamentaria, más o menos un año. De esta manera, habrá tiempo para debatirla. En cuanto al escenario de presentación de la Ley, el MECD está trabajando intensamente sobre la cuestión y nos gustaría tener un documento finalizado en torno al verano.

—¿Han tenido en cuenta los distintos informes que se han realizado en torno a este tema, como el Informe Bricall?

—Un ministerio no es un centro de estudios avanzados para hacer reflexiones genéricas, aunque debe tener soportes para tomar decisiones sustantivas. El Informe Bricall es un trabajo que ha sido tenido en cuenta por toda la comunidad universitaria pero no es la única literatura científica sobre la Universidad. Hasta cierto punto, me preocupa el hecho de creer que la Universidad la reforman las leyes. Yo tengo una concepción menos ambiciosa de las utilidades legislativas, no se cambia la realidad por decreto. No tenemos así una pretensión de hacer reformas para cambiar lo que existe, sino de proporcionar instrumentos a los universitarios para que puedan afrontar el futuro en unas condiciones más adecuadas.

—Uno de los aspectos que abordará esta ley será el modelo de acceso del profesorado ¿Cómo va actuar el Ministerio con respecto al asunto de la endogamia?

—Habría mucho que hablar sobre la endogamia y en muchas direcciones. Sospecho que cuando se habla de la endogamia no se critica este hecho, sino que el sistema no permite seleccionar a los mejores, ése es el problema. Habría que separar varios aspectos con respecto a la endogamia. Uno es el problema de la selección de los mejores; otro, el problema de la procedencia regional y, por último, la continuidad en el trabajo. Sobre este tema no se habla nunca y a mi me parece esencial. Si la persona más cualificada y más idónea es de la misma región, no veo inconveniente en que se seleccione a esa persona. El problema que hay que afrontar es si el sistema tiene facultades de seleccionar a los mejores dentro del ámbito académico. También habría que plantearse el establecimiento de un sistema para que una persona que ha accedido a una posición estable continúe trabajando con seriedad y con rigor.

—Otra de las disfunciones de la Universidad es el escaso contacto que tienen los docentes con el mundo laboral.

—Este problema no es sólo de los docentes, sino también de los alumnos. Hoy el universitario español tiene unos altos niveles de formación teórica, pero adolece de la práctica. En lo que se refiere al profesorado, hay algunos pasos dados para que éstos tengan más conexión con el ámbito exterior. Así, se trabajará para que haya más posibilidad de flujo de los universitarios con el sector empresarial, por ejemplo.

—¿Está de acuerdo con una de las conclusiones del Informe Bricall en la que se recomendaba un aumento de gasto en la Universidad?

—A pesar de que este punto depende de muchos parámetros, es evidente que el sistema educativo universitario requiere mayores grados de recursos con el fin de hacer frente a sus necesidades. Habría que mejorar un marco en el que el sector privado canalice de una manera más directa acciones para gastos ordinarios y extraordinarios. Dicho ésto, también considero que no hay necesidad de mayores recursos económicos, sino de dar una mejor respuesta a los problemas más inmediatos. De todas formas, yo soy tremendamente optimista porque nunca ha habido en la historia de la Universidad española tanta gente cualificada con altos niveles, ni tanto profesorado universitario de calidad y dedicado a su tarea.

—Este Ministerio ha apostado muy fuerte por la movilidad del alumnado. ¿Considera que para que fragüe la movilidad en el sistema hace falta un cambio en la mentalidad de los estudiantes?

—No hay que olvidar que hay dificultades objetivas para la movilidad, entre ellas el hecho de que todas la universidades son homogéneas, en la medida de que no hay un elemento diferenciador, lo que no incita a la movilidad. Por otro lado, hay que tener presente que la cultura familiar en España está organizada bajo la idea de que los hijos se emancipen a edades muy avanzadas. Así, por muy buenas que sean las becas, el hecho de vivir fuera implica una serie de reformas organizativas que precisan un proceso de cambio más generalizado del que existe hasta hoy. Sin embargo, el sistema universitario es mucho más dinámico de lo que creemos y se trata de cambios que tardarán unos diez años en cristalizar. El proyecto que se ha puesto en marcha en el Ministerio es muy positivo de cara a un primer año.

—¿Se van a articular instrumentos para potenciar la movilidad del profesorado?

—Nos preocupa no tanto la movilidad en el sentido de cambio de puesto de trabajo, como que el sistema sea más flexible para incorporar a docentes para estancias cortas, de una Universidad a otra. Seguiremos facilitando la movilidad del profesorado para que vaya a impartir docencia temporalmente de una Universidad a otra.

—Con respecto a la movilidad en la UE, ¿se llevarán a cabo medidas específicas para adaptar los planes de estudio?

—Estoy seguro de que, como consecuencia de los procesos de reforma que se están impulsando y con lo que puede significar la declaración de Bolonia, será un asunto que habrá que retocar.

—¿Está de acuerdo con la afirmación de que los alumnos españoles han sufrido un ataque de “titulitis”, lo que ha provocado la masificación?

—Creo que el alumno español es muy listo y la “titulitis” no es una enfermedad sino una respuesta inteligente. La tasa de paro disminuye cuando aumenta el nivel de estudios y eso significa el enorme crecimiento del alumnado universitario. Quizá dentro de diez o quince años no tener un título universitario supondrá el mismo drama que hace cincuenta ser analfabeto.

—¿Qué opinión le merece el clima de tensión que se está viviendo en las universidades del País Vasco?

—Cualquier universitario, demócrata y ciudadano con sensibilidad podrá darse cuenta de que esta situación es la antítesis de la Universidad, que ha sido siempre un escenario de tolerancia, de respeto a las ideas y de pluralismo.

—¿Cómo afectará a los estudios superiores el plan del MECD de introducir un examen de reválida?

—Lo primero que debo decir es que el MECD no ha suscitado esa información, aunque sí trata de mejorar los sistemas de promoción del alumnado. Hay, pues, que compaginar un sistema de calidad a lo largo de todo el sistema educativo, para lo que hacen falta una serie de reformas que permitan la continuidad con el respaldo que sea necesario acreditar. Haya o no reválida en el futuro, se logrará establecer un mecanismo que responda adecuadamente a la acreditación de los niveles de formación del alumnado y a la acreditación de las necesidades reales del sistema.

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