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Lucha en dos frentes: la familia y la sociedad

Cada vez son más las adolescentes gitanas que deciden seguir adelante con sus estudios de Secundaria a pesar de las trabas sociales y familiares. Una nueva generación de gitanas
se abre paso teniendo la preparación por bandera.
Miércoles, 7 de marzo de 2001
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En diversos debates sobre el estado de la enseñanza en nuestro país ha salido a relucir el hecho de que hoy se debe aspirar a conseguir la calidad en el sistema, una vez que se ha cumplido el objetivo de la escolarización plena. Sin embargo podríamos decir que este último objetivo no es del todo cierto si nos fijamos en algunos colectivos como el gitano. Aunque en los últimos años se ha observado un avance más que notable en el número de jóvenes de esta etnia que han accedido al sistema educativo, todavía hay trabas que tienen que superarse. Y si hablamos de las mujeres gitanas todavía más. Según comenta Patricia Bezunatea en la publicación Gitanos, pensamiento y cultura de la Asociación Secretariado General Gitano, “las mujeres padecen una situación diferente a la de la mayoría, viéndose afectadas doblemente: por ser mujeres en una sociedad patriarcal y por pertenecer a una minoría étnica que según los estudios recibe la peor valoración social. Otro factor que no se puede olvidar es su pertenencia a una cultura cuyos valores de género están asociados ante todo a la función social que deberán cumplir como madres y esposas”.

Ante semejantes afirmaciones es fácil darse cuenta de que ellas lo tienen mucho más difícil a la hora de acceder a ciertos derechos, entre ellos el de la Educación. Y es que cuando una chica gitana alcanza la pubertad es normal que abandone sus estudios. Como comenta Bezunatea “el ‘adelanto’ de la edad adulta para estas chicas las sitúa a partir de los once años en un dilema importante: su rol dentro de la familia y su rol dentro de la escuela”.

Una razón de identidad

¿Qué es lo que hace plantearse a una joven gitana su abandono de la Secundaria? La primera causa se debe al carácter patriarcal de la comunidad gitana. El hombre es el que manda y tiene una serie de derechos adquiridos. Además, las mujeres tienen un ámbito muy estrecho de actuación. Como han comentado algunas de las mujeres entrevistadas “a los hombres no les interesa que abramos nuestra mente ya que de esta manera podemos replantearnos muchas cosas”.

Fuera de tópicos, en el fondo de todo está el propio miedo a perder la identidad. Así lo explica Adela Carrasco, mediadora del programa de apoyo y seguimiento escolar en el barrio madrileño de Vallecas. Adela también es gitana por lo que sabe perfectamente de lo que habla. “A pesar de que las chicas ya están empezando a ir al colegio de una manera generalizada, todavía hay familias, sobre todo en las que hay gitanos viejos, en que esto está mal visto y se ponen muchas trabas. Los propios abuelos prohíben a las jóvenes seguir estudiando, pero es por miedo a que éstas se apayen”. Aquí parece estar el quid de la cuestión. Pilar Villalba es trabajadora social y coordina un programa de intervención social con el colectivo gitano y afirma rotunda que “la sobreprotección en la comunidad gitana es muy grande y se ve al colegio o instituto como algo amenazante, que no se comparte y con unos valores corrompidos”. Y es que hay muchos aspectos de la cultura gitana que chocan con los de la paya. Así, está mal visto que las mujeres fumen o que se “tontee” como sucede muchas veces en la adolescencia, en definitiva, se considera a los jóvenes payos demasiado liberales. “Por esta razón –continúa Villalba– es la propia mujer gitana la que tiene que demostrar un convencimiento muy grande de que quiere estudiar. Así será más fácil que reciba apoyo de su entorno directo. La clave está en que la chica convierta los miedos en apoyo familiar ya que una gitana sin apoyo no se aventurará a hacer nada”.

Un papel dentro del hogar

Parece, pues, que una vez conseguido el beneplácito de los mayores, las chicas lo tienen más o menos fácil para continuar con sus estudios, pero ¿qué razones llevan a un porcentaje importante a abandonar? Adela Carrasco, que ha vivido la experiencia de dejar la escuela muy joven, considera que otra de las razones que llevan a colgar pronto los libros es “que estas mujeres tienen muy asumido que su papel en la sociedad será el de tener hijos, cuidar de su marido y de sus mayores. Para esto no hace falta tener estudios”. Así pues influye mucho el hecho de que la mujeres gitanas tengan una falta de referencia por parte de sus progenitores, que a buen seguro no fueron nunca al colegio o estuvieron muy poco tiempo escolarizados. Así, es un poco anormal que una chica decida, dentro de su proyecto personal, seguir con sus estudios para tener una profesión muy distinta a la que han tenido sus padres y abuelos. Como explica Carrasco “nuestros abuelos no han vivido la escuela como una inversión de futuro ya que se han ganado la vida con otra serie de habilidades y siempre han salido adelante”.

En el otro extremo se encuentra la situación en la que la familia se niega en rotundo a que la hija o la nieta acuda al instituto. En estos casos, desde asociaciones como Secretariado General Gitano se intenta hacer ver a los mayores la importancia que tiene en nuestros día que las chicas vayan a clase. Los mediadores tienen una labor muy importante en estas circunstancias ya que son los encargados de poner en contacto a familias y escuela. Adela Carrasco recuerda un caso “en el que alumna siguió con sus estudios gracias a la labor de los mediadores, a los que muchas veces nos ven como referente, y del empeño que puso el centro para que la niña no abandonase. De esta manera, los padres convencieron al abuelo, que era el que se negaba”. Este caso pone de manifiesto la importancia que adquieren los propios centros educativos para dar la vuelta a estas tornas. Es muy importante acercar a las familias a los centros, que lo vean como algo propio. Así, en varios institutos de la Comunidad de Madrid se están realizando talleres para que los padres sepan lo que hacen sus hijos y se involucren en el proyecto educativo. En este punto también es muy importante que haya referentes de la cultura gitana en las aulas.

Que vayan, pero no solas

Muchos padres gitanos aseguran que permiten que sus hijas sigan acudiendo al instituto porque van con otras chicas de su edad. En esta circunstancia llama la atención la importancia que adquiere el grupo. Una chica no acude sola a clase, siempre va con dos o tres amigas o familiares. Otro aspecto a superar es el del propio miedo o vergüenza ya que en algunas casas se sigue viendo el centro educativo como un lugar para niños y más de una chica ha tenido que oir frases del estilo “con lo grande que eres y todavía vas al colegio”.

A pesar de todo, se nota que algo ha cambiado alrededor de las mujeres gitanas, y aunque queda mucho camino por recorren, cada día demuestran que han sido capaces de vencer dos tipos de marginación: la étnica y la de género.

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