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Jaime Montalvo, rector de la UNED: “La UOC no es una universidad, es un centro distribuidor de saber”

MAGISTERIO entrevista al rector de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Jaime Montalvo, tras el anuncio del borrador de la nueva Ley de Universidades.
Miércoles, 23 de mayo de 2001
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Nueva Ley, nuevos cambios. El sistema universitario está en el punto de mira y MAGISTERIO ha querido conocer la opinión del rector de una institución diferente, ya no sólo por su sistema de enseñanza sino también porque esta Ley prevé la creación de un centro adscrito a ella con financiación directa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Estamos hablando de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y de su rector, Jaime Montalvo.

—¿Qué opina de la posible creación de un centro adscrito a la UNED específicamente dedicado a la enseñanza virtual y financiado por el MECD?

—No me sorprende, pero hay que destacar que para la UNED Internet es sólo una herramienta más de transmisión de conocimientos. El alumnado de la UNED es plural y muy poco homogéneo y, por esta razón, utilizamos múltiples vías de enseñanza, desde las más comunes para el estudiante medio de ámbito rural, que trabaja, hasta las específicas para aquél que ya está familiarizado con la red.
En estos momentos tenemos en la red todas las titulaciones, que ya han sido renovadas, y en tres o cuatro años acabaremos con la virtualización del resto. Será un gran esfuerzo, y si en él colabora el Ministerio, que quiere convertir la UNED en el ámbito de desarrollo de la enseñanza virtual, sea bienvenido.

—El concepto de Educación virtual a distancia se suele asociar, por lo general, con la Oberta de Cataluña…

—La UOC se funda no como creadora de conocimiento sino como transmisora de éste a través de la red. Es una institución respetabilísima, pero vinculada a instituciones y editoriales privadas. Monta campañas de publicidad de gran coste que entran en la dinámica de una entidad privada que quiere generar negocio. Una Universidad no puede denominarse como tal por ser una simple distribuidora de saber. Estamos en un país en el que se vende mucho producto de poca calidad envuelto en el celofán de las Nuevas Tecnologías.
De todas maneras, no estoy para nada en contra del modelo de la UOC porque sea un modelo de Educación a distancia. En Cataluña hemos crecido más desde que existe, hemos crecido. Hay que marcar mucho que una universidad es centro de creación y transmisión de saber.

—Volviendo al tema de la nueva Ley de Universidades, ¿es necesaria una reforma en la LRU?

—La Ley de Reforma Universitaria era buena en su momento pero, ahora, la Universidad ha quedado bastante anticuada, va con retraso con respecto a la demanda de la sociedad.

—¿Qué opina de todos los cambios que ésta prevé?

—Es posible que la nueva ley pueda facilitar la movilidad. En cuanto a la endogamia, no hay que exagerar, pero sí ser muy cuidadoso, evitar las alcaldadas pero, a la vez, impedir que un equipo se debilite debido a la sustitución de una persona que lleva meses preparando un proyecto de investigación, por otra.

—¿Le parece correcto el sistema de habilitación nacional que está esbozado en el nuevo anteproyecto?

—Creo que lo que se ha de ser es escrupuloso con el principio de mérito y capacidad, y que de cada concurso venga el mejor para cada plaza, y ese no tiene por qué ser aquel que está trabajando ya en un equipo y que conoce, mejor que nadie, su trabajo. Por ejemplo, en la UNED podemos tener un catedrático buenísimo pero que no esté acostumbrado al sistema de Educación a distancia. Defiendo el principio de mérito, pero esta afirmación no se contradice cuando el habilitado que sale es el de la casa.

—Pero no sólo cambia este proceso con la nueva Ley, sino, también, el de elección del rector…

—No soy capaz de ver gran diferencia entre que me elija el claustro o salga por sufragio universal. No tienes tanta dependencia de él, pero tampoco la garantía de su respaldo en la decisión. El riesgo estriba en que se estimule una mayor mediatización de las opciones políticas partidistas que hay en la calle.
Creo que el rector debe actuar sobre la base de auctóritas y no la de potestas. Si no te trabajas al claustro tendrás que trabajarte a los colectivos con mayor incidencia. Lo que hay que hacer no es fortalecer la posición del rector, sino que se tomen decisiones. Estamos en un país en el que el máximo poder responsable de cualquier competencia está rodeado por una aureola peyorativa, y eso lo tenemos que desarraigar.

—¿Como influirá el nuevo Consejo de Gobierno, compuesto, en una tercera parte, por el Consejo Social?

—Creo que los consejos sociales tienen que jugar un papel mucho más importante del que han estado jugando hasta ahora. Vienen, se van y aprueban el presupuesto. Los consejos sociales deberían captar recursos, eso les daría más fuerza. De todas maneras, no estoy seguro de que el problema resida en el Consejo Social, sino en la poca actividad que desempeñan. Hay que tener en cuenta que muchos pertenecemos a él. Creo que la posición de ciertos rectores hacia el Consejo es más manifiestamente hostil que la mía.

—Muchos han tachado de inconstitucional el anteproyecto que ha presentado el Ministerio.

—Se habla de inconstitucionalidad con una ligereza tremenda, especialmente en torno al excesivo peso del Consejo Social. Se puede decir que altera la toma de decisiones, pero no lo puedo asegurar. Si en el gobierno de la Universidad efectivamente el consejero de Educación de turno, quien sea, introduce a alguien, sí se limita poder autónomo.

—Entre otras novedades, la Ley de Universidades da mayor presencia a las Privadas. ¿En qué medida va a afectar al conjunto universitario?

—Hay algunas universidades Privadas magníficas, pero existe el riesgo de que su alto precio no se corresponda con la calidad. Coincido con frecuencia con ellas en el Consejo de Universidades, y no me preocupa su presencia. Sí me inquieta que las Privadas tengan la misma posición que las Públicas, no sería justo. No se las pueden valorar de la misma manera, aunque solemos tender a pensar que a mayor precio, mayor calidad, y no es cierto.

—Pero las más caras no tiene porqué ser siempre las peores.

—Salvo en algunas universidades, los profesores de la Pública no tienen porqué ser peores que los de la Privada. No se les paga más. Además, no creo que vayan a aparecer muchas más universidades Privadas, y menos universidades de calidad. Quien escuche al rector de Comillas, Navarra o San Pablo-CEU, por decir algunas de calidad, verá que no hacen apenas investigación.

—Pero también es muy alto el precio de los títulos propios de las públicas…

—Sí, estoy de acuerdo, creo que los precios de ciertos títulos propios son excesivos.

Reforma universitaria: el gobierno hará tabla rasa

El Anteproyecto de Ley Orgánica de Universidades (ALOU) que ha presentado el Gobierno prevé cambios en la elección del rector, en la composición de los órganos de control y decisión, en la selección del profesorado… Pasen y lean.
Por lo pronto, se libera a los rectores de las garras del Claustro. A partir de ahora habrán de ganarse el puesto en comicios generales pero peculiares: elección directa y sufragio universal libre, secreto y ponderado. O sea, que se elige entre todos los que conforman la comunidad académica. Pero unos lo van a elegir más que otros, tal significa lo del voto ponderado. El punto 44, párrafo cuarto, del ALOU, lo dice claro: “…el voto conjunto de los profesores funcionarios doctores tendrá el valor de, al menos, el 51 por 100 del total del voto (…) emitido por la comunidad universitaria; y el del resto de los docentes e investigadores (…), al menos el 19 por 100”. De manera que para ser Rector Magnífico basta y sobra con ganarse la confianza del gremio. Se lleva el gato al agua el candidato que obtenga mayoría absoluta en primera vuelta; en caso de no alcanzarla ninguno, vencerá el que obtenga mayoría simple en la segunda ronda.

El Ejecutivo se llama en parla universitaria Consejo de Gobierno. Viene a sustituir a la Junta de Gobierno que contempla la ley vigente (LRU). Ésta no entraba en la composición y funciones de este órgano, pero el ALOU sí: fija en 30 el máximo de sus componentes. Dos tercios serán miembros de la comunidad universitaria, designados a partes iguales por el rector y el Claustro; el tercio restante procederá de la parte no académica del Consejo Social y será elegido por éste. Sus funciones primordiales: establecer “las líneas estratégicas y programáticas de la Universidad” y elaborar los presupuestos (ALOU, punto 36). Se crean dos nuevos órganos: la Junta Consultiva y el Consejo de Dirección. Aquélla asesorará a los demás órganos universitarios, cuando lo requieran, y éste se hará cargo de dirigir y gestionar la institución; estará conformado por el núcleo duro del poder: rector, vicerrectores, secretario general y gerente.

El Claustro sigue siendo el “máximo órgano representativo de la comunidad universitaria”, pero ya no elegirá al rector ni aprobará las líneas generales de actuación universitaria. Se le dejan, no obstante, dos ases en la mano: la convocatoria de elecciones a rector –con el voto favorable de 3/5 de los claustrales– y la reprobación del rector o sus lugartenientes –mayoría absoluta–. Al menos un 70 por ciento de sus miembros serán profesores –catedráticos, el 51 por ciento del total–; se incrementa, con relación a lo estipulado por la LRU, el peso mínimo de los docentes en un diez por ciento, a costa de la representación de PAS y alumnos, que habrán de repartirse, y según dispongan los estatutos de cada universidad, los escaños sobrantes, un 30 por ciento.

El nuevo sistema de selección del profesorado busca erradicar la endogamia. Todo aquel que aspire a ser docente y funcionario, en cualquiera de sus categorías (profesor titular de escuela universitaria, catedrático de escuela universitaria, profesor titular de universidad, catedrático de universidad), habrá de someterse a un tribunal compuesto por siete personas, todas ellas elegidas por sorteo, y superar tres pruebas. Con la habilitación nacional bajo el brazo, dispondrá de dos años máximo para colocarse en una universidad; de no hacerlo, perderá la habilitación. Ése es también el plazo máximo por el que una universidad puede declarar desierta una plaza vacante. “A partir de ese momento, no será posible dejarla desierta, siempre que haya concursantes a la misma” (ALOU, 98).

Por lo que respecta al personal contratado, las categorías que establece el ALOU son: ayudante, ayudante doctor, colaborador, contratado doctor, asociado, visitante y emérito. La LRU, en cambio, sólo contempla tres categorías: asociado, ayudante y visitante. Más categorías para más profesores. Y es que. mientras la LRU fija en un 20 por ciento –30, en el caso de las politécnicas– el número de profesores no funcionarios de que podía disponer cada universidad, la ALOU, se limita a señalar que serán siempre menos que los funcionarios.
La criba ya no la hará la Selectividad, sino las propias universidades, “de acuerdo con la normativa básica que establezca el Gobierno”. El ALOU se limita a señalar que “será necesario”, para franquear las puertas de la universidad, “estar en posesión del título de bachiller o equivalente”.

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