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Planear unas vacaciones ideales, tarea de los docentes a partir de julio

Calor, tiempo libre, bronceadores, asfalto derretido, aire acondicionado... el verano ha llegado y quien más y quien menos planea
como pasar mejor
su tiempo de asueto.
Miércoles, 11 de julio de 2001
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Está claro que nunca llueve a gusto de todos. Y cuando los más pequeños están tan contentos con sus más de dos meses de vacaciones por delante, los padres y profesores se devanan los sesos planeando el mejor modo de descansar y, quizá, aprovechar el tiempo para hacer aquello que la rutina diaria no permite, al tiempo que se piensa qué hacer con los niños.

Y es que las vacaciones escolares llegan incluso a resultar un problema cuando los padres trabajan y la única salida es dejar a los hijos solos. Así, tras la batalla campal suscitada en torno a la supresión o no de la polémica “semana blanca” y la posible ampliación del calendario escolar, que podría quedar regulada en la Ley de Calidad que el MECD presentará en otoño, el mes de julio se ha echado encima.

A menudo las quejas de la comunidad educativa en relación a qué hacer con los más pequeños de la casa en verano viene motivada por el alto costo de campamentos o escuelas de verano que hacen que finalmente sea el nivel de recursos económicos de los padres el que marca si los niños pasan el verano sin moverse apenas, si aprovechan el período vacacional para salir de viaje con padres, familiares o amigos o, en el mejor de los casos, si tienen la posibilidad de acudir a un campamento o viajar al extranjero a estudiar algún idioma.

Despilfarro

En este sentido, la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres y Alumnos (Ceapa), Eulalia Vaquero, critica que “la información sobre la oferta de cursos o campamentos de tipo público no llega fácilmente a los ciudadanos, y está claro que a las actividades de tipo privado no todos tienen acceso por su elevado precio”. Además, en opinión de Vaquero “es un despilfarro que los Públicos permanezcan cerrados en verano en lugar de ser utilizados para compensar las desigualdades que se han producido durante el curso y que con la LOGSE se pasan por alto”.

Aún así, siempre hay soluciones intermedias y muy apetecibles con sólo echarle un poquito de imaginación al asunto.

Planear actividades y organizarse el tiempo funcionan como una receta mágica para divertirse, aunque haya que arrimar el hombro en las tareas del hogar. Además, muchos progenitores consideran el verano como un período ideal para poder disfrutar de los hijos al poder pasar más tiempo con ellos. La opción de convertirse en monitores por unos meses es personal y, como en cuestión de gustos, todo vale, desde elegir pasar el verano zambulléndose en piscinas o playas o hacer un viaje con la cámara colgada del cuello para conocer una ciudad, hasta decantarse por descansar sin moverse del domicilio habitual.

Aprender de otra forma

Eso sí, en lo que a los niños se refiere, todos los expertos recomiendan que realicen algún tipo de actividad para que no pierdan el hábito de trabajo adquirido durante los nueve meses del curso escolar.

Aunque sin perder de vista que las vacaciones son para disfrutar, los menores también pueden dedicar una parte del tiempo libre a aprender “de otras formas”. La escuela de la vida es a veces la mejor escuela, y el verano puede ser el momento idóneo para aprender sobre valores, comportamientos, actitudes y adquirir conocimientos que pueden ser tan provechosos como el propio aprendizaje académico.

A juicio de los expertos los padres pueden colaborar sin embargo, los profesores son los que deberían preparar los ejercicios adecuados para cada alumno, de tal forma que al comenzar el nuevo curso sepan qué ha hecho el alumno durante el período estival y qué nivel tiene gracias a su esfuerzo personal.

¿Qué pasa cuando los padres trabajan? Las circunstancias laborales de los padres pueden convertir las vacaciones en un verdadero problema social y el cómo cuidar a los hijos cuando no se está en casa trae quebraderos de cabeza a más de uno. Así, como indica el sociólogo Salvador Cardús i Ros, “el debate de fondo debería ser el de los horarios de trabajo y su organización. Unos horarios que sin ser irracionales sólo atienden a la racionalidad productivista, menospreciando la racionalidad familiar y educativa”. ¿Por qué no dirigir la mirada a las organizaciones empresariales y sindicales? Para Cardús “habría que revisar los horarios de trabajo sumando una mejor organización social a una mayor flexibilidad según las conveniencias personales”.

Después del verano la comunidad educativa volverá a buscar fórmulas para solucionar de una vez este problema.

Alquilar “coles”

Parte de la comunidad educativa, en especial sindicatos y padres, exigen la implicación de las administraciones educativas para poder aprovechar, mediante la firma de convenios, las instalaciones de los centros para otros fines.
Con este fin la Consellería de Educación de Galicia elaborará un decreto antes del próximo curso, para regular la autonomía de gestión económica de los centros Públicos, que permitirá captar recursos externos mediante el alquiler de sus infraestructuras o la realización de actividades extraescolares.
El decreto, que verá la luz previsiblemente en septiembre, pretende que además del dinero por el alquiler de aulas e instalaciones a terceros, los centros Públicos cobren por las actividades extraescolares y puedan recibir donaciones para sacar así partido a unas instalaciones usualmente desaprovechadas en verano.

Hoy por hoy la organización de campamentos urbanos y los viajes al extranjero para aprender idiomas se encuentran entre las actividades más comunes dentro de la oferta general de los centros educativos para el verano. 

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