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“Tras su pasado existen muchos años de escuela coránica, de odio y de pobreza”

"En las escuelas coránicas, este libro es el único que leen, recitándolo y escribiendo versículos en sus tablillas de madera una y otra vez".
Miércoles, 19 de septiembre de 2001
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Vicente Llorent Bedmar es profesor titular en Educación Comparada en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla, y se ha especializado en el mundo árabe. Además de la entrevista, me ofrece amablemente algunos de sus artículos para redondear el trabajo de documentación, pero tras el caos neoyorkino, el correo electrónico está imposible y prácticamente tuvimos que dejarlo. Afortunadamente no se había hundido el teléfono entre Madrid y Sevilla. Y que dure.

—Profesor, ¿qué hay dentro de la cabeza de los fundamentalistas islámicos?
—Muchos años de escuela coránica, de odio y de pobreza.

—¿Cómo es el sistema escolar en los países islámicos?
—Pues varía enormemente de un país a otro; hay que tener en cuenta que la diversidad entre los países musulmanes es enorme. Lo primero que hay que tener en cuenta es que su población es básicamente rural, y muy dispersa. En un país bastante occidentalizado, como Marruecos, es habitual que la escuela coránica se encuentre al lado de la carretera, lejos de las casas, y apenas es una habitación con un profesor, habitualmente de muy bajo nivel, y varios críos que empiezan desde muy pequeños.

—¿No hay escuelas públicas?
—En los niveles infantiles son muy escasas, y habitualmente es difícil que puedan pagarlas, mientras que la coránica es muy barata. Pero allí les enseñan a leer y escribir en árabe culto o clásico, en el que se escribió el Corán, que es lo único que leen y escriben una y otra vez en sus tablillas de madera.
El problema es que ellos hablan en bereber, o francés, e incluso español, y si hablan árabe es dialectal y bastante distinto del coránico.

—¿Y cuando salen de allí?
—Tienen dos opciones, el colegio público de Primaria, esta vez más accesible que el de Infantil, o la escuela coránica del mismo grado. Pero para el ámbito rural muchas veces es más fácil la coránica, y también para los chicos de los barrios pobres, pues a veces salen más baratas gracias a la financiación de los fundamentalistas saudíes.

—Y desde allí, al ciclo superior.
—Por supuesto, de allí pueden pasar a las escuelas coránicas de Secundaria, y de allí a culminar el ciclo con el acceso a la universidad. Allí, la universidad coránica trata todos los temas desde el punto de vista islámico. Salen de allí sabiendo mucho, no crea. Por ejemplo, muchos de los talibanes provienen de espléndidas universidades coránicas de Pakistán, donde les enseñan a ser excelentes teólogos, a hablar varios idiomas, etc.
El problema radica en que, al acabar su formación un joven ha podido pasar por decenas de profesores fundamentalistas que le han enseñado a leer e interpretar el Corán de forma unilateral.

—¿Y ya adultos, qué posibilidades tienen?
—Pues muchas veces, pocas. Además, el integrismo efectúa también un control de todos aquellos medios de comunicación que signifiquen cualquier tipo de apertura. Por ejemplo, una revista dedicada a la enseñanza intentó abrir el debate sobre la coeducación, pero fue obligada a cerrar. Pero es que el Corán pone al mismo nivel la educación mixta que la prostitución o el uso de drogas. Y cuando hace pocos años el movimiento era más fuerte, anunciaron que eliminarían todas las antenas parabólicas y televisiones del país.

—Estamos hablando hasta ahora de países muy occidentalizados, como son los del Magreb. Pero, ¿qué pasa si nos adentramos en estados donde la presión fundamentalista es mucho más fuerte o ha triunfado?
—Allí la mezcla es aún peor, porque además se junta una pobreza y una ignorancia aún mayor, con una tradición de mártires, de odio familiar, estado feudal, etc. Hay que tener en cuenta que estamos en una sociedad patriarcal, patrilineal. Y las ofensas se guardan, y aquel cuya madre, padre o hermano fue herido o muerto por el enemigo se siente con la obligación de hacer algo. Estas circunstancias hacen que se eduque a los jóvenes en el odio.

—Imagino que está hablando de los palestinos.
—No, allí no se puede decir que se les eduque en el odio. Ellos viven en el odio, que les rodea por todas partes, no hace falta ni educarlos en él…

—¿Se puede decir que es islamismo el que lleva dentro el fanatismo?
—Bueno, hay que tener en cuenta que el musulmán entiende que toda su vida está orientada hacia Dios, hacia Allah, vamos.
Cuando alguien se convierte en una bomba suicida no sólo se está sacrificando por una idea o una persona, sino por algo que el considera más profundo. Se sacrifica por la bondad de Dios, porque toda su vida está informada por él, desde la ley y las costumbres, la familia, la pertenencia al grupo; y todo ello es bueno y consecuente, porque es Dios quien lo quiere. Es un concepto distinto al occidental, pero si uno lo piensa, desde su perspectiva tienen razón.

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