fbpx

José M. Quintana, catedrático de Pedagogía de la UNED: "La Educación solo cobra sentido desde los ideales"

El catedrático Quintana, en la imagen, afirma que "no todo lo que denominamos derechos lo son".
Miércoles, 16 de enero de 2002
0

José María Quintana, catedrático de Pedagogía de la UNED, es una de las máximas autoridades en España sobre Pedagogía Social, y precisamente uno de sus libros –en realidad un manual de esta materia destinado a los alumnos de primero, coescrito con otros dos profesores– ha saltado a los medios de comunicación por la denuncia de un colectivo homosexual, que ha criticado quince líneas del volumen, donde distinguía entre homosexuales “naturales” y “circunstanciales”.

—La primera pregunta es casi obligada. ¿por qué tanta polémica, tanto seguimiento por parte de los medios de comunicación?
—Bueno, hay que tener en cuenta que algunos de estos colectivos se dedican a levantar polémicas de este tipo. Algunos viven de la notoriedad que esto les proporciona de cara a subvenciones, etc. Lo que buscan es normalizar sus ideas, y para ello presentan la polémica como algo contrario a los derechos humanos. Así se hacen oír más, y van imponiendo su punto de vista a la sociedad.

—¿Normalizar no es ya un término polémico?
—Sí, quizás sea una palabra en la que haya que detenerse un poco más. Me refiero con este término a habitualizar, en definitiva lo que ellos quieren es igualar todas las conductas, hacerlas equivalentes; a eso es a lo que llamo normalizar.

—Y desde el punto de vista educativo, no todas las conductas son iguales…
—La Educación sólo tiene sentido de cara a unas normas, a lo que se considera mejor para el sujeto que recibe la Educación. Por tanto, si la homosexualidad es desviada, lo que yo digo es que hay que reconducir pero si no hay normas, no puede hacerse. La Educación sólo cobra sentido desde los ideales, y carece de sentido sin ellos.

—¿Ha recibido ya alguna presión desde la UNED para modificar el libro o retirarlo?
—No he recibido ningún tipo de presión, pero hay que reconocer que para la Universidad estas polémicas suponen un problema. Porque el discurso es muy ampuloso, toma como excusa las leyes, luego la Constitución y acaba por los derechos humanos. Y una persona, o una institución pequeña, no pueden enfrentarse a esta presión tan enorme. La sociedad sí, pero un grupo pequeño no. Me imagino que se arriarán velas, se intentará dejar pasar la polémica y en la siguiente edición se cortarán estas quince líneas. No les interesa el enfrentamiento, y yo estoy de acuerdo con ellos.

—¿Y qué le parece el calificativo de “fascista”, tan de moda en estos tiempos?
—Pues que los fascistas son ellos: lanzan la acusación , pero ejercen la censura. Creo que esto es evidente, son ellos los que quieren prohibir el libro.

—De lo que sí podría acusarse al texto es de simplificador de una realidad muy compleja.
—Es que son quince líneas de un manual para alumnos de primero, en el que lógicamente hay que resumir posturas e investigaciones mucho más amplias, más razonadas. Eso es algo habitaual, si no los manuales serían enormes. En este caso, por ejemplo, he desarrollado en extenso el asunto del que tratamos en mi libro Pedagogía axiológica (Dickinson, 2001), a donde remito a los que me preguntan sobre este tema. Allí está explicada mi postura, y lo que quiero decir con los ideales y valores en la Educación.

—Otro de los temas que ha levantado polémica es el referido a los derechos humanos. Usted defiende que hay derechos de los que se habla constantemente y que no son propiamente derechos. ¿A qué se refiere?
—Bueno, me vuelvo a remitir a mi ponencia “Los falsos o pretendidos derechos humanos”, pronunciada en un seminario de la UNED. En ella intentaba explicar que ciertos derechos de los que se habla no lo son, o al menos es bastante discutible que lo sean. Por ejemplo, el derecho a equivocarse: uno puede equivocarse, pero no tiene derecho a ello. Otro pretendido derecho es el derecho a la huelga de los funcionarios: pero la huelga se inventó para hacer polvo a los patronos, no a los ciudadanos. Es por tanto, discutible que sea verdaderamente un derecho.
Otro de los derechos, al que yo me refería en ese caso, es ese tan de moda aún de “mi cuerpo es mío y hago lo que quiero con él”. Pero con ello se olvidan de los deberes, propios de todo derecho.

El libro de la polémica

El libro que hizo saltar la polémica es el manual “Pedagogía Social”, editado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, destinado a los alumnos de primero. Sus autores son los profesores del departamento de Pedagogía Social de la UNED, María Paz Lebrero, Josefa Magdalena y José María Quintana, autor del polémico párrafo.

Los denunciantes son el Colectivo Lambda de Lesbianas, Gays y Transexuales, que no responsabiliza a los profesores –”que tienen libertad de cátedra”– sino a la UNED, pues “no es decisión de una profesora, sino del departamento, que se utilice este libro para formar a los alumnos”. Este colectivo acusó al texto de “no tener ninguna base científica”, y de responder a un discurso “muy viejo”. Según ellos, “difícilmente se puede educar a una sociedad en el respeto a la diversidad, también la afectiva y sexual, si la formación de sus educadores y pedagogos viene lastrada por contenidos homófobos y fascistas”. 

0