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“La lectura es la única fórmula para engrasar el cerebro, para razonar”

El hábito lector no es una tarea improvisada y quizá por ello es necesario hacer hincapié durante la infancia y la juventud en que los más pequeños opten por tebeos, cuentos, ensayos, novelas... JORDI SIERRA i FABRA es uno de los diez autores más leídos en los centros educativos.
Miércoles, 12 de marzo de 2003
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Además de aventurero, Jordi Sierra es un hobre apasionado por la Literatura y eso se nota. Después de una dura infancia, se empeñó, contra todo pronóstico, en ser escritor y ha conseguido situarse como uno de los más leídos dentro y fuera de los centros educativos. Polémico y comprometido, tiene el placer de poder vivir de lo que escribe.

—¿Qué hay que tener en cuenta al dirigirse al público más menudo?
—Cuando yo hago libros no me planteo quien los va a leer porque escribo para todos. Simplemente lo escribo y lo envío a un editor. La verdad es que al igual que se hacen películas con un protagonista de 12 años como “El bola”, pero que puede ver cualquier persona, a veces me extraña que los libros, aunque sean sobre temas comprometidos como Campos de fresa, se publiquen en colecciones determinadas para público juvenil.

—Actualmente, ¿pueden leer los niños sobre cualquier tema o sólo les interesa el mundo en el que viven?
—En España hoy los niños tienen de todo y en abundancia, así que ya no se sorprenden porque vaya un escritor a su centro educativo, por ejemplo. Viven en su mundo y cada vez parcelan más el “ahora”. Por eso, cuando viajas notas una gran diferencia con los jóvenes de países iberoamericanos como Chile, Colombia, Perú… Aquí, palabras que hace cinco años pudieron estar muy de moda como ‘rock’ están olvidadas para toda una generación.

—A su juicio, ¿es positivo que los escritores se acerquen a los centros escolares?
—Creo que sí. Yo visito entre 100 y 150 centros por curso, casi uno por semana. Quizá lo hago porque a mí de pequeño nunca nadie me dio una charla. Pero trato de hacérselo pasar bien. Si para despertar su curiosidad tengo que dar gritos, entro dando gritos. Ése es mi mérito.

—¿Es un mercado difícil o aún caben nuevos autores?
—Cuantos más seamos mejor, habrá más riqueza. Ojalá lleguemos a mil. Lo que pasa es que evidentemente no se compran tantos libros y mil autores no podrían vivir exclusivamente de esto, pero al igual que a mí se me conoce como autor juvenil desde que gané el Premio “Gran Angular”, hoy hay muchos más premios literarios que sirven para descubrir a muchos autores, muchos de ellos muy jóvenes.

—Pero si todos los autores fueran tan prolíficos como usted…
—Yo diría fértil. Así es como me considero, es verdad. Cogiendo un periódico podría ponerme a escribir tres novelas al día. Hay tantos temas… Al igual que cuando viajo, que vengo con la cabeza llena de ideas.

—¿Cuál ha sido su viaje más reciente?
—Acabo de llegar de un mes y medio en la Polinesia. Viajo, escribo. Escribo, viajo, etc.

—¿Leemos lo suficiente?
—Evidentemente no. Nunca se lee lo suficiente y, en el caso de los chavales, la mayor parte leen porque se lo dicen en la escuela. En ese sentido los maestros son maravillosos porque hacen leer, mientras a medida que se avanza en edad se suele leer cada vez menos. De hecho, somos uno de los países que menos leemos en el mundo, y ahí radica parte del aumento de la problemática social, los embarazos no deseados… Porque los libros son cultura, la cultura es conocimiento, el conocimiento es vida….

—¿Cree que está bien planteado el Plan de Fomento a la Lectura del MECD?
—No lo sé. No lo conozco. Yo no me siento un intelectual, sólo un escritor que cuenta historias y colabora en lo que puede. Por ejemplo, doy la charla inaugural en las Jornadas de Animación a la Lectura que se celebran entre el 12 y el 14 de marzo en Murcia en el marco de este Plan de Fomento de la Lectura. Pero sólo colaboro como escritor.

—Escribir le da la vida pero, ¿que más cosas necesita para ser feliz?
—Poder viajar por donde quiera, escribir escuchando música ‘a toda pastilla’, ir al cine ‘echen lo que echen’, pero, ante todo, ser escritor.

—Sus primeros pinitos fueron tras un grave accidente de pequeño, ¿no?
—A los ocho años atravesé unas puertas de cristal y en el hospital, donde me aburría mucho, descubrí que escribiendo no tartamudeaba. Eso es muy importante, sobre todo, cuando eres un niño que tartamudeas constantemente y eso te hace sentir inferior. Tuve en contra a mis padres y a mis profesores, porque era un estudiante mediocre, así que sabía que lo tenía muy difícil, pero soy muy tozudo.

—¿Qué importancia tiene la lectura para la formación integral de las personas?
—Para mi lo es todo porque un chico que no sabe leer y no comprende un problema de Matemáticas no será nunca capaz de resolverlo. La lectura es el único método para engrasar el cerebro porque ayuda a razonar. El que no lee está condenado a ser un demente mental, un anciano de mente. No podrá formarse una opinión propia sobre ningún asunto ni nada. Por eso, en la formación escolar, leer y escribir estarían en el cien en una escala centesimal. De hecho, los escolares deberían leer al menos un diccionario en su vida para aprender muchas palabras nuevas. Luego, las Matemáticas podrían estar en un nivel 70 y el resto en un nivel 50, por ejemplo.

—¿Hasta que punto es importante la música en su vida?
—La verdad es que la música es un poco mi fuente de energía. Me da marcha. Es la belleza externa de la que me rodeo para sacar mi belleza interior, todo lo que llevo dentro.

—Qué bonito…
——Sí. La música es para mí como un catalizador que transforma todas mis energías en Literatura. Sin ella no podría vivir.

Un perfil… un personaje

Escribe por vocación, por placer. Jordi Sierra sólo cuenta historias que los demás se encargan de clasificar dentro de la narrativa infantil, juvenil, el ensayo, la poesía, etc. Entre sus obras destacan títulos como El joven Lennon, El zulo, El cazador, o Campo de fresas.

No obstante, buena parte de su bibliografía está dedicada al mundo de la música, otra de sus grandes pasiones, junto a los viajes y la Literatura. Amante del rock, sus biografías sobre John Lennon o o sobre mitos como Gandhi han cosechado grandes éxitos. 

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