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"Estamos en el año cero de una nueva era educativa”

Entrevista en exclusiva para MAGISTERIO con Luis Alegre, consejero de Educación de La Rioja.
Miércoles, 5 de noviembre de 2003
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“Más sabe el diablo…”. Unos cuantos años lleva Luis Alegre al frente de la Educación de La Rioja y la experiencia le ha dado esa sabiduría del sentido común, tan escasa hoy día especialmente en política educativa. Quizá, por eso, en diversas ocasiones ha querido colgar las botas y no le ha sido permitido por el bien de la tranquilidad escolar de la región.

—Los consejeros de Educación del PSOE dicen que no podrán aplicar la Ley de Calidad si el Ministerio no aporta la financiación necesaria, ¿qué le parece?
—A mí me parece que es tirar balones fuera. Ciertamente habrá que financiar la aplicación de la Ley de Calidad pero eso tiene que estudiarlo el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Deberán ser, por tanto, los consejeros de Hacienda los que hagan ver al Ministerio que hay aspectos de la LOCE que necesitan financiación. No deben olvidar que no es un problema educativo sino financiero.

—En todo caso es curioso que las comunidades que más dinero exigen son las que tienen un menor gasto educativo por alumno…
—Claro, no hay que olvidar que las transferencias de dinero hacia las comunidades no son finalistas. De forma que se recibe el dinero y con él se potencian unas políticas u otras en función de los objetivos que se marquen es cada comunidad. Por ejemplo, en La Rioja apostamos desde el principio por la Educación. Un dato: se nos transfirieron –con el PSOE– las competencias sobre una universidad con un presupuesto de dos mil millones que ahora está en 4.500 millones. Y en Educación no universitaria estamos incrementando la inversión a ritmos de entre el 7 y el 10 por ciento anual. Por tanto, más que un problema de escasez de recursos es una cuestión de voluntad política.

—¿Es por eso que catalanes y vascos –que son tan críticos con la LOCE– no incidan en la necesidad de financiación?
—Claro, en Cataluña por ejemplo ya tienen gratuita la Infantil de 3 a 6 años y, por tanto, no necesitan dinero para eso. Aunque lo necesitarán para otras cosas. En definitiva, es evidente que las comunidades que más pegas ponen son las que van con más retraso. Yo no soy nadie para dar consejos a compañeros que tienen más experiencia que yo, pero es evidente que la Educación debe ser un objetivo prioritario porque es lo que nos va a permitir que podamos construir una sociedad más justa.

—Pero, en todo caso, parece evidente que la LOCE necesitará recursos…
—Por supuesto, pienso que se deberían valorar aspectos muy puntuales de la aplicación de la LOCE. Y de hecho yo creo que está en el ánimo los responsables del Ministerio de Educación que lleguen esos fondos. Otra cosa es la respuesta que puedan tener en la esfera hacendística. Pero déjeme que insista: la culpa del ritmo de implantación de las reformas no hay que echársela al tema económico, es sobre todo un problema de voluntad política.

—Dejemos la cuestión del dinero y pasemos al fondo de las reformas educativas, ¿qué opinión le merecen?
—A mí me gustaría que este país fuera consciente de la trascendencia del momento educativo que estamos viviendo. Estamos en el año cero, en el punto de partida, de una nueva era educativa. Por ejemplo, en el terreno universitario, tenemos el reto de cumplir el calendario de convergencia con Europa que será posible gracias a la LOU.

—¿Y la reforma de la Formación Profesional?
—En efecto, tenemos una reforma de la Formación Profesional que va a permitir relanzar estos estudios y que dejen de ser la cenicienta de nuestro sistema educativo. De hecho, somos con el 48 por ciento la comunidad con el porcentaje más alto de alumnos en FP. Lejos quedan aquellos tiempos en que la proporción Bachillerato-FP era de 70-30 que nos hacía ser tercermundistas. Nosotros cuando recibimos la competencias en educación teníamos 48 ciclos de grado medio y superior y ahora podemos ofertar unos 96. Y además en permanente conexión con la cámara de comercio y el mundo empresarial.

—Y así llegamos a la Ley de Calidad, que es la que más directamente afecta a nuestros lectores, ¿qué opinión le merece?
—Pues que las leyes anteriores –Logse, Lode y Lopeg– cumplieron su papel, pero ahora lo que demanda la sociedad –lo mismo cuando nos compramos un coche o una casa– es calidad.

—Insinuaba antes que aquí en La Rioja tienen bastante adelantadas la reformas, ¿en qué aspectos?
—Por ejemplo, tenemos financiada la escolarización plena de niños de 3 a 6 años, incluyendo el concierto de esta etapa. Además, tenemos implantado el Inglés desde los tres años. Tenemos también un convenio con la Escuela de Idiomas por el que a los alumnos de ESO y Bachilleratos de 16 centros se les homologan sus conocimientos de Inglés. También incrementamos la carga lectiva en el primer ciclo de la ESO lo que nos permitió reforzar las materias troncales, etc.

—De todo esto se beneficiarán sobre todo las familias, ¿han mejorado también las condiciones del profesorado?
—Fuimos pioneros en aplicar las mejoras del profesorado tanto de la pública como de la concertada. La última iniciativa ha sido dar una paga extraordinaria al profesorado de la concertada con más de 25 años de servicio. Paga a la que tenía derecho por una sentencia reciente.

—Además, tengo entendido que fueron los primeros –luego han seguido otros– en ofrecer libros de textos gratis. ¿Como ha resultado la experiencia?
—Estamos muy satisfechos.

—Sí, pero otras comunidades han criticado que no se discrimine por renta y han preferido utilizar el sistema de becas…
—Nosotros entendemos que también es importante el elemento socializador de una medida como ésta, ya que el niño considera como propio lo que es común. De este modo, los libros se renuevan cada cuatro años como marca la Ley. Y por eso no nos parece que se debe discriminar por renta porque la enseñanza debe ser gratuita independientemente de los ingresos de las familias. Pensamos que los libros de texto son un bien primario y que deben darse gratuitamente a todos.

—Otras cuestiones. Educación Preescolar de 0 a 3: ¿asistencial o educativa?
—Yo creo que fundamentalmente es asistencial. Es un tramo que encaja dentro de las políticas de ayuda a las familias, porque educar todo educa. Controlar los esfínteres es educativo. Lo que no hay que hacer es confundir lo educativo con lo escolar, que es cuando aparecen conceptos como el currículo, la evaluación, el examen… Por supuesto que es una etapa educativa, pero lo característico es su carácter asistencial.

—¿Cuenta entre sus planes concertar el Bachillerato?
—Como objetivo me parece impecable, pero al menos para este curso no hay posibilidad económica. El curso que viene ya veremos. En todo caso nosotros acometeríamos esta cuestión por la vía de subvención, no por la vía del concierto.

—¿Nombrarán a los directores de los centros desde la Administración?
—El decreto de dirección escolar aún no se ha publicado, pero de entrada nosotros no somos muy partidarios de nombrarlos directamente desde aquí. La LOCE prevé unos mecanismos que habrá que concretar: la opinión del Claustro, de la Administración, el informe de la Inspección… Lo que hay que hacer, desde luego, es acabar con el sistema actual. Hay que buscar gente que dinamice, que sean líderes, que tengan inquietudes pedagógicas, que muevan equipos docentes… Y luego hay que darles formación y responsabilizarlos con funciones y respaldo de todo tipo: pedagógico, económico…

—Digale algo a los padres para terminar.
—Sin ellos, la LOCE no luciría tanto como debiera.

“La LOCE, sin la participación de las familias, no luciría tanto”

—Parece que se quieren potenciar las tutoría y la participación de los padres en la escuela, ¿qué le parece?
—Es fundamental. Los padres tienen que participar sobre todo en el proceso educativo y formativo del niño. Pienso que el ambiente social es tan antieducativo en algunos campos que, como no trabajemos junto con las familias y los medios de comunicación, la LOCE no luciría tanto como debiera. La casa debe convertirse en una prolongación de la vida educativa que se vive en el centro. No tiene sentido que los criterios, el orden, la disciplina que tratamos de inculcar en los centros luego desaparezcan cuando los chavales llegan a sus casas. Lo que no se puede es educar en la escuela y deseducar en casa.

—Está claro pero, ¿cómo se hace esto?
—Vinculando a las familias al proceso educativo del niño. Y eso tiene dos repercusiones positivas: por un lado, una mejora en la formación y educación del hijo; y por otro, un beneficio para la propia familia ya que establece un nexo de unión entre padres e hijos. Vincular a las familiar tiene esa doble virtualidad: viene a bien a los hijos, pero también a los padres.
 

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