fbpx

¿Será posible llegar a un pacto de Estado por la familia?

La familia, especie protegida”, titulábamos esta misma sección hace unas semanas, al hilo de las estadísticas de separaciones y divorcios presentadas por el Instituto de Política Familiar (IPF). Hoy, cuando toda la campaña electoral parece que va a gravitar sobre el tema de la familia, volvemos a analizar la situación de la familia española desde un punto de vista distinto: es tan escaso el apoyo económico, que parece que los poderes públicos favorecen la monoparentalidad. Y todo porque hasta ahora nadie se ha atrevido a fomentar y proteger el modelo de familia habitual, por razones ideológicas unas veces, por desconocimiento otras, por miedo las más.
Miércoles, 25 de febrero de 2004
0

Autor: José M. LACASA

Comparar la situación de la familia española de cara a la realidad europea es sonrojante: desde los grandes a los pequeños, de los pobres a los ricos, es más que habitual encontrar un Ministerio de la Familia, sin camuflar con servicios sociales que se suelen dedicar más bien poco a la familia. Si nos fijamos en las ayudas recibidas, como denunció el Instituto de Política Familiar hace unas semanas, “un matrimonio español necesitaría tener 11 hijos y ganar menos de 1.581.319 pesetas/año para tener las mismas prestaciones que una familia con dos hijos en Alemania e independientemente de sus ingresos”.

Pocos comentarios más pueden hacerse al respecto, salvo incidir en que por cada cinco euros de media en ayudas familiares gastados en Europa, en la piel de toro nos gastamos uno.

En cuanto a ayudas directas en las distintas comunidades autónomas, mientras que Navarra, Cantabria, Castilla y León, País Vasco, Cataluña y Galicia ofrecen ayudas de mayor o menor cuantía a las familias de dos hijos, otras como Madrid o Asturias (esta última, con una caída de la natalidad del 35% en los diez últimos años) no destinan ni un euro a tales conceptos.

Ahorro social

Sin embargo, está ampliamente demostrado el papel social de las familias, especialmente como “ahorradores de problemas” a la sociedad, y como principales agentes de la ayuda social: atienden a más personas las familias madrileñas que todos los servicios sociales de todas las comunidades españolas, ayuntamientos incluidos.

Pero la familia no son sólo prestaciones económicas: precisamente por constituir el tejido de la sociedad, es muy vulnerable a los vaivenes y crisis de esa misma sociedad. Necesita otras muchas cosas: valoración, protección, consideración.

Para Manuel Xavier Silva, diputado de Convergencia i Unió en el Congreso de los Diputados, lo fundamental es “reconocer a la familia su capacidad de organizarse hacia adentro y hacia afuera”. En opinión de Silva no apoyan a la familia quienes deciden que no puede organizarse libremente, es decir, si permiten que una familia tribute más que otra porque eligen formas distintas de organizarse (si, por ejemplo, deciden que uno de los dos se queda en casa con los niños, o reduce jornada y salario).

Tampoco se apoya a la familia –a juicio de este diputado experto en políticas familiares– si no se le reconoce la capacidad de organizarse hacia afuera, es decir, si no se respeta su libertad de decisión –por ejemplo, de cara a la libre elección del centro educativo–, o se quita su protagonismo a la hora de decidir la formación de sus hijos (la labor de la Administración no es suplir a los padres, sino apoyarlos).

Pregunta del millón

Para Manuel Silva la pregunta del millón es la siguiente: ¿Cuál es el modelo óptimo de estructura social? ¿Por qué no se reconoce que es la familia? “Ello no es incompatible con que existan otros modelos, que cada uno elija con libertad vivir de una manera determinada”, aclara.

Pero lo que no entiende es “ese papanatismo frente a la familia monoparental”, de aquellos que se alegran porque ese modelo crezca: “¿De qué se alegran? ¿de la viudedad?, ¿de un divorcio?, ¿de la no asunción de responsabilidades de uno de los progenitores? ¿de los embarazos adolescentes?”.

“No es que no se ayude a la familia monoparental, que a menudo está en situación de debilidad”, sino que se valore el compromiso estable, el reconocimiento de su labor asistencial, que fomenten en definitiva la estabilidad.

Poco valorado

Actualmente, la valoración del papel asistencial de la familia es casi nulo, especialmente en relación con el cuidado de los hijos: de hecho, la ideología que está detrás de la escasa “ventaja” de la declaración conjunta, de la no extensión de la ayuda por hijo a todas las mujeres, o de la ridícula pensión de viudedad es precisamente que se considera que la mujer en el hogar no trabaja.
Ahora, los políticos ofrecen sus programas: extender la prestación por hijo a otras mujeres trabajadoras el PP, prestación universal por hijo en el caso del PSOE. U otras medidas, en ambos casos, para conciliar la vida laboral y la familiar (pocas de ellas encaminada a favorecer pasar más tiempo con los hijos que en el trabajo, por cierto), que tienen una mayor o menor aceptación electoral.
Pero aún no está claro el modelo, puesto que ningún programa electoral hace otra cosa que esbozarlo. Y hasta que no haya modelo, ningún partido apostará fuerte por la familia. Ni se pondrán de acuerdo con la política a seguir.

Sin embargo, urge llegar a un acuerdo de protección y ayuda real a la familia, un acuerdo de respeto a sus decisiones.

Un modelo tan despreciado por las leyes fiscales que “compensaría” separarse

Así como lo oyen: la protección fiscal a la familia está tan bien diseñada que, si usted se separa, probablemente pague menos a Hacienda. Es cierto que ya han quedado lejos los tiempos en que por ser parte de una familia se pagaba más –puso fin a ello una sentencia del Tribunal Supremo en 1989–, pero las leves mejoras de los últimos años aún no han dejado atrás el extraño síndrome que parece afectar a los legisladores fiscales para no favorecer a la familia, tal y como manda la Constitución española y estipula la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

¿Tendrá que ver el que haya varios millones de familias, y que un pequeño ahorro puede costar mucho a las arcas públicas? No se explica si no la pertinaz resistencia a lanzarse a establecer políticas familiares comprometidas, sobre todo cuando ambos partidos –a juzgar por los programas electorales– parecen estar de acuerdo en favorecerla por encima de todo.

Sin embargo, el hecho es que la antaño popular “declaración conjunta” se volvió impopular por lo poco que compensaba: de hecho, sólo interesa si únicamente uno de los cónyuges trabaja. Por ello, se dan extrañas circunstancias.

1.500 euros más…

Por ejemplo, a una familia con dos hijos, en la cual uno de ellos gane 30.000 euros anuales y el otro compense los ingresos familiares con un trabajo de media jornada (12.000 euros al año), ya no les compensa hacer declaración conjunta, pues pagan 1.500 euros más al año.

Pero no acaba ahí todo: si se separan legalmente –no hace falta que dejen de convivir, es un ficción legal–, y el cónyuge sin hijos pasa una pensión alimenticia de 300 euros al mes a cada niño, ya se ha ahorrado 500 euros. Curiosamente, alguien vive con sus hijos y paga su alimentación, como hace todo hijo de vecino, no desgrava a Hacienda; pero sí desgrava por dicho concepto si está separado. y no es una medida social, puesto que cuanto más gane el contribuyente, más paga a sus hijos y más desgrava.

…o 2.700 euros menos

Pero no se vayan todavía, que aún hay más: queda una vuelta de tuerca que bordea lo legal, pero que según los expertos consultados es factible usar.
Usted se separa –repito, que sea “de verdad” o no carece de importancia para el fisco–, y al rellenar la declaración decide hacerla cada uno conjunta con uno de sus hijos: voilá, han volado (se ha ahorrado) 2.700 euros con respecto a una primera declaración conjunta.

Otras (des)ventajas

El problema es que no acaba aquí la cosa, pues el país y todas sus administraciones están llenos se supuestas ventajas para todos aquellos que no formen una familia: si va a por un piso protegido a la Comunidad de Madrid, conseguirá muchos más puntos si es familia monoparental (y, repetimos, esos puntos los consigue con independencia de su renta). Es sólo un ejemplo.
 

0