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“La escuela francesa actual es más desigualitaria que nunca”

Entrevista en exclusiva para MAGISTERIO con Michel Fize, sociólogo e investigador.
Miércoles, 31 de marzo de 2004
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Autor: José M. LACASA

Parisino, de 53 años, sociólogo e investigador del CNRS (algo parecido al CSIC español), es especialista en la etapa adolescente y ha sido consejero del Ministerio de Juventud y Deporte francés. Ha llegado a España de la mano del IESE tras publicar el polémico libro Las trampas de la Educación mixta (Presses de la Renaissance, 2003).

—En España, el informe “El rey desnudo”, realizado por dos senadores, ya daba la voz de alarma sobre el fracaso escolar masculino. ¿Ocurre algo parecido en Francia?
—Creo que existen situaciones paralelas. El éxito femenino y el fracaso masculino no tienen que ver con la enseñanza mixta, sino con otros factores. Por ejemplo, las chicas están mejor adaptadas al ambiente que se van a encontrar en la escuela (orden, disciplina, etc); pero la adaptabilidad de las chicas es independiente del sistema escolar, mixto o separado.
Un centro escolar de chicas del mismo medio social tiene mejores resultados que uno de chicos con las mismas condiciones. Es un problema social: los chicos ponen más en tela de juicio el futuro que les espera y la Educación que reciben, lo que no ocurre con las chicas. En cuanto a la violencia escolar, depende del medio social, no de la separación de sexos.

—Entonces su libro no deslegitima la enseñanza mixta.
—En Europa no hay un debate sobre la legitimidad de la enseñanza mixta, pero sí que hay medidas correctoras, a pequeña escala y siempre para defender los intereses de las chicas, no para discriminarlas. Pero también es cierto que en Francia nunca hubo una reflexión previa sobre qué objetivos se pretendían con la “mixité”.
La enseñanza mixta se hizo obligatoria en 1975, pero hasta 1982 no se asoció esta idea a la de igualdad de oportunidades y la lucha contra los prejuicios sexistas. Y es que la razón de la generalización de la escuela mixta fue puramente económica: al abrirse la Educación, hubo una demanda creciente de escolarización, y Francia construyó –deprisa y con limitaciones presupuestarias– muchos colegios. La razón de hacerlos mixtos fue la falta de dinero y de docentes, pues en esa época las familias seguían apegadas al sistema de Educación separada.

—¿Cuáles son esas medidas correctoras?
—La más habitual es en Educación Física, especialmente en la pubertad. También se usa en Educación sexual, pues los profesores dicen que es más cómodo para ellos, y que los alumnos se expresan con más libertad. En Matemáticas hay algunas iniciativas que separan a las chicas, para que aquellas a las que no se les da bien tomen conciencia de que no es así: de hecho, mejoran mucho sus resultados.
En relación con la violencia, en situaciones de emergencia o por precaución, si una chica ha sido agredida y se encuentra incómoda, debería tener derecho a un aula separada dentro de un centro escolar mixto. Y siempre voluntariamente.

—Al margen del problema de la escuela mixta o separada, sino refiriéndome a la pública francesa. Uno de los principales objetivos de la escuela era reducir las diferencias sociales, y sin embargo no está claro que eso se esté consiguiendo. ¿Qué habría que cambiar?
—Efectivamente, uno de los objetivos de la escuela europea es la reducción de las desigualdades sociales, para conseguir ese carácter mixto del que se habla mucho, pero que es una realidad muy pequeña. La ley de año 1975, llamada del “colegio único”, tenía como objetivo acercar a los centros el carácter heterogéneo de la sociedad e ir borrando progresivamente las diferencias sociales. En Francia, lo que se ve son escuelas de ricos y de pobres por el “principio de sectorización”, según el cual las familias deben escolarizar a sus hijos en los colegios públicos al lado de sus domicilios. Para evitar la sectorización hay que elegir una privada, pero de pago, lo que es una barrera para las familias más modestas.
Es verdad que hoy día, más del 60% de una generación llega hasta el último nivel de la enseñanza secundaria, pero las diferencias reaparecen de manera más marcada en la Universidad. Los alumnos de familias más ricas acceden a las escuelas de prestigio –de la función pública, de comercio, etc.
Se están desarrollando acciones de discriminación positiva, para permitir a alumnos de orígenes más modestos puedan entrar en las escuelas de prestigio. Por ejemplo, el Instituto de Estudios Políticos, que forma a los altos funcionarios, admite a unos pocos alumnos de medios desfavorecidos. Pero son pequeñas correcciones. Por ello, uno se cuestiona mucho la idea del colegio único.

—¿Y qué es lo que falla?
—Una de las trampas de la escuela pública francesa es el apego excesivo al igualitarismo, el principio base sigue siendo que la igualdad de oportunidades produce igualdad social. De ahí todas esas resistencias a la discriminación positiva. Sin embargo, hace unos meses el ministro del Interior, Nicolás Sarkosi, valoraba en un debate público la discriminación positiva. Lo que más estropea a nuestra escuela son los dogmas. Escuela mixta, escuela igualitaria, escuela laica, ya nadie sabe lo que significa.
Una de las dificultades que tiene la escuela, y que persiste en el tiempo, es la misión de la escuela, que no se define. Se quiere dar la impresión de que uno sabe para qué sirve la escuela, y actúa como si lo supiera. Hay un debate en Francia, que ha ido desapareciendo un poco, entre los pedagogos y los republicanos. Los primeros inciden en las técnicas pedagógicas, mientras que los segundos –el señor Luc Ferry, por ejemplo, actual ministro de educación– piensan que lo verdaderamente importante son los contenidos. Pero es un falso debate: se puede desarrollar el saber con pedagogías nuevas. También hay reticencias a que la escuela se centre en la inserción profesional lo que da lugar a otro debate entre escuela profesional y escuela cultural. Son debates que no logramos superar. Da la impresión de una escuela nebulosa. Comparando la escuela actual con la de hace 30 años, nunca ha sido tan elitista como la de ahora.
La orientación profesional parecía antisocial, pues se creaban destinos profesionales demasiado pronto, lo que perjudicaba a las clases bajas, pero al menos tenían perspectivas de formación profesional que ya no tienen. Eso ha producido mucho fracaso. 100.000 alumnos salen del sistema sin ningún diploma. Y esta cifra no para de subir.

—Es España ha subido de un 25 a un 27%…
—La escuela francesa se presenta como un sistema de eliminación progresiva, hasta que sólo queda arriba la élite.

—Quién es el protagonista del sistema escolar.
—El protagonista es el ministro titular de la Educación, Luc Ferry. Tiene en sus manos las ideas, la mejora.. y otro problema del que no hemos hablado antes: cuando llegan los alumnos al colegio a los 12 años no saben leer y escribir correctamente. Es un problema de falta de evaluación de las capacidades y los resultados.

—En el sistema español hay el mismo problema: no hay evaluación, da lo mismo aprobar o no, hasta que se sale sin título. Pero no se crea ningún problema político ni social con ese grupo de personas.
—Creo que la razón es que el fracaso hoy en día se atribuye al individuo.

—Pero siempre fracasan más las clases bajas…
—Eso está claro. Volviendo al tema, el protagonista es el ministro, si tiene problemas le echa una mano el primer ministro, y si hay muchos problemas siempre queda una solución: organizar un gran debate público sobre la Educación. Una cosa muy francesa: qué escuela queremos y esas cosas. Así llevamos 15 años. Tenemos soluciones para todo. Pero falta aplicarlas.

Sexismo en las aulas mixtas

Michel Fize publicó el pasado año en Francia el libro Las trampas de la enseñanza mixta, con la intención no de volver al sistema de separación por sexos, sino llamar la atención sobre un sistema que debe ser evaluado: “No quería decir que la enseñanza mixta no fuera válida, sino que había dificultades que había que explicitar más: intolerancia, indisciplina, etc. Proponer soluciones no es el oficio del sociólogo, sino del político. El sociólogo sólo diagnostica”. Sin embargo, piensa que la polémica ha valido la pena: “Se ha mostrado que existe una desigualdad entre sexos, que incluso se ha agravado en nuestras sociedades democráticas. Se pensó que la enseñanza mixta llevaría a más igualdad y más respeto entre sexos, a conocerse mejor. Pero eso no ha ocurrido, sino que a veces ha sucedido lo contrario. pero ¿es culpa de la enseñanza mixta? No, se debe a varios factores, entre ellos a una falta de aprendizaje de las diferencias, etc”.

De hecho, para Fize padres y profesores siguen desarrollando clichés sexistas: “Se siguen cultivando estereotipos. Se admite que las chicas tienen menos ambiciones, o que el fracaso sea normal entre las que estudian materias científicas. Se siguen criando a las chicas de forma distinta a la de los chicos en el seno de las familias. Los profesores reproducen los esquemas sexistas en las aulas, y prestan más atención a los chicos que a las chicas: a una niña se le pide la lección del día anterior, al niño las consecuencias de la de hoy; si un niño suspende Matemáticas es un vago, si es la chica es que no llega…” 

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