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“El programa de servicios sociales supondrá la creación de 600.000 puestos de trabajo”

Entrevista en exclusiva con Amparo Valcarce, secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familia y Discapacidad.
Miércoles, 26 de mayo de 2004
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Autor: José M. LACASA

“Es el mejor regalo que le pueden hacer a una socialista”, comentó Amparo Valcarce cuando se supo que era la nueva secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familia y Discapacidad. Aunque ligada a la Educación desde hace años, ha emprendido con ilusión la tarea.

—Siempre acusan a este Ministerio de no ocuparse de las familias, sino de las consecuencias de la falta de familia.
—El presidente del Gobierno nos ha marcado una serie de prioridades, como las escuelas infantiles de cero a tres años, el plan de apoyo para las personas con discapacidad, o uno de los retos más importantes a los que nos enfrentamos, que es el Sistema Nacional de Dependencia, para poner en marcha el sistema de apoyo a nuestros mayores y, a los que no siendo mayores, son dependientes. Creo que esto pone en evidencia que es una prioridad para nosotros, y que el reconocimiento de la familia es básico para nuestra opción política.
La gente me pregunta: ¿ustedes qué hacen en esta Secretaría de Estado? Pues muchas cosas, es una Secretaría muy amplia. Pero, para entendernos, desarrollamos fundamentalmente cuatro políticas: inclusión social, familia, discapacidad y las políticas a favor de los mayores y de la dependencia.

—¿En qué van a consistir las políticas de dependencia?
—Es demasiado pronto, sobre todo porque ése es un reto de país. Tenemos el encargo del presidente del Gobierno para desarrollarlo, pero hay que alcanzar antes un consenso, no sólo en el Parlamento, también con las comunidades autónomas. Y un gran acuerdo social con los sindicatos y la patronal, porque en el modelo de financiación que se elija para la dependencia van a jugar un papel decisivo. La Ley de Dependencia quiere asegurar que todas las personas dependientes en España van a tener la ayuda de los poderes públicos, que no van a quedar desatendidos. Nosotros queremos hacer de esto un derecho ciudadano garantizado por el Estado, con unas prestaciones iguales para todos los españoles –complementadas por autonomías y ayuntamientos–, que cubra las siguientes necesidades: teleasistencia, ayuda a domicilio, centros de día y centros residenciales.
Esto pondrá a España en los niveles de bienestar de los países más desarrollados. No podemos ser una gran potencia económica y estar a la cola del bienestar social. Ese déficit es el que queremos recuperar. Para ello el presidente del Gobierno ha comprometido financiación suficiente, y la constitución de un fondo nacional de mil millones de euros para su puesta en funcionamiento.

—Aunque no es de tu competencia, hay un supuesto en el aborto que es el de razones socioeconómicas. ¿Cómo es posible que se mantenga?
—Efectivamente, la interrupción del embarazo es un derecho de las mujeres, pero en cualquier caso no hay que olvidar una cosa muy importante, lo que desde mi departamento queremos ante todo es que ninguna mujer, por falta de información, recursos económicos o apoyo, tenga que tomar una decisión tan traumática, tan seria.

—El fracaso escolar español está disparado entre los alumnos de familias con renta baja. Este fracaso va a repercutir sobre Servicios Sociales…
—Es uno de los problemas más importantes de las familias, y en este departamento preocupa también porque pertenecemos a Trabajo. La falta de cualificación de nuestros jóvenes supone dificultades para el acceso al empleo, pero sobre todo acceso a un empleo poco cualificado y, por tanto, salarios bajos. Nuestro objetivo es reforzar a las familias, mejorar las ayudas, porque con ello vamos a contribuir, no digo al éxito escolar –porque eso depende de muchos factores–, pero todo apoyo a la familia esperamos que repercuta favorablemente en el entorno del niño. Las medidas más importantes que adoptamos aquí es la inserción profesional de los jóvenes mayores de 16 años con baja cualificación. Con ello rompemos la espiral de fracaso escolar, paro juvenil y, por tanto, falta de inserción social y dificultades para poner en marcha un proyecto de vida.

—¿Y vais a establecer algún tipo de puente con el MEC?
—Ya existen, a través del Consejo General de la Formación Profesional y…

—Me estaba refiriendo a antes de que el alumno cumpla 16 años, entonces ya es muy difícil actuar. Es más que la filosofía de este Ministerio pudiera prevenir el fracaso escolar.
—Las políticas del Gobierno son globales, y el desarrollo de la parte educativa la realiza el MEC. Nosotros nos centramos en al parte asistencial o laboral, que es la que nos corresponde. Sí hay que reconocer que mientras que el sistema educativo goza de una red muy importante y con recursos muy estructurados, la de servicios sociales es muy débil y dispersa, con enormes diferencias entre las regiones y las ciudades. Precisamente nosotros nos proponemos, con la puesta en marcha de una Ley Básica de Servicios Sociales, reforzar la garantía de unas prestaciones mínimas e iguales para todos los españoles, entre las cuales está el apoyo familiar a las más desfavorecidas. Nuestra parte es asistencial y complementaria de la educativa. Pero también es cierto es que llega a un segmento muy pequeño de la población, a muy pocas familias.

—Hace unos días un experto canadiense explicaba que el problema de los sistemas educativos de Occidente es que habían tomado como propios problemas asistenciales que no eran de la escuela: la escuela debía ocuparse tan solo de la enseñanza. Lo otro debía resolverlo una segunda red. ¿Hasta dónde va a llegar esta nueva red que estáis diseñando?
—No debemos olvidar que la Educación busca la formación integral de la persona, lo que no es sólo formación académica o Educación en valores, sino también el cuidado. No estoy de acuerdo por tanto con un planteamiento tan riguroso. Creo además que la ventaja que tiene la escuela es que, como llega a toda la población, permite una mejor detección de los problemas sociales. Ahora bien, no se puede abandonar a la escuela y dejarla sin la asistencia de otros servicios que se pueden enfocar desde los asistenciales.
Para un joven o un niño su vida es la familia, el barrio y la escuela, y si reforzamos la escuela estaremos arropando a ese joven; si desde la acción social trabajamos la familia y el barrio, estaremos creando la red de protección para nuestros menores. Pero la escuela juega un papel decisivo.

—Sí, pero la queja de muchos directores es que el centro se lo “come” todo.
—Eso es debido a la debilidad de la red de servicios sociales en España, una red que además está desestructurada, salvo en algunos municipios ejemplares.

—¿Las zonas rurales son la asignatura pendiente, tanto desde el punto de vista de los servicios sociales como en otros campos como la Educación, la sanidad?
—Se han producido enormes avances en ese terreno. Es verdad lo que dices, pero desde el ámbito de los servicios sociales las necesidades son menores, porque la solidaridad familiar y vecinal es más evidente en el ámbito rural. Tenemos más dificultad de acceso, pero también estamos muy comprometidos en ello.
Cuando hablamos de servicios sociales y el enorme gasto que esto comporta, nosotros decimos que no es un gasto, es una inversión. El desarrollo completo del programa de servicios sociales del gobierno supondrá la creación de 600.000 puestos de trabajo. Los retornos que producen estos puestos de trabajo –vía impuestos e IRPF, vía cotizaciones a la SS– suponen un retorno para el Estado idéntico a lo que salió, y con una ventaja: al llegar por igual a todo el territorio nos va a permitir crear empleo en las zonas rurales, que es donde precisamente es más difícil crearlos. Aún más, va a crear puestos de trabajo para las mujeres del mundo rural, que son las más desfavorecidas en cuanto a empleo.

—Siempre se dice que los servicios sociales pueden disparar el déficit público, lo que hace que se resienta la economía. Y cuando la economía va mal, a todos nos va mal, especialmente a los más desfavorecidos.
—La primera respuesta es la que ya te he dado, que los servicios sociales son una inversión, no sólo por la mejora como porque los retornos equilibran el esfuerzo realizado por el Estado. Y porque cuando se crea empleo –y crear empleo es la mejor acción social– estamos aumentando los ingresos de la SS. Tenemos una SS saneada, con un superávit importante, que nos permite dedicar importantes recursos a los servicios sociales, como abordar el reto de la dependencia. Estamos en un momento muy favorable. Nuestro planteamiento es equilibrador y sostenible, sobre todo en una economía como la nuestra, con una garantía de estabilidad a muy largo plazo.

La lacra social del maltrato

—Quería dejar para el final el maltrato…
—Es una verdadera desgracia que afecta a muchas familias españolas. Han muerto muchas mujeres este año , y en algunos casos con ellas han asesinado a sus hijos. Es una lacra social que hay que erradicar, algo que no nos podemos permitir: es un problema de país, y su erradicación una aspiración de país. ¿Cómo podemos hacerlo? De una manera integral. Sabemos que hay que adoptar muchas medidas persistentes, no decaer en la lucha. Hay que potenciar un cambio de mentalidad, y eso hay que hacerlo desde la escuela. Por eso creemos que es muy importante la puesta en marcha de esa nueva asignatura, Educación para la igualdad. La escuela tiene que ser la que pilote ese cambio de mentalidad, pero también hay que hacerlo desde los medios de comunicación: ser vigilantes con la publicidad sexista, con las conductas que fomentan la agresión dentro del ámbito doméstico. También hay que poner en marcha medidas policiales y jurídicas, y nosotros, desde nuestro ámbito, nos toca la atención integral a las familias que tienen un problema de violencia doméstica: teleasistencia para la protección de mujeres maltratadas, poner en marcha una red de puntos de información y asesoramiento, los centros de día y las residencias de acogida para la atención integral a las mujeres y sus familias. Porque es un problema que afecta radicalmente a los niños, pues en su Educación se quiebra lo fundamental.

—¿Cómo ves el tratamiento que del maltratador hacen los medios de comunicación?
—Creo que no se insiste lo suficiente en que el maltratador es un delincuente, y que el lugar de los delincuentes es cumplir la pena impuesta por el juez. Esa pena tiene una función sancionadora, otra ejemplarizante y, lógicamente, una función rehabilitadora.

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