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Las cajas recortan en Educación

La Obra Social de las cajas de ahorros españolas tiene –o tenía– una relación histórica con el mundo educativo, no en vano el 17,7 de este gasto aún va a parar al ámbito escolar. La presión comercial, sin embargo, está haciendo que las cosas estén cambiando.
Miércoles, 9 de junio de 2004
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Autor: Pablo ROVIRA

La relación entre las cajas de ahorros y la Educación ha cambiado mucho en las tres últimas décadas. La tutela del Estado del derecho a la Educación ha reconducido la inversión social de estas entidades crediticias a otros ámbitos más asistenciales. Pero sobre todo la búsqueda de la rentabilidad –pese a que estas instituciones tradicionalmente no buscaban maximizar sus beneficios–, también ha movido el gasto hacia áreas más rentables en términos de marketing social. “El objetivo –así nos lo reconocía el responsable de marketing de una importante entidad– ahora es lograr la máxima rentabilidad sin salirnos de los fines de la obra social”. Dos conclusiones: primera, el gasto social es realmente inversión; y segunda, la diferencia entre las cajas y los bancos, en este terreno, ya es prácticamente imperceptible.

No obstante, todo esto no quiere decir que las cajas hayan dado de lado el sistema escolar. Ni mucho menos, tanto es así que el apartado de Educación e Investigación supuso el 17,7 por ciento de la obra social de las 46 cajas de ahorros existentes en España. En total, en el año 2003, se destinaron 200 millones de euros a este apartado.

La inversión baja 5,7%

Pero los datos no dejan lugar a dudas: el pasado año las cajas invirtieron en Educación un 5,7 por ciento menos que en el año 2002. Por ejemplo, Caja Segovia, donde el Área Docente y de Investigación representa el 28 por ciento de su Obra Social ha pasado de presupuestar 2,50 millones de euros en 2003 a 2,30 en 2004.

Así, la Educación ocupa ya el tercer lugar en cuanto a inversión de Obra Social en España, por detrás de la cultura y tiempo libre, y la asistencia social y sanitaria. El medio ambiente sube enteros a pasos agigantados, según el informe anual de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA).
Como la propia CECA reconoce, “las prioridades de la Obra Social han cambiado sustancialmente. Mientras que en 1978 la mayor parte de la inversión se destinada a acciones asistenciales, en 2002 era la cultura el área con mayor peso relativo”. Ahí es donde aparecen los patrocinios de exposiciones de arte o la reconstrucción de monumentos, con un mayor impacto comercial que otro tipo de actividades educativo-asistenciales. Sin embargo, para la CECA, las razones son bien distintas: “En áreas como la Educación o la Sanidad, la prestación universal de estos servicios por parte del Estado, ha hecho que las cajas orienten sus políticas hacia otros campos o hacia una mayor especialización, como el caso de la Formación Profesional”.

Efectivamente, la inversión en programas de Formación Profesional es muy habitual en las cajas como se ve en el caso de Caja Madrid, aunque esta entidad también sigue la línea de desinvertir en Educación. Así, Caja Madrid aportó en inversiones netas acumuladas 11,9 millones de euros a sus centros de Formación Profesional en 2003, cuando esta partida fue de 12,5 millones en el año 2002, es decir, un decremento del 5,24 por ciento. Otro gran apartado de la inversión de las cajas es el de las becas directas, apartado que, por ejemplo, Caja Vital destina 138.014 euros, o las becas para estudios de postgrado que realiza La Caixa a través de su fundación.

Pero si hay algún apartado al que se le destina presupuesto y que, según fuentes del sector, “tiende a desaparecer” es el de los centros mantenidos por cajas de ahorros, debido precisamente a ese cambio de estrategia en la Obra Social. Por ejemplo, Caja Madrid tiene el centro concertado de Educación Especial “Instituto Ponce de León”, un colegio de referencia en el ámbito de la discapacidad auditiva. La Caja de Ahorros del Mediterráneo invirtió 771.000 euros en 2003 para financiar ocho centros escolares de la provincia de Alicante, principalmente.

Mientras, proliferan los concursos y los patrocinios de actividades culturales y deportivas, que –profusamente acompañados de eco a través de la publicidad– son de dudoso interés social pero de indiscutible rentabilidad comercial. Por ejemplo, no es infrecuente que la dotación económica de una convocatoria de becas sea menor que la inversión publicitaria que la acompaña. Pero, como no todo es horrible, son dignas de mención actividades como los proyectos de Educar en Valores de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), talleres específicos de refuerzo escolar y ocio educativo para alumnos con necesidades educativas especiales. Y, posiblemente, ésta sea la primera publicidad que recibe esta iniciativa. La auténtica obra social.

¿Ventajas de ser maestro?

La cercanía histórica al mundo educativo de las cajas de ahorros no sólo se traducía en la financiación de centros escolares y diferentes ayudas, sino también redundaba en beneficio del docente. Como señala Vicente Botella, director territorial de la Obra Social de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), “económicamente, es un colectivo interesante, pero más importante aún es que, culturalmente, los maestros son los segundos en importancia del panorama educativo, porque perfilan la Educación dada en las familias”. Y sin embargo, este tipo de ventajas sociales tampoco están escapando de los recortes que en cada ejercicio sufre la Educación.

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