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Colegios para todo

La profunda transformación de las sociedades contemporáneas está obligando a los colegios a asumir responsabilidades que antes solían corresponder a otras esferas. Es el famoso debate sobre la conciliación vida profesional-vida familiar, reavivado esta semana tras declarar la ministra María Jesús San Segundo que el Gobierno quiere abrir los colegios españoles de Infantil y Primaria en vacaciones y fines de semana.
Miércoles, 13 de octubre de 2004
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO
Marta SERRANO

José Luis Rodríguez Zapatero trazó en campaña sus planes paraeducativos de Gobierno con una proclama electoralista y de fácil recuerdo: “quiero colegios abiertos 12 horas al día, 7 días a la semana, 11 meses al año”. La fórmula, propia de una franquicia de pequeños ultramarinos regentada por ciudadanos orientales, reavivó un debate de esos que nunca cesan.

Familia y escuela en una misma pregunta: ¿Qué queremos que sean nuestros centros cuando suena la campana que marca el final de las clases? ¿Dinamizadores sociales? ¿Una ayuda impagable para padres agobiados por las exigencias de un mercado laboral cada vez más competitivo? ¿Meros refugios para niños malqueridos?

La LOCE y sus diatribas apagaron la llama de la polémica hasta que la ministra de Educación, María Jesús San Segundo, nos recordara la semana pasada que la promesa del presidente no eran sólo palabras. El Gobierno se propone abrir los colegios en vacaciones y fines de semana, aunque aún no sabe muy bien cómo ni con qué alcance.

Voluntarios

Por ejemplo, se desconoce hasta que punto una futura ley sobre la cuestión vincularía a las comunidades autónomas, que son las que gestionan la mayoría del presupuesto educativo. Pero ante todo, todavía no resulta claro si serían profesionales cualificados o bien voluntarios los encargados de organizar las actividades extra-escolares dentro del centro.

Probablemente, la primera opción (contratar en exclusiva a profesionales) sea inviable desde el punto de vista presupuestario, si atendemos a los cálculos elaborados por el propio PSOE.

En un documento alternativo a la LOCE presentado en 2002, los socialistas cifraron en 80 millones de euros el coste aproximado de abrir los centros de Infantil y Primaria una hora antes todos los días lectivos del curso para acoger a los niños más tempraneros. Dicho texto, por cierto, especificaba que los fondos previstos serían “transferidos a las Comunidades Autónomas”.

Pues bien, 80 millones de euros para 175 horas (una por cada día lectivo según el mínimo LOCE para el calendario escolar en este nivel) nos da un coste aproximado por hora de 450.000 euros.

Veamos ahora el número anual de horas de apertura fuera de horario lectivo a partir de la promesa de Zapatero. Si los colegios estarían abiertos 11 meses al año siete días a la semana, esto quiere decir que sólo cerrarían 30 días. Es decir, en un año de 365 días, los chavales podrían realizar actividades en el centro 335 jornadas; de ellas, 175 lectivas y 160 no lectivas.

Gasto

En días lectivos, habría que contratar personal de fuera seis horas (las otras seis son tiempo de clase). Seis horas multiplicado por 175 días, total de 1.050 horas. Lógicamente, en días no lectivos, las 12 horas de apertura requerirían financiación extra. Doce horas por 160 días resultan en 1.920 horas, que sumadas a las 1.050 de los días lectivos, hacen 2.970 horas en un año. A razón de 450.000 euros por hora… mil trescientos millones de euros!! Nada menos que un 4,3% de incremento sobre el gasto global de Educación en España en 2003.

Quizá conscientes de que un slogan preelectoral no siempre casa bien con la acción de gobierno, los socialistas se apresuraron a declarar, a través de su secretario general de Educación, Alejandro Tiana, que la organización del tiempo no lectivo en colegios recaería en manos de universitarios “con algún tipo de beca”, o bien se recurriría al voluntariado. Curiosamente, Tiana no hizo mención alguna a los colectivos que normalmente se ocupan de estos menesteres en las comunidades con programas de este tipo, a saber, animadores socioculturales, trabajadores sociales, etc…

Aparcaniños

Por ahora, las asociaciones de padres rechazan categóricamente una desprofesionalización en las tareas extraescolares. “La Educación es demasiado importante para que se deje en manos de amateur”, proclama el presidente de la Concapa, Luis Carbonell. “Pedimos que el tiempo extraescolar sea considerado educativo y que los programas los lleven profesionales”, confirma, a través de su presidenta, Lola Abelló, la otra gran federación de padres en España, Ceapa.

Carbonell va más allá al denunciar “el tufillo a régimen soviético” que desprende una iniciativa tendente a que el estado se ocupe de todo “menos de parir los hijos”. En cuanto a la tan manida conciliación entre vida profesional y familiar, el presidente de los padres católicos reclama “medidas de fondo” tales como la reducción de la jornada laboral o la apertura de los comedores escolares a los padres. Menos crítica, Abelló valora la apertura de centros como herramienta contra “la desigualdad de oportunidades y a favor de la cohesión del municipio o barrio”. Aparcaniños vs. núcleos de integración. Sigue la polémica…

A cargo de los ayuntamientos

En España, son varias las comunidades que han puesto en marcha programas parciales de apertura de centros en días no lectivos. Por norma general, es el Gobierno regional de cada comunidad quien financia las actividades a través de la firma de convenios de colaboración con ayuntamientos, los cuales se ocupan de su organización, gestión y supervisión. No obstante, es habitual que los ayuntamientos destinen parte de sus partidas presupuestarias a este fin, siempre dentro de sus límites.

Existe un acuerdo casi unánime sobre la necesidad de ceder el control de los programas extraescolares a los municipios (barrios y distritos en el caso de grandes ciudades), ya que son estos quienes mejor conocen las características de su población y sus necesidades específicas. De hecho, al anunciar la pretensión de abrir los colegios públicos en vacaciones y fines de semana, la ministra San Segundo dejó claro que el poder local es el máximo aliado para que los programas funcionen correctamente.

En la Comunidad de Madrid, la Consejería de Educación inició en el año 2000 su “Plan de Apertura de los colegios públicos de Educación Infantil y Primaria en días no lectivos y vacaciones escolares” con la firma de 10 convenios con ayuntamientos de la región y 139 centros participantes. Por aquel entonces, el presupuesto destinado al programa se situó en poco más de 600.000 euros.

Transcurridos cuatro años, la Consejería mantiene convenios vigentes con 120 pueblos madrileños, y 844 colegios abren sus puertas más allá de las horas de clase. La partida destinada al programa asciende en el presente año a 10 millones y medio de euros. Un crecimiento exponencial que deja patente la gran aceptación que ha tenido entre los padres madrileños un programa que, a buen seguro, les evita muchos quebraderos de cabeza sobre el cuidado de sus hijos.
Sobre los objetivos del plan, la Comunidad de Madrid destaca ante todo la promoción “de espacios de convivencia mediante actividades lúdicas, crear espacios compartidos entre padres e hijos, dotar de más recursos para el juego a la infancia y utilizar los centros escolares como lugar encuentro”. Una filosofía eminentemente integradora que, en el caso de Madrid, se ha visto reforzada con la masiva llegada de alumnado inmigrante.

Mientras las programas de apertura se extienden por toda nuestra geografía, el debate terminológico sobre el carácter educativo, lúdico o asistencial de las actividades realizadas no cesa. Para muchos, la vertiente integradora de los programas garantiza por sí misma su carácter educativo (Educación en valores, para la convivencia…). Por el contrario, otros como la Ceapa reclaman que los centros oferten también clases de Informática o Inglés a modo de academia privada para asegurar la igualdad de oportunidades.

“No se trata de hacer guarderías de niños, sino de ayudar a las familias”

La secretaria de Estado de Familia, Asuntos Sociales y Discapacidad, Amparo Valcarce, nos explica por qué abrir los centros más allá del horario escolar ayuda a conciliar vida laboral y familiar.

—¿Cómo se financiará esta apertura de los centros?
—Para propuestas como esta de la apertura de los centros, y otros programas para la conciliación de la vida laboral y familiar, destinaremos en 2005 una partida de 21.793.830 euros, que distribuiremos entre las CCAA según el Plan concertado en la Conferencia Sectorial.

—El lema de 7 días a la semana, 12 horas al día y 11 meses al año ya apareció en las elecciones…
—Sí. Además con el compromiso de que, al margen de la vertiente asistencial, haya otra educativa, porque no queremos que los centros se conviertan en una mera guardería de niños.

—¿En qué consistiría la vertiente educativa?
—Queremos dotarla de contenido en deportes, música, TIC, animación a la lectura y refuerzo de las asignaturas básicas. No obstante, desde esta Secretaria de Estado de Familia, Asuntos Sociales y Discapacidad lo más importante es el servicio que se presta a las familias.

—Se ha hablado de voluntarios para atender a los escolares fuera de la jornada lectiva, ¿qué personal y que otras partidas se destinarán a esta apertura de centros?
—Se firmarán acuerdos con los municipios interesados y se subvencionará a las ONG para que contraten personal cualificado además de los voluntarios. Por otra parte, a través del apartado 052 del IRPF financiamos actividades para la infancia y la familia entre las que incluimos dinero para las APAS.

—¿No sería mejor tomar medidas para que los niños estuvieran más tiempo con las familias?
—Desde el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales también promoveremos e incentivaremos a las “empresas familiarmente responsables” y fomentaremos certificados de calidad para otorgar a aquellas empresas que permitan las jornadas continuas o flexibles.

—¿Cuándo se pondrá esta medida en marcha?
—Dentro de las pautas que marca la Unión Europea (UE) ya hemos firmado un convenio con la Fundación +Familia dentro de la idea de fomentar la responsabilidad voluntaria.
 

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