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El perfecto parado también puedes ser tú

Los derechos de las administraciones públicas y de las empresas privadas a la hora de contratar a los candidatos que se ajusten mejor a un perfil demandado, chocan con intereses que son paralelos a las capacidades de los trabajadores. Esto hace que sean numerosas las denuncias contra la vulneración del principio constitucional que indica que las contrataciones (especialmente las de las administraciones públicas) deben basarse en los principios de concurso, mérito y capacidad.
Miércoles, 17 de noviembre de 2004
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Autor: Marta SERRANO

Las desigualdades en el derecho al trabajo son un hecho constatado en España y afectan a todo tipo de personas de cualquier nivel socioeconómico y cultural. Éso sí, no de la misma manera. Si tener un trabajo es una cuestión de salud, no tenerlo es considerado prácticamente como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que afecta física y emocionalmente al individuo.

Sin embargo, la discriminación laboral no sólo se da a la hora de enfrentarnos a un proceso de selección de personal. Una vez dentro de una empresa también se dan a menudo situaciones de acoso físico y psicológico que tienen consecuencias a priori impredecibles.

Embarazo y mujer

Las mujeres se suelen llevar la peor parte, y los procesos de gestación tienen buena parte de culpa. Quedarse embarazada aparece como una de las causas principales de despidos sin justificación alguna en un país muy atrasado respecto a las políticas de conciliación de vida laboral y familiar y donde todavía se considera a la mujer como principal responsable del cuidado de los hijos.
Desde la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditativas (Anepa), se advierte de que han observado un incremento de la discriminación selectiva de mujeres. Es decir, hay empresas que directamente no contratan a mujeres para evitar bajas por gestación y permisos por maternidad. Además, esta causa no afecta sólo a trabajadoras jóvenes o temporales. Hace unos días el Tribunal Constitucional dió la razón a Consuelo Arto de Pablo por uno de estos sucesos.

La que fuera segunda piloto de la compañía Pan Air fue despedida sin previo aviso tras 10 años de servicios por el mero hecho de quedarse embarazada. En este caso concreto, la mujer, con alto nivel de formación y respaldada económicamente por su marido, ha luchado séis años en los tribunales hasta conseguir que el despido sea considerado nulo. Pero la mayoría de mujeres no denuncian.

Asimismo, tener más de 40 años y no tener formación aumenta el riesgo de verse en la calle. Según la Anepa, “la excesiva presión psicológica a la que se ven sometidas las mujeres sin formación y mayores de 40 años está derivando en enfermedades laborales que, en muchos casos, se enmascaran con depresiones o estrés, relacionándose con aspectos personales y no con profesionales”. El presidente de esta asociación, Juan Carlos Bajo, añade, “la difícil conciliación de la vida familiar y profesional agrava la situación de este colectivo”. Pero no es el único motivo de discriminación laboral. El acoso sexual y el mobbing también están muy extendidos en las empresas, aunque raramente se llega a los tribunales.

Según María Jesús Vilches, secretaria de la Mujer de CCOO, “muchas mujeres sufren vejaciones en el trabajo aunque no son capaces de denunciarlo por miedo a perder su puesto o por temor a que no se las crea”. Para paliar la situación este sindicato ha editado una guía tanto para evitar posibles casos como para saber reaccionar ante este tipo de conductas.

“Esticismo”

Y por si había pocas desigualdades en el mercado laboral de nuestro país, los expertos empiezan a detectar un nuevo tipo de discriminación al que ya se conoce como “esticismo” y que viene a ser la discriminación por razones estéticas.

Según distintas asociaciones, “las mujeres obesas encuentran mayores trabas para encontrar trabajo. Tener más kilos implica tener menos oportunidades de empleo”. Además, se apunta que “las mujeres que pesan más ganan menos que las mujeres delgadas”. En un mundo cada vez más competitivo parece que las posibilidades de empleo también se reducen para feos, bajitos y personas con acné o con gafas, ya sean mujeres y hombres.

Mundo aparte es el de los discapacitados. “A priori” muchas empresas como El Corte Inglés por ejemplo, no contratan a estas personas, como critica Fundosa Social Consulting, una empresa dedicada a la inserción laboral de este colectivo en colaboración, entre otras, con la ONCE.

Stop discapacitados

Desde asociaciones de discapacitados se asegura que una minusvalía física, como el enanismo, o como una ortopedia en una extremidad, no impide a una persona desarrollar cualquier tarea intelectual. “Soy licenciada en Económicas, pero en cuanto digo que soy diabética y tengo que comer todos los días a la misma hora, no me quieren en ninguna empresa”, afirma Carmen, una joven de 34 años que tras varios intentos de incorporarse al mercado laboral decidió aferrarse al autoempleo y ahora es propietaria de una pequeña empresa familiar.

Por su parte, quienes llegan a nuestro país como inmigrantes y buscan una forma de vivir también se ven abocados a situaciones tremendas. “Son trabajadores de los que se abusa porque el empresario sabe que hacen cualquier cosa con tal de no perder el empleo. Son una especie de esclavos que llegan a trabajar ilegalmente 18 horas diarias por un sueldo mínimo”, señala Juan Carlos Bajo. Por eso, el experto asegura que “discriminar negándole el trabajo a una persona por alguna característica imposible de cambiar (edad, apariencia, nacionalidad) es rechazarlo y eso hay que denunciarlo siempre”.

Productividad y horario

Pero contratar personal de estos colectivos que tienen todas las papeletas para ser los “parados perfectos” también puede aportar ciertas ventajas a las empresas. Para el presidente de Anepa, “es importante para una empresa contratar a mujeres porque tienen mucha menos rotación empresarial y los hombres son menos estables en el puesto de trabajo porque no les importa la pérdida de parte de su parcela familiar”. Asimismo, explica que “las mujeres se autoexigen más y no se dispersan, mientras los hombres se distraen con una mosca que pase. Es algo biológico. Yo lo he comprobado”. Según Juan Carlos Bajo, “las mujeres además piden menos bajas laborales porque siempre tienen que estar demostrando su capacidad para el empleo, un día tras otro. Se sienten siempre cuestionadas, y son capaces de ir a trabajar hasta con fiebre”.

En cuanto a la mayor o menor productividad en el trabajo, el presidente de Anepa señala que tenemos una asignatura pendiente respecto a Europa y es, aparte de nuestro retraso en políticas de conciliación laboral y familiar, la excesiva jornada de trabajo. “Las jornadas son larguísimas en España”, critica.
Para Juan Carlos Bajo, “no es verdad el tópico de que en nuestro país no se trabaja”, lo que pasa es que “se asocia el rendimiento y la productividad a la cantidad de horas fuera de casa y esa no es la realidad”. Las distancias y los desplazamientos para llegar al puesto de trabajo son muy largos, sobre todo en ciudades grandes como Madrid o Barcelona.

Pero lo peor, según el presidente de Anepa, es que el tiempo medio para la comida es excesivo, muy alto. “Tenemos entre una hora y media y dos horas para comer y eso va en contra de la productividad”, señala. Según el experto, “los estudios que se están planteando tienden a reducir los tiempos, y que la jornada laboral se alargue, empezando a las 9 de la mañana, como muy tarde hasta las cinco de la tarde, como ocurre en toda Europa”.

Para el presidente de la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditativas, “este tipo de jornada aumenta la productividad en las empresas porque, por un lado, la gente, saliendo a las cinco de la tarde, podría prepararse más a través de máster, cursos de postgrado o cursos de idiomas y estaría más motivada”. Por otra parte, según Juan Carlos Bajo, “en nuestro país el ritmo de comidas es muy malo porque pasamos muchas horas sin comer y durante ese tiempo el rendimiento laboral baja”, por lo que asegura que “se ha demostrado que las grandes jornadas laborales que se pusieron de moda en los años 80 no sirven para aumentar la productividad de las empresas y hoy todas las empresas competitivas miran a países como Reino Unido o Alemania”.

Administración pública y profesorado

La discriminación laboral afecta también a la administración pública y más concretamente al colectivo docente. De hecho, el sindicato ANPE ha puesto una denuncia en los juzgados contra la Consejería de Educación del Principado.

Según la denuncia, la Consejería, contraviniendo la normativa estatal que regula el acceso a la función pública y las sentencias dictadas por los Juzgados de lo contencioso-administrativo y el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, procede a la contratación de interinos sin tener en cuenta los principios de igualdad, mérito y capacidad que deben regir el acceso a la función pública docente, favoreciendo sin causa alguna la incorporación a la función pública docente a unas determinadas personas, en una manifiesta desviación de poder”.

Según el sindicato demandante, “mediante un requerimiento y con anterioridad a la contratación que se denuncia, ya se advirtió a la Administración de la manifiesta ilegalidad que ‘parecía’ pretendía cometer. Ni en la información que se facilita a las OOSS ni en la página web de Educastur se dice nada de esa contratación ilegal que se ha producido, por lo que, además de contraria a derecho, es secreta”.

Desde el sindicato se critica además que “no es la primera vez que la consejería de Educación efectúa estas prácticas anticonstitucionales. En sentencia de febrero de este año 2004, la Consejería cosechó, a instancias de la denuncia presentada por ANPE, una sentencia condenatoria por contratar interinos a través del INEM. Los argumentos entonces aducidos por ANPE tienen plena validez en este mismo caso: La Administración, sin ninguna justificación, efectúa una contratación sin someterse a la normativa”.

El coste del estrés laboral

Convergencia i Unió ha presentado una Proposición no de Ley en el Congreso por la que reclama al Gobierno medidas para combatir el estrés laboral, . El diputado Carles Campuzano detalla que uno de cada tres trabajadores lo padece, que al menos 41 millones de europeos están estresados y que supone un coste anual de más de 20.000 millones de euros en la UE. Según la propuesta “una de cada dos ausencias laborales está motivada por el estrés o por sus repercusiones en la salud, y estas ausencias junto con los gastos sanitarios que del estrés se derivan suponen un coste de más de 20.000 millones de euros “.

TIPOLOGÍAS

1. Acoso físico (sexual o maltrato a partir de empujones, etc.)

2. Acoso moral o mobbing. Discriminación de componente psicológico.

3. Discriminación a priori (una empresa no contrata a mujeres y así evita dar permisos por maternidad).

4. Discriminación por razón de edad.

5 . Esticismo o discriminación por razones estéticas. Ser gordo, feo o bajo reduce las posibilidades de encontrar un buen empleo.

6. Discriminación por razones de salud o discapacidad, aunque sea temporal.

PERFIL TÍPICO

1. Que sea mujer. Es un hándicap para muchas empresas, que las discriminan a priori.

2. Ser muy joven o sobrepasar los 40 años añade dificultades para encontrar un buen empleo.

3. Con escasa o nula formación aumentan las posibilidades de sufrir tanto desempleo como acoso físico y psicológico.

4. Con intención de formar una familia o tener a cargo a los hijos o a una persona mayor.

5. Que no responda a los cánones de belleza del momento. Ser guapa, alta y delgada ayuda a conseguir un trabajo.

6. Ser inmigrante y aceptar cualquier empleo.

“Las mujeres denuncian menos porque les es más difícil cambiar de empleo”

Experto en Prevención de Riesgos Laborales, Juan Carlos Bajo, sabe que la discriminación en el empleo existe y lucha por eliminarla desde la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditativas (Anepa), de la que es presidente.

—¿En nuestra sociedad, aparentemente democrática, se discrimina en el trabajo?
—Hemos comprobado que se utilizan aspectos de seguridad laboral para discriminar por otro tipo de factores.

—¿Qué debe hacer alguien que se siente discriminado o acosado laboralmente?
—Debe ir directamente al Ministerio de Trabajo a poner una denuncia en el servicio de inspección. No obstante, nosotros tenemos más de 5.000 técnicos trabajando en las empresas y recogen datos.

—¿Qué tipologías discriminatorias se dan?
—El acoso sexual, el moral, el psicológico, e incluso a veces hay maltrato físico (empujones).

—¿Se trasladan los problemas personales al trabajo?
—Evidentemente. Es inevitable que una persona que sufre en casa, porque su marido le pega, por ejemplo, lo proyecte luego en su trabajo. Si le duele un brazo o está con moratones afectará a su trabajo y como el empresario quiere trabajadores que estén al 100% muy posiblemente vea como además de sufrir violencia doméstica se queda en paro. Hay que evitar estas situaciones.

—¿Qué datos manejan sobre discriminación laboral? ¿Cuántas personas pueden sufrirlo al año en España?
—No hay datos de este tipo porque se denuncia un porcentaje bajísimo de los casos. En España hay unas 300.000 personas que sufren acoso moral o mobbing, pero no hay estadísticas. Estos son sólo los casos denunciados.

—¿Hay diferencias en función del género?
—Sí. De estas 300.000 personas un 46% son hombres y el resto mujeres. Es decir, tenemos ocho puntos de diferencia. Además, sabemos que las mujeres denuncian menos porque tienen peores condiciones para cambiar de empleo.

—¿Existe un perfil tipo de acosada?
—Una acosada típica es una mujer de más de 40 años que busca empleo. Por si es separada o divorciada y peor si tiene a cargo hijos o a una madre, por ejemplo. La situación se complica más cuánto menor es la formación.

—¿Más que un inmigrante sin formación y sin papeles?
—Está claro que va a necesitar trabajar y va a aguantar cualquier circunstancia. Además, un mal puesto de trabajo en España es mejor que cualquier buen puesto de trabajo en Ecuador.

—¿La edad influye?
—Lógicamente. Porque estamos en una sociedad en la que se prima a la persona joven frente a la persona mayor. La edad es un hándicap y el acoso aumenta con la edad porque echar a un trabajador que lleva 17 años en una empresa es lógicamente más caro que echar a una persona joven.

—¿Cómo se acosa a un hombre de 45 años que lleva más de 10 en una empresa?
—Se le mantiene el sueldo pero se le quita responsabilidad. Pasa por ejemplo de ser jefe de departamento a no serlo y además, si tenía despacho, se le quita el despacho y su mesa se coloca en el pasillo… Puede llegar a ser una situación insostenible que acaba con el empleado en el psiquiatra porque se siente el culpable de lo que le ha pasado. Además, entre los compañeros –cuanto más alto es el puesto peor–, cada vez hay menos solidaridad.

—¿Qué hacer cuándo uno se siente acosado?
—Si hay representación sindical, ponerlo en su conocimiento; si no, dirigirse a CCOO o UGT al tiempo que se denuncia en la Inspección de Trabajo y en la Comisaría. Es la manera de concienciar a la sociedad de que no se puede tratar así a las personas. Asumimos cuando nos echan aunque sea una discriminación. No hay una cultura de prevención.

—¿Qué enfermedades afectan a las personas acosadas?
—Fundamentalmente ansiedad, estrés y todo tipo de problemas psicológicos porque acabas sintiéndote culpable. Son problemas que además se proyectan luego en la vida personal y tienen consecuencias impredecibles.
 

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