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Un estudio pone en duda el sistema utilizado en las oposiciones

Un estudio publicado recientemente por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada, patrocinada por algunos de los principales bancos españoles), ¿Qué determina el éxito en unas oposiciones?, elaborado por Manuel F. Bagüés, demuestra que el sistema de oposiciones español deja bastante que desear.
Miércoles, 23 de febrero de 2005
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Autor: J.M.LACASA

Tras un análisis de 40.000 opositores a siete Cuerpos del Estado –Abogado del Estado, Carrera Diplomática, Inspector de Hacienda, Fiscal y Juez, Notario, Registrador y Secretario Judicial– concluye que en los resultados de los aspirantes confluyen un gran número de factores externos que modifican sustancialmente su resultado. Algunos de ellos son aleatorios, como el día de la semana o la hora del examen, los aplazamientos o el orden de la convocatoria. Otros, no tanto: según el informe, “encontramos inquietantes síntomas de la existencia de nepotismo, sexismo y localismo en las evaluaciones”.

Sobre los aleatorios, el informe pone como ejemplo que “el orden de convocatoria, decidido por sorteo, aumenta las probabilidades de éxito de aquellos opositores situados al comienzo de la lista en un 55% en promedio respecto a los candidatos situados al final de la lista”. Sobre los no aleatorios, el informe es tajante: “Los candidatos emparentados con miembros del Cuerpo del Estado al que aspiran tienen tasas de éxito significativamente –más de un 100%– superiores al resto”.

Y añade: “Por sí solo este dato no permite realizar ninguna inferencia acerca de la existencia de nepotismo, pudiendo reflejar únicamente una mayor calidad o preparación por parte de este grupo de candidatos. Sin embargo, la evidencia adicional disponible parece descartar esta posibilidad y sugiere la existencia de favoritismo por parte de algunos evaluadores. En particular observamos que un candidato pariente tiene significativamente mayores posibilidades de éxito cuando los miembros del tribunal han entrado en la Administración con menor edad. Además, las tasas de éxito de los parientes son similares a las del resto de candidatos en aquellas ocasiones en las que se ha realizado un test anónimo”.

El autor, considerando el nepotismo como uno de los elementos distorsionadores del resultado de la evaluación en unas oposiciones, considera aún más importantes otros factores: “Más allá de la secular preocupación por la potencial existencia de favoritismos en las oposiciones, resulta aún más preocupante la poca precisión que se observa en las evaluaciones. La magnitud de la aleatoriedad detectada sugiere que los perjuicios que causa la inepcia en el diseño e implementación de las oposiciones pueden ser incluso mayores que los potenciales problemas derivados de la endogamia”.

Consecuencias

Uno de los efectos detectados por Bagüés en su informe es el del orden en que se realiza el examen oral, llegando a tener un 55% más de posibilidades aquellos convocados al principio que los examinados al final. Sin embargo, el autor llega a la conclusión de que si antes de esta prueba los examinandos pasan un test anónimo y eliminatorio, el “efecto orden” desaparece.

Uno de los análisis más populares en este momento es el de género. El informe establece que “las posibilidades que tiene una candidata de obtener una plaza son significativamente mayores cuando los miembros del tribunal tienen mayor edad. Análogamente, un varón tiene relativamente mayores probabilidades de éxito cuando los miembros del tribunal son más jóvenes”.

Otro de los temas más populares, el de que las mujeres tienen menos probabilidades de acceder a una plaza debido a la existencia de menos féminas entre los miembros del tribunal, es negado por el autor: “aumentar el número de mujeres en los tribunales no garantiza necesariamente que disminuya, si es que existe, la discriminación sexual sino que, paradójicamente, en algunos casos incluso podría llegar a agravarla”.

Otro de los descubrimientos del estudio, al valorar la aparición o desaparición de un test previo a los exámenes orales, es que esta prueba elimina tanto el “efecto orden” como el nepotismo observable, pero tiene otro efecto más: aumenta la posibilidad de éxito de los varones.

Conclusiones

El autor concluye que “la evidencia empírica obtenida muestra la presencia de sesgos muy significativos en la evaluación y plantea serias dudas sobre la bondad del presente sistema [de oposiciones]” y que “se halla un gran componente de azar y subjetividad en la evaluación. Esta aleatoriedad dificulta la elección de los mejores y favorece a aquellos candidatos con capacidad para persistir en la preparación de las oposiciones durante un mayor número de años”.

Y añade tres sugerencias: la generalización de los test al comienzo de la oposición; la introducción del anonimato y la doble corrección de los exámenes escritos; y “que se haga efectivo algún tipo de control sistemático de los sistemas de selección por parte de alguna institución ajena”.

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