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Rebelión contra la violencia escolar

El cabezazo que el padre de una alumna propinó a un profesor de Secundaria ha generado una movilización en Málaga, sin precedentes tanto en Andalucía como en España. Más de 2.000 profesionales salieron a la calle el jueves pasado para reclamar a la Administración que tome medidas más contundentes ante el aumento de la conflictividad que atenaza su labor docente.
Martes, 15 de marzo de 2005
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Autor: Remedios CUEVAS

La última gota colmó el vaso. El cabezazo de un padre a un profesor ha generado la mayor contestación del profesorado a la lacra de la violencia escolar que se ha registrado en España. Sucedió en Málaga la semana pasada. Más de 2.000 profesores se concentraron el pasado jueves ante la sede provincial de la Consejería de Educación en una manifestación sin precedentes que fue el acto central de una jornada de huelga en los colegios e institutos de esta provincia andaluza.

La reacción de la clase docente fue contundente y su mensaje, claro y conciso. Los enseñantes, que se sienten desprotegidos, exigieron a la Administración “medidas encaminadas a erradicar las agresiones” y una “asistencia letrada ágil y adecuada a las circunstancias actuales”. Esto último es porque la póliza que da cobertura a los profesionales que se ven implicados en procesos judiciales ha quedado desfasada tras la entrada en vigor de los juicios rápidos.

Precisamente en uno de esos juicios rápidos se acaba de condenar al padre que propinó el cabezazo que ha desencadenado la masiva protesta de Málaga. Ahora tendrá que pagar 500 euros de multa por lesionar y amenazar al profesor de su hija el pasado 21 de febrero, con la que éste había tenido un incidente disciplinario el día anterior. La misma sentencia, emitida por el Juzgado de Instrucción número 12 de Málaga absuelve al docente, que había sido acusado de vejar a la alumna en clase.

Más en Secundaria

Ese caso concreto se produjo en el IES “Puerto de la Torre”, sito en la capital malagueña, y es un ejemplo de cómo la Secundaria acapara la mayoría de los incidentes. Tras esa violencia escolar se ocultan factores como la caída de valores entre el alumnado, la pérdida de la autoridad del profesorado y del respeto que antes inspiraba la profesión tanto a los adolescentes como a sus padres. La mayoría de docentes coincide en que la actitud de las familias ha cambiado. Y en que cada vez son más frecuentes los incidentes con padres o madres que piden explicaciones airadamente a los tutores de sus hijos.

En el malagueño IES “Cánovas del Castillo” ocurrió un episodio de estas características el pasado 22 de febrero, tan sólo 24 horas después del caso del cabezazo. El centro expulsó temporalmente a un alumno que le había dado una colleja a uno de sus profesores en un pasillo. Francisco Montes, director de este centro, relata lo que ocurrió a la llegada de la madre del estudiante: “Reaccionó fatal. En cuanto llegó pidió los papeles para cambiar a su hijo de centro. No le interesaba conocer lo que había hecho su hijo y, de hecho, se fue despotricando”.

Este suceso salió a la luz cuando la huelga del jueves ya había sido convocada por la junta de personal docente de Málaga e ilustra con qué clase de frustración se topa el profesorado que no encuentra colaboración en las familias de sus alumnos. No son actitudes generalizadas, pero según los profesionales van a más.

Sin cifras oficiales

No hay cifras oficiales sobre la incidencia de la violencia escolar, pero los sindicatos sostienen que en el caso andaluz, el fenómeno es mayor de lo que admite la Consejería de Educación. Quien sí tiene datos y bastante estremecedores es la Fiscalía de Málaga: cada dos días se denuncia por vía penal un caso de violencia escolar. Los episodios de conflictividad que llegan a este departamento se han cuadruplicado en sólo cuatro años.

Los institutos de Secundaria concentran la mayoría de problemas. Fuentes de varios centros coincidieron en que los problemas que surgen son cada vez más graves y en que la edad de los alumnos conflictivos se reduce año tras año. Ahora existe un plan específico del Ministerio de Interior para la vigilancia policial de los entornos educativos, pero la Policía Local de Málaga ya los recorría de forma asidua mucho antes de que se activara este nuevo dispositivo.

Uno de los centros que tuvo que solicitar presencia policial en algunas ocasiones fue el IES “Vicente Espinel”, a causa de las peleas que se originaban a la hora de la salida. Precisamente ese centro fue escenario de un episodio violento que dio lugar a otra movilización docente, aunque de menor entidad que esta última. Sucedió a finales del curso pasado. Una profesora fue agredida por un alumno, que la golpeó en el hombro, lo que provocó su expulsión temporal. La docente, que no quiso que trascendiera su identidad, manifestó que el mal ambiente se ha incrementado durante los últimos años en las aulas. “Si un adolescente no respeta a su propio padre, ¿a quien va a respetar?”, se quejó amargamente. Esta profesora se dirigió entonces a los compañeros que sufren violencia verbal o física: “Que sean fuertes, que no se depriman y que den a conocer lo que les ha sucedido”.

Reticencia a denunciar

Pero lo cierto es que los enseñantes suelen ser reticentes a dar difusión a este tipo de casos. Así lo explica Inmaculada González Yáñez, letrada de la Federación de Enseñanza de UGT, que asegura que sólo salen a la luz una mínima parte de los incidentes. “El profesorado es muy reacio a denunciar. Ellos tratan de perdonar y de no llegar a vía judicial porque en muchos casos tienden a ser paternalistas con sus alumnos”, expone.

El daño que genera la violencia escolar es difícil de medir, pero todos los expertos coinciden en que, casi siempre, es mucho mayor el perjuicio psicológico que el físico. Así sucedió, por ejemplo, con el profesor que recibió el cabezazo y que, según su abogado, está “lastimado psíquicamente”.

María Dolores López, letrada de CCOO, afirma que estos casos suelen generar patologías psiquiátricas que, por otro lado, son el tercer grupo de enfermedades más frecuentes entre el profesorado después de las de tipo respiratorio y traumatológico. Y en cuanto a los niños, es impredecible cómo puede afectarles el acoso por parte de otros compañeros, lo que ahora se conoce como bullying.

Disparo por la espalda

María Carlota Hallama da clases de Inglés y participó en la concentración del jueves pasado. Su rostro refleja un cansancio y una tristeza que tienen su origen en lo vivido en las aulas durante la última década. En 1996, cuando estaba en prácticas en un instituto de la localidad de Fuengirola (Málaga) se dio de bruces con el desencanto. “Estaba de espaldas escribiendo en la pizarra cuando un alumno de tercero me disparó con una pistola de aire comprimido. Yo no lo vi y pensé que había sido un tizazo, pero luego me dijo la verdad una alumna”, relata.

El último sobresalto de Carlota Hallama ha tenido lugar hace sólo dos meses, cuando encontró carteles con su retrato en los que se podía leer ‘se busca viva o muerta’. Las fotos se las habían hecho –cómo no– unos alumnos con sus teléfonos móviles. La docente acudió entonces a un Juzgado a exponer los hechos, pero finalmente optó por no ratificar su denuncia. Afirma que no tiene “suficiente energía” como para invertirla en un erosionante proceso judicial.

Tampoco quiso faltar a la manifestación de Málaga Francisco Díaz Chicano, que recientemente sufrió una pena de banquillo por mediar en una pelea entre adolescentes. El caso de este profesor es significativo. Después de separar a dos jóvenes que se habían enzarzado en una riña a unos 100 metros de su instituto fue denunciado por uno de ellos, que le acuso de amenazas. El Juzgado de Instrucción número 12 de Málaga le absolvía el pasado 19 de diciembre de estos hechos.

La sentencia por el caso Díaz Chicano, lejos de dar crédito a la versión del denunciante, puso de manifiesto que el docente “no dudó en implicarse activamente para evitar la agresión”. El fallo también reflejó que acciones como la que realizó este enseñante, “contribuyen a poner límite a situaciones de acoso y agresión que, por desgracia, vienen proliferando en el entorno educativo”.

“Hija de p…”

Hay otros muchos casos, como el de una maestra de un colegio de Estepona (Málaga) que fue injuriada por el padre de un alumno. La llamó “hija de puta, cabrona” a gritos, primero en el despacho de la directora y luego, en la calle. Fue condenado hace ya más de un año a pagar una multa de 150 euros por estos hechos. Aunque las sentencias hagan justicia, no siempre reparan el daño sufrido.

La Consejería andaluza de Educación ha anunciado ahora un nuevo decreto que regulará la convivencia en los centros educativos. Esta norma recogerá líneas de actuación basadas en la mediación, la formación de los padres e incluso la reducción de la ratio. También se prevé la creación de un observatorio para el análisis de la conflictividad.

“Constante insostenible”

El tiempo dirá si estas medidas resultan eficaces para poner freno a la agresividad que hoy enturbia las clases de miles de maestros y profesores y de sus alumnos. Los más de 2.000 que se movilizaron en Málaga el jueves pasado dijeron con claridad lo que piensan. Juan Ángel Guzmán, del IES “Emilio Prados” pidió medidas “más contundentes” y Jesús Majada, del IES “Arroyo de la Miel”, de Benalmádena (Málaga), subrayó que la conflictividad actual es “una constante insostenible”. Sus declaraciones son sólo un botón de muestra.

El cabezazo al profesor del IES “Puerto de la Torre” ha sido un punto de inflexión para el profesorado malagueño que, provisto de una nueva conciencia de lucha contra la violencia, exige “gestos”. Se los pide a una Administración que ha desplegado soluciones que, preñadas del típico buenismo utópico, se han revelado insuficientes, ya que durante los últimos años han tendido a minimizar este problema. Ahora lo tendrán difícil para mirar hacia otro lado.

Sin precedentes

Nada menos que 2.000 profesores en una manifestación contra la violencia escolar, en la capital de una provincia (Málaga) con 13.000 docentes en la pública –6.000 de ellos en institutos de Secundaria, los más afectados por el problema– se concentraron ante la sede provincial de la Consejería de Educación. Nunca hasta el momento se habían concentrado tantos docentes para protestar contra el clima de violencia y amenazas en que viven los profesores de instituto, ni en Andalucía ni en otra parte de España.

El que haya ocurrido en Andalucía no es casualidad, ya que el goteo de agresiones a profesores había pasado a ser auténtica inundación, teniendo en cuenta que muchas de las agresiones no se hacen públicas. Ecos de las denuncias llegan con regularidad a esta redacción de buena parte de España, pero el 70% llegan de la comunidad andaluza. La tibieza de las medidas de la Consejería, preñadas de buenismo e ineficacia, han propiciado que el asunto se les haya ido de las manos. No será la última manifestación.

Caso por caso

Un cabezazo por sorpresa
El padre de una alumna acaba de ser condenado en Málaga por propinar un cabezazo a un profesor de su hija, al que también amenazó. Este ataque fue el desencadenante de la gran concentración del jueves pasado, a la que asistieron más de 2.000 docentes. El progenitor tendrá que hacer frente a una multa de 500 euros.

Una colleja en el pasillo
El IES “Cánovas del Castillo”, de Málaga, ha expulsado temporalmente a un alumno que le dio una colleja a un profesor en mitad de un pasillo. Esto sucedió a finales del pasado febrero.

En el banquillo de los acusados
Un profesor se sentó en el banquillo en el mes de diciembre por una acusación que luego fue desestimada. Un adolescente le acusó de amenazas, pero la realidad es que el único delito del docente fue separar a ese menor de otro con el que se había enzarzado en una pelea. El profesional fue absuelto.

Carteles vejatorios
Una profesora de inglés que da clase en un instituto de la Costa del Sol se encontró con carteles en los que colgaba su retrato y donde se podía leer ‘se busca viva o muerta’. Las fotografías se las habían hecho unos alumnos con teléfonos móviles. No es el primer ataque que sufre en el ejercicio de sus profesión.

Un golpe en el hombro
El IES “Vicente Espinel” de Málaga expulsó a un alumno a finales del curso pasado después de que el joven golpeara en el hombre a una profesora. Esta agresión tuvo como contestación una concentración de docentes.

Insultos a 150 euros
El padre de un alumno fue condenado hace ya más de un año a pagar 150 euros por insultar a la maestra de su hijo. El progenitor la llamó “hija de puta, cabrona” a gritos.
 

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