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La tele en busca de calidad...

Comienza el curso y las distintas cadenas de televisión estrenan temporada y, con ella, programación infantil. No obstante, poco a poco la programación se llena de anuncios publicitarios según se acerca la Navidad y, todo esto, mientras planea sobre las distintas parrillas televisivas la entrada en vigor de la nueva Ley de Televisión Digital Terrestre (TDT), con la que se prevé una revolución del panorama audiovisual.
Miércoles, 16 de noviembre de 2005
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Autor: Marta SERRANO

Los expertos coinciden. No hay duda de que las cadenas de televisión y, sobre todo las privadas, dan signos de buena voluntad y siempre firman los códigos de autorregulación y buenas prácticas. Sin embargo, a la hora de la verdad, la realidad es bien distinta y parece que les cuesta mucho ceñirse a ellos.

El último de estos códigos entró en vigor el pasado 8 de marzo. Supone que de 8 a 9 y de 17 a 20 horas de lunes a viernes (de 9 a 12 horas los fines de semana), las televisiones no deben emitir imágenes con manifestaciones sexuales explícitas, violentas o discriminatorias. También deben señalizar la edad de cada programa.

¿Lo cumplen? Vayamos por partes. Las televisiones reservan una franja por la mañana, a mediodía y por la tarde para ofrecer programación infantil o juvenil. Todas menos Tele 5, que va por libre y ocupa la mañana con Informativos matinales y las tardes de los días de diario con el magazine A tu lado.

Antena 3 y la Primera de TVE también han apostado este otoño por telenovelas, programas de citas o magazines, olvidando así totalmente al público infantil.

Con este panorama parece necesario apelar al sentido común de las familias para de algún modo controlen los contenidos y los tiempos que los más pequeños de la casa pasan frente a la pequeña pantalla del televisor.

Otro aspecto a tener en cuenta aunque no es nuevos en ningún caso, es la tendencia comprobada de niños y jóvenes a ver la televisión a última hora de la tarde e incluso después de las diez de la noche, cuando las parrillas ofrecen series como C.S.I., Hospital Central, Aquí no hay quien viva, Gran Hermano, Operación Triunfo, o cine normalmente recomendado para adultos.

Filtros en telediarios

En cuanto a los telediarios, un informe sobre la violencia en los informativos realizado por el Centro Universitario Villanueva refleja que “un niño que vea dos horas de televisión al día recibe en torno a 10.000 imágenes violentas al año”. El estudio se centra en ver los efectos de los informativos en los niños señalando que los más pequeños imitan las escenas violentas mientras los mayores se vuelven pasivos.

Por otro lado, según estudios de Estados Unidos, los niños menores de siete años no distinguen entre imágenes en directo y en diferido “por lo que, para ellos, la repetición de imágenes de los atentados del 11-S les hacía creer que se estaban produciendo nuevas imágenes violentas”. Además, no hay que olvidar que hasta los 11 años un niño no sabe si los informativos son ficción o realidad. Quizá por eso, en EEUU tras el atentado contra las torres gemelas las cadenas de televisión sustituyeron las imágenes en movimiento por infografías. En España y a día de hoy esto parece impensable, así que, mientras las cadenas de televisión siguen en busca de calidad, las familias tienen la última palabra.

El futuro de la televisión como servicio público

La directora de RTVE, Carmen Caffarel, tiene claro el nuevo papel de la televisión pública de cara a un panorama próximo con la TV digital terrestre como estrella. Según Caffarel, en declaraciones a alumnos de último curso de Periodismo, “TVE 1 debe conformarse como un auténtico canal generalista, de todos los géneros y para todos los públicos, con equilibrio cuidadoso entre las demandas de la mayoría y las minorías que componen la ciudadanía, pero con criterio propio para no sucumbir la imperativo de las cifras de espectadores, al tiempo que no excluye un empeño permanente por la innovación de formatos, por el riesgo creativo, ni por la programación, en horarios de gran audiencia, de espacios culturales, de profundización de la información o de debate. Ha de buscar, en suma, ser referente básico del sector estratégico de lo audiovisual”.

Caffarel cree que para eso “esta cadena debe autolimitar su emisión de publicidad la tiempos inferiores a los permitidos legalmente, homologándolos a los de sus colegas europeos: máximos de 10% de anuncios directos sobre la emisión de día, con 9 minutos en cada hora natural de reloj (15% al día con autopromoción y otras formas de publicidad)”.

En cuanto a La Dos, la directora del ente público cree que “debe ser un canal complementario de servicio público, orientando la satisfacción de las demandas, gustos e intereses de las múl tiples minorías existentes”. En concreto, debe ser “el canal de los programas culturales y educativos”, señaló.

Más allá de la naturaleza global de servicio público y de su orientación al conjunto de la sociedad, se hace inexcusable una labor específica de la radiotelevisión pública hacia las minorías más desfavorecidas, hacia sus necesidades y demandas. Esta tarea especial de servicio público debe extenderse a los problemas sociales graves, en los que sea necesaria una especial formación en valores, para la mayoría de la población o para colectivos precisos. En esa línea, según Carmen Caffarel, todas las programaciones de la radiotelevisión pública deben atender especialmente en sus contenidos a la infancia. Se debe “mantener una oferta suficiente de programación infantil en las franjas horarias asequibles a las de su audiencia, con una amplia proporción de producción propia y española que garantice la proximidad a sus gustos e intereses, y no sólo mediante contenidos de formación y entretenimiento, sino también con programas informativos de especial orientación a los menores”, señaló Caffarel.

Esta protección debe extenderse a la la presencia de señales ópticas y acústicas de advertencia en los programas que no se consideren convenientes para su formación, y debe vigilar especialmente la publicidad dirigida a un público infantil.

La publicidad y los niños

Los niños son los grandes explotados por la publicidad en la televisión. Los fabricantes de juguetes ganan millones cada año por lanzar al mercado sus productos para niños. Los fines de semana y las vacaciones son sus temporadas preferidas, cuando se generan aún más beneficios económicos. Además, la publicidad televisiva proyecta estereotipos relacionados con aspectos raciales, sociales, culturales, sexuales, así como también hábitos alimentarios.

Según estudios norteamericanos, se emiten una media de 23 publicidades por hora que sugieren cereales, galletas, comidas rápidas, refrescos y golosinas, creando ejemplos que no se deberían seguir.

Guía para padres de niños de 0 a 20 años

Saber la importancia que tiene la imitación en los comportamientos de los alumnos y enseñar a los niños desde pequeños a ser críticos con todo lo que ven en televisión es sólo una parte de lo que enseña este libro, que pretende ser utilizado como herramienta pedagógica en las aulas y en los hogares.

Por eso quizá el texto da soluciones prácticas ante situaciones muy concretas y consejos para ser un buen televidente, para evitar conflictos causados por el televisor y para aprovechar todo el potencial educativo de la televisión.

No obstante, lo que le queda claro al lector es que la tele en familia y en el aula tiene algo así como unas instrucciones de uso propias. Ocho reglas de oro que pasan por:
1. Limitar el consumo por horarios y normas.
2. Vigilar los anuncios porque la mayoría no son para niños.
3. No dejar a los niños de edad escolar solos ante la pantalla.
4. Controlar los adultos el mando a distancia.
5. Decidir los adultos lo que hay que ver.
6. Aprovechar la televisión y sus contenidos para enseñar.
7. Tratar de convertir la televisión en un instrumento interactivo.
8. Apagar la televisión cuando sea necesario.

En cualquier caso, el mensaje principal de la guía para padres para ver la televisión es positivo. La televisión no es mala sino todo lo contrario. Los problemas empiezan cuando los videojuegos, la televisión o internet absorben a los escolares de tal manera que dejan a un lado sus estudios o sus amistades.

“No se puede castigar a los niños con no ver la televisión”

Para María Luisa Ferrerós, psicóloga infantil y escritora, no basta quejarse sobre cuánto ven los niños la tele. Según la psicóloga infantil, la mejor estrategia pasa por aliarse con uno de los mayores inventos de la humanidad.

¿Qué pueden hacer los padres para evitar que sus hijos vean mucho tiempo la televisión?
Los padres tienen una gran parte de responsabilidad en las actividades que realizan sus hijos y son ellos quienes tienen que controlar el mando a distancia en casa. No se pueden echar todas las culpas a los programadores de TV porque la televisión no es un canguro. Ésa no es su misión.

¿Qué papel debe jugar la TV en la familia?
Debe ser un vehículo de comunicación de la familia, porque tiene una parte muy positiva como es que puede generar distintos temas de conversación familiar y eso se debe aprovechar. Además, muchas veces el niño se identifica con un personaje o con una situación determinada y le puede ayudar a resolver un problema que tenga o a saber actuar ante una situación determinada. A través de la televisión se puede aprender a compartir y a respetar. Pero por esta misma razón, la gran influencia que ejerce la televisión sobre nuestros hijos, a nadie se le escapa que no se debe poner un aparato en cada habitación, tal y como ocurre actualmente en muchos hogares.

Una en cada habitación quizá no, pero cada vez son más los hogares que cuentan con dos o tres aparatos…
Éso dice mucho de ese hogar. Al igual que el tamaño y de como está colocada la televisión. Hay hogares en los que la televisión está en el medio del salón y la pantalla es desproporcionadamente grande respecto al cuarto, indicando que en esa casa la tele está en el centro de su vida.

Qué es más dañino, ¿algunos programas de telebasura o ciertos spot de publicidad?
La publicidad afecta al conocimiento no consciente, así que, como no podemos aislarles hay que vacunarles. Es decir, ellos tienen que aprender el efecto televisivo de agrandarlo todo. Sería bueno, por ejemplo, que vean los anuncios de determinados juguetes y que luego comprueben en una tienda que no son tan grandes o tan bonitos como esperaban y como se los ha pintado la televisión.

¿Qué se puede hacer ante cortes publicitarios tan abundantes y tan largos?
Se puede aprovechar el tiempo de anuncios para hacer cosas juntos. Por ejemplo poner o quitar la mesa, recoger el cuarto, lavarse los dientes, etc. Los padres son el espejo en el que se miran los hijos y, por tanto, su ejemplo es muy importante.

¿Es recomendable en algún caso castigar al menor con no ver la televisión?
No se puede castigar nunca a un niño con no ver la televisión porque entonces sólo se conseguirá el efecto contrario. La televisión debe convertirse para los padres en un aliado de su Educación, nunca en un enemigo

¿Qué reflexión deben hacer los padres antes de poner a sus hijos ante el televisor?
Creo que el niño y la televisión son un binomio que despierta todo tipo de prevenciones y discusiones sin fin. Sabemos que no pueden pasarse el día delante del televisor, pero lo cierto es que es muy cómodo tenerlos así, tranquilos y entretenidos, sin darnos cuenta de las consecuencias que esto puede acarrear en el futuro. Aunque nos parezca que los niños no entienden ciertas escenas que ven porque son pequeños, lo cierto es que el comportamiento de los niños ante escenas inadecuadas para ellos por su alto contenido violento o sexual es siempre bastante similar: no preguntan y tienden a disimular, pero luego sí que hablan sobre dichas escenas con amigos o ajenas al núcleo familiar.

¿Cómo se puede enseñar a un niño que en un momento dado apague la televisión y se ponga a hacer otras cosas?
Enseñar a los niños a apagar la tele cuando no les interese lo que ven es una de las tareas más difíciles y una manera de empezar a hacerlo es demostrar que se puede vivir sin la televisión. Por ejemplo, se puede establecer un día sin tele o, si los niños son muy pequeños, utilizar el truco de que se ha ido la luz un buen rato. 

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