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¿Cómo medir el gasto en Educación?

Lo de cómo medir el gasto en Educación es una discusión que viene de antiguo en España. Si hablan los hunos, lo importante es el gasto por alumno; si hablan los hotros, la relación del gasto con el PIB.
Miércoles, 21 de diciembre de 2005
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Autor: José M. LACASA

Durante la etapa de Pilar del Castillo, el único dato sobre gasto en Educación que aparecía en el folleto Datos y cifras –editado por el MEC cada inicio de curso– era el de gasto por alumno. Aparecía en un gráfico en el que se veía un gasto por alumno ascendente y un número de alumnos descendente (son las líneas rojas de nuestro gráfico). La oposición, mientras tanto, no paraba de decir que lo importante era el gasto en relación al PIB.

Luego, cambió la titular del Ministerio. Con Mª Jesús San Segundo, el gráfico de gasto por alumno se convierte en el de aumento de profesores, mientras se mantiene la línea descendente de alumnos. Y, por supuesto, aparece un nuevo gráfico, el de la disminución de la inversión en Educación en relación al PIB. Curiosamente, además desaparece el dato de contraste, es decir, la evolución del PIB en España (que creció un 30% entre 1995 y 2002: son las líneas azules del gráfico).

Pero seguimos sabiendo sólo lo que les interesa a los políticos de turno, no si ha crecido o no el gasto en Educación en los últimos años. Y no lo sabemos porque los dos indicadores utilizados por los políticos tienen el problema de la enorme variación de los denominadores del cociente.

Distorsiones

En el caso del gasto por alumno (que crece un 160%), la distorsión viene de la caída del alumnado (que cae 14 puntos) y de la inflación. En el caso del gasto público en Educación como porcentaje del PIB –que desciende un 5% en siete años–, la distorsión viene de que el PIB ha crecido un 30% –tras descontar la inflación– desde 1995 hasta 2002.

Y, aunque ya se puede sospechar que el saldo va a ser positivo, es decir, que el gasto en Educación ha crecido entre 1995 y 2002 –pues son más importantes las variaciones “hacia arriba” que las modificaciones “hacia abajo”–, aún nos queda saber, al menos de manera aproximada, cuanto.

Sin embargo, sí que existe un indicador que reúne ambas visiones ideológicas en un solo número, y que además tiene la ventaja de hacer desaparecer el problema del tamaño de la economía y del nivel de precios de cada país: el esfuerzo realizado en Educación, o lo que es lo mismo, el gasto por alumno como porcentaje del PIB per cápita (la línea naranja de nuestro gráfico).

Este indicador, elaborado por el servicio de estadísticas de la Unión Europea (eurostat), reune en un solo guarismo el gasto por alumno y el gasto en relación al PIB. Y no es muy difícil de encontrar, pues está a continuación de los otros dos.

Y lo que este dato indica es que el esfuerzo educativo ha crecido siete puntos en otros tantos años, es decir, una media de un punto por año para todas las etapas. Más en concreto, en Primaria creció un 10%, mientras que en Secundaria lo hizo un 9%.

Ahora, se podrá discutir si es poco o mucho, suficiente o insuficiente, si se podía haber hecho más… Pero no si el gasto ha crecido.

Esperemos que, en los próximos años, los que elijan los datos de los documento publicados por el Ministerio de Educación se rijan por criterios técnicos y no políticos. Será espera en vano.

Esfuerzo en Educación

Se entiende como esfuerzo en Educación a la conjunción de los dos indicadores clásicos en el gasto en Educación: el gasto público como porcentaje del PIB de una nación, y el gasto por alumno. El indicador –desarrollado por la Unión Europea–, técnicamente, es el gasto por alumno expresado como porcentaje del PIB per cápita de cada país. Aúna, por tanto, ambas variables en una: pero ningún partido la utiliza.

Además, este sistema permite hacer comparaciones entre economías dispares tanto por su tipo como por su nivel de actividad, y eliminar la influencia del nivel de precios de cada país. 

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