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Polvo de tiza en el Senado

Por una vez, y sin que sirva de precedente, los políticos tuvieron que escuchar una voz distinta que expusiese los problemas de la Educación. Y, por ello, escucharon argumentos distintos. Por una vez, muchos comparecientes dejaron por un día la tiza y dieron su clase magistral en el Senado. Que sirva o no de algo ya no depende de ellos.
Miércoles, 22 de febrero de 2006
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Autor: José M. LACASA

La pasada semana, en San Valentín por más señas, tuvo lugar la reunión de la Comisión de Educación del Senado para tratar la LOE, el mismo día en que acababa el plazo de enmiendas. Comparecían diversos expertos, llamados por los distintos grupos políticos, para ilustrar a los senadores sobre los beneficios y problemas de la LOE.

Nada de lo anterior está fuera de lo normal, salvo la enorme proporción de profesores en activo –para lo que es habitual en las comisiones de expertos–, de docentes que, si no hubieran estado en el Senado, tendrían que enfrentarse un día más a un centenar largo de alumnos. Y eso, por supuesto, se notó en el Senado, y se notó en el tono de la Comisión.

Se notó, por ejemplo, en el correctísimo uso del idioma, en la claridad de ideas, en el fondo vivencial que sostiene sus argumentos –lo que siempre les falta a los pedagogos de salón–, en el desparpajo (a quienes se enfrentan diariamente a clases de 30 alumnos de ESO, los probos Senadores debieron parecerles angelitos), en la asertividad… Incluso, en no inmutarse cuando los senadores hacían gala de comportamientos más díscolos –no prestar atención, abandonar la sala en medio de una intervención, comentar con el de al lado en voz alta y carcajearse, interrumpir al compareciente–, y seguir hablando como si nada.

Apoyos visuales

Cosa curiosa, Antonio Aguirre, vicepresidente del Consejo General de los Colegios de Doctores y Licenciados en Bellas Artes y Profesor de Dibujo de España, proyectó una serie de láminas –lo que tuvo paralizada la Comisión varios minutos mientras se solucionaban los problemas técnicos: en el Senado no están acostumbrados a recibir clase– con las que ilustró a los senadores, con ejemplos, la importancia de la Educación Plástica y Visual.

Lamentablemente, fueron pocos los senadores que estuvieron presentes en al desarrollo de la Comisión, apenas los intervinientes. Y es que la Comisión de Educación coincidía en el tiempo con la que discutía la OPA de Endesa, y claro, no hay color.

Nervios y olvidos

Sin embargo, el Senado impone. A más de uno le temblaba la voz al empezar (los primeros minutos), y las manos al acabar; a otro se le olvidó entregar los papeles a la Administración del Senado y tuvo que volver, mientras el de más allá preguntaba a los bedeles que qué hacía con ellos.

Pero, salvada la inexperiencia en política, lo cierto es que las comparecencias fueron un espectáculo. Porque se oían cosas que no se escuchan –que nuestros políticos no escuchan– habitualmente; porque la vehemencia de lo vivencial, y no de lo ideológico, sabe distinto, y es más difícil de neutralizar; porque no todos los días se ve al hombre de la calle “aplastar” con argumentos al político profesional.

Y es que el espectáculo no se reducía a la primera exposición, más o menos preparada. Luego, tras la intervención o las preguntas de los Senadores, había un segundo turno para los comparecientes. Ningún problema para quien está habituado a lo imprevisible de una clase: afirmación de los argumentos, enfocados desde otro punto de vista para que se entiendan bien; seguridad ante quienes ponían en duda su magisterio; claridad en los puntos de la exposición.

Por una vez, una Comisión de Educación olía a otra cosa. Sería el polvo de tiza que se respiraba en el ambiente.

FELIPE JOSÉ DE VICENTE, Catedrático de Geografía e Historia: “No estaríamos aquí si la Logse hubiera sido una gran Ley”

El vicepresidente de Ancaba comenzó diciendo que iba a transmitir a los políticos lo que piensan muchos docentes, denunciando que no se ha realizado una encuesta para saber lo que éstos piensan. En su opinión, si la Logse hubiera funcionado no se estaría tramitando otra Ley, y por tanto no se pueden repetir sus errores. El primero, que 106.551 alumnos abandonaran el sistema educativo sin título en 2002, a su juicio porque es necesaria una agrupación homogénea de los alumnos a partir de los 15 años, adelantar los programas de Cualificación Profesional Inicial y solucionar así el problema del “objetor escolar”. E invitó a los senadores a “entrar conmigo en clase, porque hay alumnos que no quieren estar y ustedes no se enteran”.

EDUARDO CALDERÓN, secretario de Acción Sindical: «Anteponen los prejuicios ideológicos a la experiencia»

“Todos ustedes han conseguido politizar la Educación”. Así de rotundo se expresaba Eduardo Calderón, tras anunciar “una pequeña arenga de aquellos que aún no nos hemos limpiado la tiza de esta mañana”. “La Educación se toca sin guantes y se huele sin mascarilla todos los días en el aula”, dice a los “sofistas de la Educación”, teóricos especulativos que no manejan datos y que planifican la Educación “optando por el cuento, no por la realidad”. Y pide corregir la LOE desde la experiencia, en nombre “del ejército de universitarios, surgido de las clases trabajadoras y la escuela pública, que clama por la cultura y el saber para el pueblo”, y que “ha hecho que este país avance más en 30 años que en tres siglos”.

FERNANDO IZARD, profesor y director de IES: “Apostamos por una dirección profesional no politizada”

El presidente de la Unión Profesional de Directores de IES de la Comunidad de Madrid, asociación de directores de reciente creación que aboga por la profesionalización de la función directiva, dijo “apostar por una dirección profesional seleccionada con criterios objetivos y transparentes”, con peso preferente de la Administración sin que ello signifique selección política. Izard apoyó la participación de la comunidad escolar en la vida del centro, pero pidió que se distinguieran de los órganos de gobierno, que deben estar formados por el equipo directivo en exclusiva. “No tiene sentido que exijamos responsabilidades” al equipo directivo, “y no le demos atribuciones”, dijo.

JAVIER ORRICO, catedrático de Lengua y Literatura; “Déjenme clamar contra la destrucción de mi viejo oficio”

En su extraordinaria intervención –que podrán leer en el próximo número de MAGISTERIO–, el autor de La enseñanza destruida agradeció que le dejasen “clamar contra la destrucción de mi viejo oficio, el de enseñar, que las leyes educativas han llevado a cabo con extraña minuciosidad y eficacia desde los años 80”. Y clamó contra la conversión de “un oficio hermoso, digno y libre” en un oficio que se ha convertido, “por obra y gracia” de la Logse, “en una fuente de decepciones de la que los mejores profesionales salen escapados en cuanto les llega la posibilidad”. Entre otras cosas, denunció que se considere “auténtica conquista social” el que los jóvenes de 16 años sepan menos que los de 14 hace unos años.

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