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¿Cuál es la mejor opción?

La inestabilidad, uno de los signos de este nuevo milenio, también llegó a la educación: hoy vemos como chavales pequeños deben dejar sus amistades y sistema de enseñanza del colegio privado por uno concertado o público. ¿La causa?, divorcios, paros y traslados de trabajo y también quizá, una mejor expectativa de enseñanza. Pero no todo es tan negro, porque esta experiencia puede ser parte del proceso de aprender.
Miércoles, 1 de marzo de 2006
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Autor: Alejandra CARRASCO

Son muchas las razones para trasladarse desde un colegio privado, con piscina, atención personalizada y bilingüe, a uno público, masivo y sin tantas comodidades.

Este es un fenómeno más bien pequeño de momento, pero que se puede agudizar conforme pasa el tiempo y se hagan cada vez más notorias las características de vivir en el “siglo del cambio constante” cosa que ya está entrando en las aulas, marcando un compás de vida más bien nómada.

Así, problemas económicos, consecuencia de un paro o de un divorcio, impide a muchos padres seguir pagando un precio que está entre los 3 a 5 mil mil euros al año por una educación de elite.

Además, los traslados de ciudad de los adultos, por motivos laborales, principalmente, hacen inevitable la emigración de los pequeños a una institución que no siempre es del mismo tipo que la anterior.

Este es el caso de Carlos Puyuelo, un joven madrileño de 15 años que tras haber estudiado toda su vida en el International Montessori School –en Madrid– se cambió al IES “Marqués de Santillana”, ubicado en las afueras de la capital, porque su padre se fue trabajar a este sector, En mi anterior colegio todos nos conocíamos, porque era pequeño. En cambio, aquí sólo conozco a unas 50 personas de entre los mil alumnos que posee el instituto”, expresa el joven, quien, a pesar de reconocer que su adaptación fue rápida, insinúa cierto miedo a la soledad en esta nueva situación, “me siento inseguro de quedarme sin amigos en algún minuto», confiesa.

Otro caso es el de Adriano Justicia, un joven de 22 años que a los 16 también emigró hacia la Educación pública, por razones más que nada de distancia, “mis compañeros del cole privado eran más pijos, los del instituto, más macarras”, comenta.

Pero el joven, a pesar de reconocer que no le costó adaptarse a su nueva situación, sí afirma que conserva más amigos de su primera institución de enseñanza.

“Niño rico”

No son sólo las dificultades económicas o el cambio de casa las que desencadenan un traslado desde los colegios privados a las escuelas públicas. Félix Torres Rubio, Director del IES “Gabriel García Márquez”, ha observado que existe la necesidad en muchos padres de salvar a su retoño de una vida de burbuja. “Hay una inquietud de lo padres de no involucrar a los chicos en ambientes demasiado elitistas y frívolos donde se mantiene al chico en un círculo cerrado que en definitiva, no es el real y en el cual la escala de valores está trastocada”, sentencia el profesor e indica que cada año le llegan cercade dos o tres casos de padres que desean darle un tipo de educación más realista a sus hijos.

“Mucha variedad”

Dada la variedad y complejidad del sistema español de enseñanza, no se puede poner a toda la Educación privada en el mismo saco. “En todo caso es un mito eso que la enseñanza privada sea mejor –y que la pública es más mala– ya que hay mucha variedad, y cada caso es distinto. Además, están los colegios concertados y los públicos, que tendrán mejor o peor nivel conforme al contexto en el que se desenvuelvan”, analiza el psicólogo Enrique Latorre, afirmando además, “cada uno de los colegios posee sus pros y sus contras, aunque la queja recurrente es que los privados son muy específicos, y dedican mucho a un tema, olvidando otros. Un ejemplo, los bilingües, que podrían hasta provocar un cambio cultural demasiado fuerte en los niños, al enseñar no sólo idiomas, sino idiosincrasias foráneas. Por otro lado, los privados generalmente son menos rigurosos que los públicos ya que su supervivencia está muy ligada a la cantidad de alumnos que posean”, afirma Latorre.
Opinión de los padres

Existen padres que prefieren el sistema privado de educación. Manuel Puyuelo –padre de Carlos– es uno de los que observan lo relajada que se está poniendo la Educación pública, en el anterior colegio había más seguimiento a los alumnos y era bilingüe, mientras que ahora el nivel de inglés que tiene mi hijo es muy bajo”, expresa este padre agregando, “antes, mi hijo salía más tarde, traía muchos deberes para la casa y tenía que estudiar más horas para aprobar los exámenes. Pero ahora, en el Instituto sale antes, trae menos deberes y aprueba más fácilmente, a esto se sumaba una oferta de actividades extraprogramáticas como clases de piano e informática, que no existen en su nuevo centro”.

“Más libertad”

En todo caso, lo positivo que este padre le encuentra al sistema público es que hace responsable al mismo alumno de su superación, “los métodos de estudio son más parecidos a la universidad, ya que es más libre y la responsabilidad es totalmente del muchacho”, sostiene Manuel y se consuela sabiendo que el Bachillerato es mucho más exigente: “Supongo que esto es debido a la decisión política de ampliar la enseñanza obligatoria hasta cuarto de ESO, donde asisten muchos chicos que sólo desean cumplir e irse, lo que baja la exigencia. Yo espero que cuando empiece 1º de Bachillerato, mi hijo aproveche mejor el tiempo y el Instituto sea más exigente, ya que es aquí donde sí asisten jóvenes motivados por el estudio. En todo caso, por lo que pude averiguar, este Instituto ha obtenido buenos resultados en los exámenes de selectividad, lo que me deja un poco más tranquilo”, dice Manuel. Por otro lado, su hijo no discrepa mucho, “en el Instituto todo es distinto, los profesores no se hacen tan amigos con los alumnos, como en el “cole” privado, y los compañeros son “diferentes”. La forma de estudio se basa principalmente en la confianza hacia los alumnos a la hora de estudiar, aquí es mucho más libre y también me queda más tiempo para dedicarlo a lo que quiera”.

Virginia del Pozo (19) es otra chica que tuvo la experiencia de trasladarse desde un colegio privado a uno concertado, “del colegio privado echo de menos las instalaciones y la gimnasia deportiva que practicaba. Pero en el Instituto los compañeros son más tolerantes y las opciones de asignaturas son más variadas también. Yo me quedo con esta opción, porque hay más independencia, mejor formación del profesorado, mejor sistema de enseñanza, por lo tanto, mejor Educación”, comenta esta joven que ahora es universitaria.

La chica concuerda con Carlos en el hecho el sector público tiene un estilo más universitario y concluye diciendo que el éxito es mucho más que un colegio, “llegar a ser un profesional bueno, es un tema personal y no tiene mucho que ver de dónde saliste”, concluye la joven.

Educación Privada

El promedio de alumnos por clase, en los colegios privados es de 27 (27,8 en los privado-concertados). En tanto, el límite aceptado legalmente es de 25 alumnos.

En cuanto al promedio de alumnos por cada encontramos una media de 14,7 por ciento en todos los niveles.
La religión católica es mayoritaria en la Educación privada, alcanzando un 88 por ciento, y con cifras que no llegan al 1 por ciento en las religiones evangélica que tiene 0,09, islámica 0,06 y judía 0,03.

La enseñanza bilingüe, (principalmente del inglés), en los colegios privados superan por más del 50 por ciento a la Educación pública, abarcando todos ellos el 70,1 por ciento en todos sus niveles de enseñanza.

Por último, la cantidad de alumnos extranjeros sólo alcanza el 3,7 por ciento.
(Los datos son de la OCDE y el MEC).

Educación Pública

La cantidad de alumnos por curso, en los colegios públicos alcanza un 23,9, lo que está dentro del límite de 25 alumnos.

En tanto, la planta docente, suma un 11,1 por ciento de alumnos por profesor.

Al igual que la Educación privada, la enseñanza de la religión católica es mayoría en el área pública. Sin embargo su porcentaje es menor, alcanzando sólo un 77 por ciento. Los otros credos poseen cifras levemente superiores que en la privada, pero tampoco alcanzan al punto porcentual, es así como el credo evangélico posee un 0,33; el islámico un 0,50 y el judío sólo un 0,30 por ciento.

La enseñanza bilingüe está muy por debajo de los centros privados, alcanzando todos juntos, sólo a un 35 por ciento de la oferta.

Y es el sistema público quien absorbe a la mayor cantidad de extranjeros, llegando al 7,8 de su población total.

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