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Inecse 03: responder con preguntas

Tras publicar tres adelantos en exclusiva en los últimos meses, esta semana MAGISTERIO analiza en profundidad el último informe sobre la Educación Primaria elaborado por el Inecse, la máxima autoridad española en evaluación educativa. Fuente de luces e inagotable generador de nuevas preguntas, el informe ofrece una completa radiografía sobre el estado de esta etapa educativa en nuestro país.
Miércoles, 22 de marzo de 2006
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO
J.M. LACASA

Con más de 400 páginas e incontables parámetros que influyen (o pueden influir) sobre el rendimiento escolar, el último informe sobre la Primaria del Instituto Nacional de Evalución y Calidad del Sistema Educativo (Inecse) responde a tantas cuestiones como preguntas plantea.

Se trata de un extenso y minucioso documento elaborado a partir de los casi 10.000 cuestionarios que otros tantos alumnos de sexto curso –y sus respectivas familias– completaron durante el curso 2002-03. Procesados y digeridos por los técnicos del instituto, los datos definitivos se han hecho públicos recientemente bajo el conciso título Evaluación de la Educación Primaria 2003.

De estilo aséptico, el estudio toma el rigor estadístico por bandera, cerrando las puertas a todo lo que no sea descripción en sentido estricto. Y es que el Inecse apunta pero no dispara, dejando las conclusiones al parecer del lector. En ocasiones, la abrumadora evidencia deja poco margen a la interpretación, pero no es extraño topar con sorpresas difíciles de explicar.

Buenos ejemplos de esto último encontramos en el capítulo que trata de explicar la relación entre rendimiento escolar y costumbres lingüísticas del alumno en las comunidades con lengua propia.

Suspensos sociables

Existen, según el idioma (o idiomas) que se hable en casa y en el colegio, hasta ocho categorías de alumnos. Una destaca en algún bloque temático de los tres (lengua, matemáticas y conocimiento del medio), pero obtiene rendimientos mediocres en los otros dos. O viceversa.

Una auténtica sopa de números harto complicado de descifrar. Y, al final del tunel, un pequeño foco de luz arrojando nuevas preguntas: los peores resultados, en matemáticas para los que hablan castellano en casa y la otra lengua (catalán, vasco o gallego) en el colegio. ¿Será por falta de competencia lingüística? Los mejores, en lengua para aquellos que hablan ambos idiomas oficiales tanto en casa como en el colegio. ¿Acaso ser bilingüe favorece el aprendizaje lingüístico en general?

Otra categoría que deja intrigado al lector es la que asocia carácter del alumno y resultados escolares. Dice el informe que aquellos que se consideran más sociables obtienen peor rendimiento, y que a la inversa ocurre algo parecido. Pero el Inecse termina aquí su trabajo, sin analizar en absoluto qué causa subyace a estos resultados. La intuición nos lleva al tópico del empollón retraido y al del fanfarrón dicharachero que es un completo cazurro. Un mero ejercicio de subjetividad, arma de la que el lector del estudio tiene que echar mano con frecuencia.

Más dudas nos asaltan al observar que el rendimiento entre los alumnos que cambiaron de colegio durante la Primaria es unos 10 puntos mejor que el de aquellos que cursaron toda esta etapa en el mismo centro.

El instituto de evaluación añade que el hecho de que el cambio sea de la Pública a la Privada (o al revés) no altera los resultados. ¿Dónde está entonces la explicación? ¿Será que los padres que cambian a su hijo de colegio suelen preocuparse más por su Educación? ¿Por qué no que el alumno que tiene que adaptarse a un nuevo entorno escolar hace un esfuerzo extra a todos los niveles que al final redunda positivamente en su rendimiento? Son sólo hipótesis…

Pública y Privada

Por fortuna, las certezas del estudio acaban por imponerse a las muchas zonas de sombra que inevitablemente genera.

Entre las evidencias que aporta el informe, hay algunas ya clásicas en el imaginario educativo, como que las chicas rinden más en lengua y los chicos en matemáticas. Por cierto, con diferencias respecto al otro sexo muy similares en ambos casos.

Como destacamos en el apoyo de la página 3, fuera de toda duda queda también la enorme influencia del entorno familiar (económico, social…) sobre los resultados del alumnado. Algo que certifica la comparación gráfica de esta página entre la evaluación de 1999 y la última publicada.

Como cabía esperar, los mejores resultados corresponden a los hijos de universitarios; los peores son los de los hijos de padres que ni siquiera tienen la Primaria. Por cierto, que las únicas diferencias dignas de mención entre el 1999 y el 2003 proceden precisamente de esta categoría. Parece que, entre el grupo de alumnos con progenitores peor formados, la distancia con el resto tiende a aumentar.

Más controvertida resulta la comparación entre las dos redes de escolarización que existen en España. En general, la Privada supera a la Pública aún cuando el nivel educativo de los padres es similar, pero el Inecse reconoce que para establecer conclusiones definitivas habría que tener en cuenta otros factores.

Lo que queda fuera de sospecha es que las diferencias son mucho mayores cuando nos fijamos en los distintos niveles de estudio de los progenitores que cuando la comparación sólo tiene en cuenta la escolarización del alumnado en una u otra red.

El buen examen

Si seguimos pisando tierra firme, otra conclusión que se antoja meridiana indica el fracaso de la evaluación continua como método pedagógico. Observen si no lo que ocurre cuanto más se utiliza dicho sistema para evaluar al alumno (gráfico página 2). El rendimiento cae al mismo ritmo al que aumenta el de los estudiantes que son principalmente evaluados a través de exámenes y controles.

Hablando aún de metodología, existe una variable en la que alumnos y profesores parecen empeñados en contradecirse. Nos explicamos. Los alumnos que aseguran trabajar pocas veces de forma individual y sirviéndose únicamente del libro de texto obtienen los peores resultados. Por el contrario, si se pregunta al profesor, los estudiantes de aquel docente que considera que utiliza el debate, la exposición y los medios audiovisuales con frencuencia puntúan por encima del resto.

Luego existen multitud de variables donde los resultados encuentran su explicación en la más básica y elemental lógica. Por ejemplo, los alumnos a los que más les gustan las matemáticas obtienen mejores resultados en esta materia. Auténticas verdades de perogrullo…

Por norma, la buena predisposición del alumno hacia alguna materia del currículo se traduce en un buen rendimiento en todos los campos. Pero hay una excepción: Educación Física. En este caso, la predilección del estudiante hacia la asignatura suele comportar rendimientos bajos. Algo que también funciona a la inversa.

Dejamos para el final dos variables inermes, es decir, que en nada afectan al rendimiento. Tienen que ver con la participación de los padres en la vida escolar y con el nivel de satisfacción respecto al colegio de sus hijos. Mucho, poco o nada. Da igual. Una pena.

Un método con la media de 250 siempre como referencia

En vez de trabajar con calificaciones absolutas, el estudio del Inecse se centra en determinar las desviaciones respecto al resultado medio (que siempre se establece en 250) según responda el alumno a una u otra opción en cada uno de los parámetros analizados. Es un método similar al de otros informes como el PISA, que en este caso toma “500” como valor medio en sus comparaciones.

Así por ejemplo, en el gráfico de la izquierda observamos la relación entre la evaluación continua (como opuesta a los exámenes y controles) y el rendimiento en matemáticas. En las clases donde más se utiliza esta forma de evaluar, los resultados caen 14 puntos por debajo de la media. Donde menos se recurre a ella, el rendimiento mejora 13 puntos respecto al “250”.

Ante todo, transparencia

El problema del informe de evaluación de la Primaria realizado por el Inecse es que deja más preguntas que respuestas. Una vez que se profundiza en los datos y en las conclusiones, comienzan a surgir dudas: muchas veces, una conclusión lleva a otra pregunta que el informe no contesta. Y es algo que ocurre una y otra vez.

Y no es que sea culpa de quien ha escrito el informe, aunque se echen de menos algunos datos que sí aparecían en el análisis de la evaluación del año 1999. Como quienes firman el informe son las mismas personas (Mª Jesús Pérez Zorrilla y Julio Puente), los cambios se deberán a los distintos vientos políticos, o a un cambio de perspectiva. Pero no es esa la razón de la crítica fundamental.

Lo que le falta al informe del Inecse es transparencia. Transparencia política, por un lado: el Inecse sigue teniendo “prohibido” por la Conferencia Sectorial el facilitar datos desagregados por comunidades autónomas, prohibición que ningún ministerio de Educación ha sido capaz de levantar, al no poder convencer a las comunidades que consideran sus datos más sensibles. Alguna, incluso, ni siquiera así dejaba que el Inecse hiciera exámenes en su territorio, por si se filtraba alguna información sobre el desastre de su sistema educativo.

Esta prohibición política es, en palabras de algún responsable del Inecse que no quiere ser identificado, “una losa sobre el Instituto, cuyo peso amenaza con hundirlo”.

La segunda falta de transparencia tiene mucho que ver con la primera: cada vez es más evidente que la base de datos de las evaluaciones del Inecse debe hacerse pública para que cualquier ciudadano, primero, pueda comprobar que las preguntas a las que contesta el Inecse están bien contestadas; segundo, para contestar a los interrogantes que plantean muchas de las conclusiones, que son susceptibles de muchas matizaciones; tercero, para hacerse preguntas nuevas que a los responsables del Inecse ni se han planteado hacer (cuatro ojos ven más que dos, ya saben).

Mientras estas dos “transparencias” no se produzcan, el Inecse no sólo seguirá poco operativo, sino que seguirá teniendo un problema de credibilidad.

Hogares cultos y televisiones bilingües

Las condiciones socioculturales y económicas de la familia se revelan como uno de los factores con relación más clara y estrecha en el rendimiento de los alumnos. Es algo que atraviesa todo el informe del Inecse: desde el nivel de estudios de los padres hasta el clima de convivencia intra-familiar, todo afecta de manera decisiva sobre el comportamiento escolar de los hijos.

Especialmente interesantes por su condición cuantitativa (fácil de objetivar) son los datos que asocian rendimiento y cantidad de objetos culturales y de ocio en el hogar. Como se observa en la tabla de abajo, el número de libros que una familia posea en casa juega un papel esencial en el aprovechamiento de la enseñanza por parte de los hijos. Más que significativas, las diferencias muestran el abismo que separa a un hogar culto de otro que no atesora muchos ejemplares de letra impresa. Lo mismo ocurre con los medios audiovisuales, algo que inclina a pensar en que aún persiste un fuerte vínculo entre nivel cultural y capacidad económica.

Más difícil de explicar es la misteriosa influencia sobre los resultados del idioma en el que se ve la televisión en las comunidades bilingües. Ante todo el terrible bajón de los alumnos que sólo miran la tele en catalán, gallego o vasco. ¿Mentes cerradas? ¿Empobrecidos núcleos rurales? ¿Simple coincidencia?

Al salir de clase: ni tanto ni tan poco

En uno de los gráficos que admiten interpretaciones más diversas, el Inecse cifra en dos el número de actividades extraescolares por semana al que se asocia un mayor rendimiento escolar. Más importante, el informe apunta de manera diáfana que, a partir de esa cifra, cuantas más actividades desarrolle un alumno, peor serán sus resultados. Algo que ni la escasa significatividad de las muestras de alumnos que realizan cuatro o más actividades consigue poner en duda.

¿Qué significa ese salto al vacío del estudiante sobrecargado de tareas fuera de la escuela? ¿Quizá que los niños menos brillantes precisan de algún tipo de refuerzo que la formación reglada no cubre? ¿Y por qué no que un exceso de actividades quita la energía imprescindible para que el niño rinda en el colegio?

Aunque los datos no responden a estas preguntas, otros parámetros también apuntan en una dirección similar. Es decir, que en cuanto a vida extra-escolar, el mejor rendimiento suele ir asociado a la mesura. Que ni tanto ni tan poco.

Por ejemplo, en cuanto al número de horas que un niño dedica a hacer los deberes, los resultados más altos correponden a la franja “de una a dos” y de “dos a tres” horas, mientras que las opciones “una hora o menos” y “más de tres” horas cosecharon evaluaciones por debajo de la media. Y los niños que ven la tele entre una y tres horas son los que más rinden en la escuela. Cuando la ven menos de una o más de tres, sus resultados se descalabran.
 

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