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Los consejos de Schleicher para despertar a Europa

Hace unos meses, la Unión Europea solicitó, en el seno del Consejo de Lisboa, un informe sobre la situación educativa de Europa a Andreas Schleicher, conocido por coordinar el estudio internacional comparativo PISA. Los resultados denuncian el pobre rendimiento de la enseñanza continental, sobre todo de sus poco dinámicas universidades.
Miércoles, 22 de marzo de 2006
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Contratado por la UE para recabar su opinión sobre los grandes desafíos de la enseñanza en Europa, el máximo responsable del estudio internacional PISA, Andreas Schleicher, ha dado un buen tirón de orejas a algunos de los pilares que sostienen a la mayoría de los sistemas educativos en el Viejo Continente. Sobre todo a aquellos relativos a la enseñanza universitaria, donde determinados países asiáticos y EEUU han acabado por desbancar a la que antaño fuera gran productora de alto conocimiento a nivel global.

Schleicher es consciente de que su duro repaso a la Educación continental le obliga muchas veces a generalizar en exceso: es por ello que el analista no obvia que los países nórdicos (en especial Finlandia) atesoran algunos de los mejores modelos de enseñanza en el mundo.

También le ayuda a sostener su tesis un enfoque que otorga preeminencia a los estudios terciarios en detrimento de la Secundaria. Y es que, por ejemplo, a la hora de establecer comparaciones transatlánticas ,no es lo mismo hablar de las excelsas universidades estadounidenses que de una escuela secundaria que consigue pobres resultados en PISA y genera altos índices de fracaso escolar.

Recetas

En definitiva, mezcla de conceptos y necesario simplismo para alertar de un hecho con connotaciones educativas y trasfondo económico: “hace tiempo que acabó el momento en el que Europa competía con países que ofrecían mano de obra poco cualificada”, asegura Schleicher. Más aún, China e India empiezan a asomar la cabeza como grandes potencias educativas, “y no parece que Europa pueda evitar que estos países produzcan cada vez mayores porcentajes de graduados bien preparados”.

En concreto, si EEUU ha optado por la financiación privada para asegurarse buenas universidades, y Asia ha conseguido lo mismo por la vía del compromiso público, Europa ha confiado, por así decirlo, en la inercia de la historia.

El resultado son instituciones poco dinámicas y no tan igualitarias como se cree. Con cierto sarcasmo, Schleicher afirma que los grandes países europeos se niegan a cobrar tasas universitarias más altas (como las de EEUU) porque esta medida va en contra de la equidad, pero tampoco han conseguido aumentar sus porcentajes de universitarios desde los años 60.

En cuanto a la Secundaria, de nuevo apunta el alemán hacia la falta de igualdad real en sistema educativos que precisamente se vanaglorian de ello. Schleicher asegura que, en relación a la de EEUU, las enseñanzas italiana, alemana y francesa ofrecen menos oportunidades de obtener buenos resultados a las capas más desfavorecidas.

En general, la receta es más dinero pero empleado de forma más flexible y ágil. Como no, el ejemplo a seguir es Finlandia, donde la fuerte libertad y autonomía de sus escuelas no han hecho mella en la enorme calidad e igualdad del sistema. Schleicher opina que la fórmula es exportable a otros países, sin mencionar la intensa homogeneidad demográfica del país y un extraordinario nivel de vida compartido por todos.

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