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¿Funciona la integración escolar?

Procedentes en su mayoría de ambientes desfavorecidos, los alumnos inmigrantes suelen ocupar el último escalafón educativo en la OCDE. Un informe desvela hasta qué punto las diferencias entre nativos y foráneos tienden a acortarse. Los resultados son desiguales.
Miércoles, 24 de mayo de 2006
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

¿Hasta qué punto afecta la condición de inmigrante en el rendimiento escolar? ¿Están funcionando las estrategias de integración por vía educativa? ¿Qué países registran los mayores avances? ¿Y cuáles fracasan estrepitosamente?
Cuestiones todas de gran complejidad sobre las que el estudio Donde los alumnos inmigrantes tienen éxito -elaborado por un grupo de investigadores alemanes a partir de los datos del PISA 2003– trata de arrojar algo de luz.

Con enorme cautela y un sin fin de matizaciones, los autores han comparado los resultados obtenidos por alumnos nativos e inmigrantes de primera y segunda generación en 14 países de la OCDE y otros tres invitados. Advierten que en muchos casos falta información para extraer conclusiones definitivas: más que afirmar certezas, sugieren tendencias.

Pero hay datos que apuntan realidades incontestables. Ante todo, que los estudiantes con perfil inmigrante (tanto los nacidos en otros países, como los hijos –ya franceses, alemanes o belgas– de padres que emigraron hace tiempo desde sus lugares de origen) puntúan muy a la baja respecto a los nativos de pura cepa.

Existen excepciones, aunque la sorpresa dura poco. Se trata de estados como Canadá o Australia, ambos con políticas de acogida generosas pero muy selectivas. Resultado: en las antípodas, las comunidades más numerosas son la inglesa y la china. Caso diferente a Dinamarca, donde sobresalen turcos y paquistaníes…

Alemania

Si para las naciones OCDE analizadas la distancia media entre nativos y primera generación ronda los 50 puntos en matemáticas y lectura, en Bélgica el abismo se va hasta más allá de los 100 puntos.

Lo cierto es que las cifras del país centroeuropeo descolocan al lector. Quizá por las limitaciones técnicas del informe (por ejemplo, la diferente composición étnica de las primeras y la segundas generaciones). Pero muy probablemente también como consecuencia de unos procesos de integración en claro retroceso.

Y es que no resulta sencillo explicar por qué los alumnos de nacionalidad belga y padres inmigrantes que viven en zona flamenca cosechan peores resultados que sus compañeros de primera generación. De hecho, en las zonas belgas de habla francesa, la tendencia sigue la lógica de la mayoría de países: mejores calificaciones entre los estudiantes de segunda generación que entre los que nacieron fuera y arribaron con sus familias para emprender una nueva vida.

Algo similar ocurre en Alemania. Porque ¿cómo se digiere que los germanos hijos de la inmigración patinen ante los nuevos contingentes de alumnos extranjeros? ¿Tan diferentes son ambos colectivos? No hay evidencias de ello, por lo que los autores reconocen que el caso alemán (y por ende el belga-flamenco) es “particularmente desconcertante teniendo en cuenta que estos alumnos [los de segunda generación] han pasado toda su vida escolar en Alemania”.

Esperanza

Por fortuna, del informe también florecen destellos de esperanza sobre el potencial integrador de la escuela.
La principal cantera de optimismo se encuentra en Suecia, cuyo sistema educativo consigue mejorar en más de 60 puntos los resultados de la segunda generación en comparación con los de la primera. Aquí un dato revelador: en lectura, los suecos hijos de inmigrantes ya obtienen resultados superiores a la media española.

Tampoco le va mal a Suiza, Francia y, en menor medida, Holanda y Noruega. Todos ellos registran mejoras considerables entre una generación y otra.

Paradójicamente, en todos los países analizados el alumnado inmigrante muestra mayor disposición ante el estudio que la población nativa. Cuesta creerlo, pero un 60% de chavales belgas de segunda generación (unos 450 puntos en el PISA 2003) considera que las matemáticas les ayudarán en su vida futura, frente al 34% de austriacos nativos (515 de puntuación) que suscriben dicha afirmación.

Importante, los autores han observado que los países con mayores diferencias entre nativos e inmigrantes (Alemania, Bélgica, Austria…) suelen tener sistemas segregadores en Secundaria. Por contra, donde prevalece el espíritu comprensivo (Suecia, Francia…) el rendimiento es más homogéneo.

Excluida

Para que un país sea objeto de análisis en el estudio, debe cumplir una serie de requisitos: tener más de un 3% de población escolar inmigrante, que (amén de la primera condición) al menos un 3% de alumnos hablen un idioma en casa diferente a aquel en que se desarrolla su escolarización, y que la muestra de alumnos inmigrantes sea superior a los 100.

El responsable de PISA, Andreas Schleicher, comentó a MAGISTERIO que el escaso nivel de inmigrantes en España en el año 2003 (la situación ha cambiado bastante desde entonces) impidió que nuestro país fuera incluido en el informe.

No obstante, el estudio reserva a España un pequeño espacio para evaluar las medidas que aquí se han adoptado con el fin de mejorar las competencias lingüísticas de los estudiantes inmigrantes poco duchos en castellano. Son pocas líneas y de escaso interés. Se dice que existen apoyos en Secundaria, sin mencionar que las iniciativas de este tipo corresponden a las comunidades autónomas, y que la situación varía enormemente entre unas y otras.
 

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