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"La nueva pedagogía es cruel con los niños desfavorecidos"

Inger Enkvist, hispanista sueca, ha publicado un nuevo libro en España: Repensar la educación (Eiunsa, 2006) intenta explicar las teorías de la “nueva pedagogía” –imperantes en la Educación occidental–, y cómo esconden una base ideológica y no científica.
Miércoles, 3 de mayo de 2006
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Autor: José M. LACASA

Para un padre que ha estudiado hace 20 o 30 años le es muy complicado entender que la escuela ya no es igual . ¿Qué es lo que ha cambiado?
Es muy difícil, primero porque hay que tener un conocimiento, y los padres no tienen tiempo para enterarse. Y porque la manera de hablar de los profesores, maestros o directores de colegio es un discurso lleno de palabras raras y benevolentes: te habla de apertura, de atención al niño, de dar un apoyo personalizado a cada alumno, de no pedirle demasiado y de respetar al niño. Es muy difícil que un padre que no esté en contacto con la Educación, sepa que hay una diferencia entre las palabras y la realidad. Es algo terrible tener que empezar a sospechar de la escuela, es como tener que sospechar de alguien de la familia. ¿Cómo vamos a pensar que nuestros padres nos mienten? Eso es horrible.

La escuela de hoy enseña muchísimo menos que antes. Los padres confían en que, si el chaval va bien en clase, sabe lo bastante como para enfrentarse a las etapas superiores, pero eso no siempre se está cumpliendo. ¿Qué puede hacer un padre para detectar si el niño está preparado o no para su edad?
Si el país tiene un plan de estudios concreto donde poder mirar, puede detectar que algo anda mal. Pero si los planes de estudio son muy vagos es muy difícil que un padre pueda detectar ese fallo. También tiene responsabilidad la industria editorial, porque si los manuales que utiliza el niño no contienen suficiente material, ¿cómo va a detectar el problema un padre?
Tu pregunta era qué puede hacer un padre: intentar seguirle, preguntarle qué ha aprendido hoy, conversar con él, ver cómo anda, intentar explicarle cosas. Lo elemental, lo que pueden hacer todos, es hablar mucho con sus hijos, no solamente de la casa y la comida o las actividades de ocio, sino hablar del mundo, de los sucesos de hoy, conversar con él sobre cosas serias. Uno de los grandes placeres de la vida es poder conversar con tu hijo. Tu hijo tiene 12 años una sola vez en la vida.

El bullying o matonismo que es una de las máximas preocupaciones de los padres. ¿Tiene algo que ver el cambio de escuela con la aparición del fenómeno?
Sí, sí y sí. No es solamente un cambio, sino que son varios. El que no se trabaje de forma ordenada, con la maestra indicando un trabajo y el grupo trabajando, a ratos en silencio y, de vez en cuando, en diálogo con la maestra… Eso crea una falta de estructura y propone resquicios en los que pueden desarrollarse y crecer conductas agresivas entre los alumnos. Porque antes de ser violento es agresivo, insultante, amenazante. Ahora se supone que todos los niños son buenos, que todos quieren estudiar, que utilizan todo su tiempo en el colegio para estudiar… hay una serie de presupuestos que, simplemente, no corresponden a la realidad. Al no basarse en la realidad del niño, en la capacidad de distraerse, en la poca motivación que puede tener el niño de vez en cuando, abrimos la puerta a conductas negativas.
Una de las cosas que he visto en el libro es que la escuela puede funcionar como cantera de violencia.
Hay muchas señales que lo indican. Primero, si desde Primaria se le dice al alumno que él mismo va a decidir lo que va a hacer en cada momento, llega a creerse que realmente es el centro del mundo, que nadie tiene derecho a criticarlo… Primero se opone a la maestra, después al director del colegio, después a cualquier adulto que intente ponerle a raya. Dar al alumno la idea de que no necesita aceptar ninguna regla es antieducativo, dejarle que acose a los compañeros o permitirle que no haga las tareas es poner los cimientos de una conducta no deseada. Si después se convierte en fracaso escolar, creará un rencor hacia la sociedad y una voluntad de hacerse valer, y no tiene más recurso que la violencia: hemos creado un ser antisocial.

En España, 100.000 alumnos fracasan al año…
Es nuestra responsabilidad como maestros, como progenitores, como adultos con voto. Es responsabilidad personal, de cada uno de nosotros.

El libro analiza la nueva pedagogía y habla sobre todo del constructivismo, algo de lo que los padres no han oído hablar. Brevemente, ¿qué es lo que dice el constructivismo con respecto a la Educación y por qué es negativo?
El constructivismo es una idea –la suelen llamar filosofía– que dice que el mundo no existe en realidad, no es real más que en conexión conmigo mismo: si yo elijo algunos elementos y les doy un nombre, los elementos, de algún modo, sólo existen como yo los veo y merecen tener el nombre que yo les doy. Yo soy el centro del universo y yo decido sobre la realidad.
Para entender el constructivismo es bueno pensar en la visión anterior de la Educación: el niño nace, el alumno empieza a ver el mundo, el mundo se abre ante sus ojos y la misión de la escuela era aprender más y más elementos del mundo real para poder orientarse en él. Ahora hemos dado la vuelta a todo aquello: no es que el alumno deba estudiar el mundo, sino que el alumno puede crear su propio mundo.
Podríamos hablar de una actitud egoísta, si utilizamos la psicología; en medicina o psiquiatría hablaríamos de autismo. Pero cualquiera de esos ismos son antisociales. En realidad, estamos enseñando a los alumnos, no elementos de la realidad o de la cultura, sino una conducta antisocial.

Parece que se ha cambiado la profesión docente por completo, y no sé si el profesor es capaz de entenderlo.
Ha cambiado y algunos ideólogos de la formación docente se sienten felices. Dicen que la misión del profesor ha cambiado, ahora deben ocuparse de todos los alumnos, de todas las materias y, sobre todo, de los alumnos que no quieren o no pueden estudiar. Se ha convertido en el tipo de asistencia social y ya no es una profesión cultural e intelectual.
Los maestros se sienten mal, se dan de baja, quieren cambiar de profesión. Una profesión que era un orgullo para la persona, una identificación personal muy fuerte, y tienen que luchar para cubrir las plazas en la profesión docente.

Si no formamos la libertad de nuestros alumnos, cuando crezcan ¿qué va a ser de nosotros?
Estamos atacando la raíz de la libertad porque si no los educamos no van a tener los criterios para seguir su camino: al no educarlos, los estamos manipulando. Si hubiéramos bajado el nivel recortando el número de años, la gente hubiera reaccionado, pero hemos recortado la Educación ampliando el número de años que deben acudir obligatoriamente a la escuela. Si tiene que ir más años con menos contenido práctico, ¿en qué consiste lo que sobra? Y los padres deberían preguntarse con qué rellenan el resto.

El otro gran problema de España es el de la inmigración: parece que ha traído todos los problemas, cuando la Educación ya sufría problemas antes. El problema es que el sistema no está preparado para enfrentarse a la inmigración.
Hay estudios en muchos países que dicen que si los inmigrantes se encuentran con un sistema bien estructurado, con metas claras y con niveles claros, no hay ningún problema. El estudiante extranjero se incorpora en el nivel que puede seguir y avanza según va aprendiendo, como cualquier alumno. Pero la escuela sin normas, sin estructuras, sin metas y que dice que cualquier niño de 12 años es igual a cualquier otro de 12 años, hunde al inmigrante.

Cuando se les pregunta a los alumnos quién tiene la culpa de tu fracaso, todos se la echan a sí mismos.
Es cruel, pero la nueva pedagogía dice más o menos que al colocar al alumno en el centro se supone que el propio alumno tenga energías, conocimientos, voluntad, posibilidad de salir adelante. Esta pedagogía es cruel con los niños de madres analfabetas: si no se encuentran con una escuela estructurada y con profesores preparados, es casi imposible que le vaya bien. Empieza su vida en el nuevo país con un fracaso, y eso es lo peor que podemos hacer por ellos.

El MEC está bajando más el nivel para reducir el fracaso, incluso en la Universidad. Sin embargo, en Inglaterra han hecho justamente lo contrario y les ha ido bien.
Hay que hacer justo lo contrario: es un espejismo eso de bajar el nivel hasta encontrar el de los estudiantes. Si se baja el nivel, bajará más el nivel de los estudiantes.

Una de las excusas para la implantar la Logse fue que la ley anterior beneficiaba a los alumnos de clases superiores. Sin embargo, con el tiempo se ha visto que esa ley llevó a muchísima gente que era hija de padres no universitarios a la Universidad, al contrario que la Logse.
Es exactamente lo que ha sucedido en Suecia, y nuestra Logse es de 1969. Lo curioso es que fue precisamente la generación de los nacidos en los años 40 los que más se beneficiaron de la Educación anterior. Los que de padres campesinos y obreros llegaron a la Universidad y coparon todos los puestos interesantes en el nuevo estado de bienestar. Y esa generación puso una ley que ha frenado a la siguiente.

En España también se vislumbra una carga generacional.
Es muy triste que las personas que han vivido ellos mismos los beneficios de una buena Educación hagan imposible esto para otros. En Suecia, el ministro de Educación que hizo nuestra Logse (Olof Palme) era de una familia noble, que había estudiado en una escuela privada y que aprendió allí a hablar cuatro o cinco lenguas. Él firma el decreto que rebaja el número de lenguas extranjeras a dos en la escuela básica. Antes un sueco estudiaba inglés, alemán y francés obligatoriamente antes de acceder al bachillerato. Con la ley actual estudia inglés y puede elegir entre el francés y el alemán, pero con la mitad de horas de las que antes se disponía. Así que él decide que los otros no van a beneficiarse de este programa, y lo hace en nombre de la sociedad democrática, la libertad, el desarrollo social y de algunas cosas más.
 

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