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“No sé de dónde ha salido esa pretensión de reforma general”

Julio Carabaña ocupó puestos de responsabilidad en el MEC de los tiempos de Maravall, y actualmente es catedrático de Sociología de la Educación en la Facultad de Educación de la UCM. Conocido investigador y polemista sobre temas educativos, últimamente la ha tomado –con razón– con la versión española del proceso de Bolonia.
Miércoles, 21 de junio de 2006
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Autor: Laura DE CUBAS
José M. LACASA

Entiendes que el sistema de créditos europeos es bastante superficial…
No hay ningún método. Facultades como Medicina o Derecho, son las más viejas; en Químicas y otras ciencias, se pasan la mitad de la vida en el laboratorio. Son los métodos que siempre se han utilizado. Lo que te quiero decir es que cada facultad, antes y ahora, tiene los métodos que son más acordes con la materia y con el objetivo de la enseñanza. Lo que no tiene sentido es hacer experimentos.

El nuevo método intenta homogeneizar, pero ¡es imposible!
No, no se va a homogeneizar. Además, nadie sabe cómo es el nuevo método, para empezar.

¿Lo sabe alguien fuera de España?
No, fuera de España no existe gran cosa. Sé que, en el caso francés, la implantación de Bolonia implicaba la partición del año en dos trozos, novedad para los franceses asombrosa. Los alemanes ya lo tenían hecho. El crédito europeo consiste precisamente en que el año alemán sea equivalente al del resto. Lo que no sé es cómo en España los “revolucionarios de la didáctica” han introducido esa pretensión de reforma general de los métodos.

Una vez dominada la Secundaria, ¿el asalto a la universidad?
Si, pero ¿quiénes son? ¿De dónde salen? ¿Cómo están organizados? No es una conspiración universal, sino un estado de opinión que se apodera de las mentes. Es una epidemia.

¿Hay algún interés en cambiar completamente la universidad más allá de la equiparación con Europa?
Sí, hay mucha gente que quieren cambiar la universidad por completo. Aunque no saben qué quieren cambiar. Al principio de cualquier reforma todos se suman a ella porque quieren modificar un aspecto u otro. Aquí tenemos los reformadores, los mercantilizadores y los de investigación. Cada uno quiere reformar algún aspecto.

¿Por qué la reforma de la LOU no habla de Bolonia?
Porque son distintas dinámicas políticas. Es un efecto que generan, el “efecto palanca”: esto es, si tú no puedes hacer una reforma en casa te vas al nivel más alto y, si ahí tienes influencia, lo consigues. Es decir, si no puedes llevar a cabo la reforma de la facultad a través de la ley te vas a Europa.

¿Cuál es el sentir de los profesores universitarios?
Se animan los que son reformadores. Aquí por ejemplo hay un profesor que es partidario de extender las normas ISO a todos los ámbitos, incluida la universidad, una agencia externa de evaluación de la que él formaría parte a través de una empresa suya, por supuesto. Los de didáctica, que quieren reformar los métodos, están contentos. Y los demás esperan que caiga el aguacero. Una de las virtudes del mecanismo-palanca es que elimina la discusión, se amparan en la expresión “Bolonia es imparable”, y así el marco de la discusión se sitúa fuera. Hay quien se somete y quien es fatalista. También está la postura de quienes dicen: “Yo soy funcionario y el rector ya me dará trabajo a realizar”.

Esa era la postura de los que se sometieron a la Logse, y ya han cambiado de opinión.
Hay resistencia. Pero puede ocurrir cualquier cosa.

¿Vamos a llegar a 2010 como fecha tope para la implantación?
Los métodos seguirán siendo resultado de lo siguiente: uno, exigencia de cada materia, y dos, la disponibilidad del personal.

Me refiero a llegar a 2010, sobre todo por el tema de la reducción de años, el cambio en el nombre de las titulaciones… el poder asentarnos definitivamente porque…
Definitivamente no nos vamos asentar, porque no podemos adaptar a un bachiller a los enormes cambios que van a ocurrir. Vamos a ver, otra pauta de reforma es la siguiente: a una reforma difícil, la manera de salvarla es que venga otro y plantee otra reforma más grande todavía. La típica huida hacia delante. Y eso va a pasar.

¿Vamos a encontrar una nueva Bolonia?
Sí, no lo dudes. Alguien pensará que en el proceso de Lisboa se van a plantear nuevas metas como consecuencia de la Constitución europea, y eso lo aprovecharán en la reunión del consejo de ministros para impulsar y revisar los objetivos de Bolonia. Es decir, las reformas educativas en general –hablo de cualquier tipo– tienen mucho crédito político cuando se plantean. Por eso mismo todos se suman y esperan ganar. Y van perdiendo crédito político a medida que se realizan y se ve quién no gana. Si entonces tiene demasiado coste político implantarla, viene otro responsable, que no hace la reforma. Y así estamos hace… ¿cuánto tiempo?
Algunas se llegaron a hacer, como la Logse, pero fue fatalidad, porque si hubiera tenido mayoría absoluta el PP en 1996 no se hubiera puesto nunca en práctica, y como no llegó la pusieron en práctica de mala gana y cuatro años después lo cambiaron. Y ahora la LOE la revisa.

Hemos visto en la Secundaria un proceso similar al que está ahora en marcha en la Universidad: ya no es tan importante el departamento, hay que aprender a aprender, la pedagogía centrada en el alumno, la forma de enseñar tiene más importancia que lo que se enseña, todo eso nos suena mucho. Al final eso se traduce en que cada departamento tiene un especialista en la forma de enseñar que ya tiene un puesto y se mete en todo. ¿Vamos hacia allí?
No, eso último es muy difícil. Nadie se atreve a entrar por ahora a un departamento universitario recién licenciado y habiendo sacado las oposiciones como experto didáctico. Lo más que se puede hacer es que el rector tenga expertos didácticos que vayan y evalúen.

Universidad y Colegios profesionales

Todo el mundo está haciendo cábalas con el prácticum, y sólo quedan dos opciones: o se reduce o se tienen que quitar clases de forma drástica.
La capacidad de hacer prácticas varía mucho de unas carreras a otras. El problema es que no se sabe dónde se va a hacer. En Sociología, a la hora de hacer prácticas los alumnos no lo consiguen porque no hay sitio. Es dificilísimo que una práctica externa sirva institucionalmente para sacar el título. Ni siquiera en la formación profesional. Supone un conflicto de competencias prácticamente insalvable.

Esto ha salido de otras instituciones que han querido formar a la gente que va a trabajar en ella: en Ciencias Económicas es la Cámara de Comercio.
Claro, y se pretendió dignificarlas dándoles categoría universitaria. Y eso es lo que ahora se quiere extender a todas las licenciaturas: a filosofía, a inglés, etc. Aquí el problema está muy cerca: ocurrió con Magisterio y Pedagogía. Magisterio es una escuela profesional. Una escuela profesional se distingue muy bien de una facultad científica. En una escuela profesional tu estás orientado continuamente al ejercicio de una profesión, todas las asignaturas que se enseñan son útiles para el desarrollo laboral. En una facultad científica es exactamente lo contrario, es decir, tu no estás pensando en ninguna profesión, tu estás pensando en la formación científica de los alumnos.

¿Hasta qué punto estamos pagando la ley de reforma universitaria ahora?
Por un lado está la profesionalización de los títulos científicos, que son las titulaciones de ciencias y letras. Ahí se pueden conjugar los intereses de liberales y de los científicos: “Doy titulaciones rápidas y yo me quedo con los realmente buenos para la investigación”. Pero esto tiene una contrapartida, que es que quien está en el laboratorio investigando no quiere bajar a dar clase a grado: se puede originar el germen de la separación de la universidad en dos otra vez, escuelas profesionales por un lado y facultades para la investigación por otro.

Y en una renovación drástica del nombre de los contenidos y las titulaciones, ¿no?
Eso no se va a hacer, porque los intereses creados son muy fuertes. Si no hay un colegio que presione para la fusión, no se produce. Las fuerzas en el cambio de los títulos son dos: los colegios y los profesores. También hay otras dos laterales, que serían los alumnos y el Estado. El Estado podría ser fuerte, pero como está totalmente debilitado no es capaz de hacer nada, ni siquiera sobre la enseñanza, que es algo que le interesa directamente. La tendencia de los profesores es a dividir, y la de los gremios es a mantener unido.

¿Y las teóricas?
Las teóricas están patas arriba completamente. Los grupos de las técnicas no han sido capaces de mantener el título unido. Las fuerzas del mercado van a favor de que el título se divida. Y los profesores siempre quieren que se divida: una sección, de la sección una unidad, y de la unidad un título. Entonces es muy difícil si no hay presión del mercado en ciencias y letras competir. 

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