fbpx

La crítica no es acoso

El señor Iñaki Piñuel, acogiéndose a un derecho de rectificación con el que MAGISTERIO ha sido en extremo generoso, contestaba la semana pasada en términos bastante insultantes a un artículo aparecido semanas antes en este periódico y que se titulaba Un estudio sobre la violencia escolar, en la picota.
Miércoles, 14 de junio de 2006
0

Autor: José M. LACASA
Redactor jefe de MAGISTERIO

Piñuel acusa al periódico y al periodista de “acoso al investigador”, de buscar “perjudicar notablemente y hacer daño”, después pasa por encima de las críticas que se hacen a su metodología, y sigue acusando de “silenciar y matar al mensajero, portador de las malas noticias de la Violencia en nuestros centros educativos”, insinúa que somos poderosos (gracias, pero infórmese) molestos por “las investigaciones incordiantes”.

Cualquiera que conozca a MAGISTERIO, sabe que tales descalificaciones son una serie de despropósitos, a los que no vamos a responder por innecesario. Nada apoyaría más nuestra línea editorial que el informe Cisneros VIII, pues son muchos los años que llevamos denunciando un sistema que engendra violencia, no sólo la recoge. Pero ello no nos impide denunciar los fallos que vemos en el informe.

El primero, el problema de la muestra: si se pasan 6.000 cuestionarios y se contestan 2.100, el investigador debe controlar el posible sesgo introducido en la muestra. No aparece ese control por ninguna parte. Es más, no había muestra inicial para controlar el sesgo. Es más, ahora sabemos –entonces no– que el reparto de cuestionarios no fue al azar. Por tanto, ninguna de las inferencias del estudio tiene base sólida (los capítulos III y IV). Todos los especialistas consultados por esta publicación (cinco profesores universitarios de distintas áreas) han dicho que eso “no se podía hacer”. Sencillamente. No puede poner que x profesores son acosados en España porque desconoce el sesgo de su muestra, y porque su método no permite esas inferencias.

Muchos de los resultados de la encuesta Cisneros coinciden no sólo con otros estudios, sino con el día a día de los centros, que en MAGISTERIO nos preciamos de conocer. Por ejemplo, que los profesores opinan que es la dejación de los padres de su misión educativa es conocida hace tiempo, pero que se corresponde con una realidad lo sabemos por el estudio del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia Violencia entre compañeros en la escuela (Ángela Serrano e Isabel Iborra, 2005), en el que se concluye que los acosadores suelen tener cierta querencia por el riesgo o los videojuegos violentos, que a menudo sienten rabia ante los demás, y que el factor familiar más influyente es la práctica inadecuada de crianza por los padres (ya sea por autoritarias y faltas de afecto, ya por negligente, es decir, por falta de control, con o sin afecto). Serrano, en un congreso sobre violencia celebrado en Salamanca, dijo que la característica más común entre los alumnos acosadores era tener padres que nunca les habían dicho que no. También coincidimos en que un docente tiene pocas salidas para huir de esas situaciones, lo que ha sido repetidas veces denunciado por MAGISTERIO.

Sin embargo, tales postulados no son extraíbles de una encuesta a profesores: estos pueden acertar en sus juicios o no, y desde luego los datos se refieren a opiniones de profesores, no necesariamente a causas reales. Desde luego lo que la encuesta demuestra es que los profesores saben mucho, y suelen acertar en las causas, pero esta afirmación no puede concluirse sólo de los datos del estudio Cisneros.

Además, no es la primera vez que el señor Piñuel comete errores (a nuestro juicio y al de los especialistas consultados): en su anterior estudio sobre acoso escolar ya se incurría en el otro problema metodológico del estudio. Nos referimos a la amplitud de los términos, sobre todo el de acoso. Esta definición le permitía y le permite publicar unas cifras tan abultadas y no coincidentes con ningún otro estudio sobre el tema. El término “acoso” está tan liberalmente utilizado en sus estudios como en su respuesta a este periódico. Si llevarle la contraria es acoso, no me extraña que le salgan tales cifras. Ya sabía que el espíritu de Braudel está ausente de la Universidad española, pero jamás pensé que aquello que ha estado vigente en el saber universal desde el s.VI a.C. –criticar un trabajo público, especialmente universitario– pudiera ser una cuestión de “honor” o dar paso a una demanda patrimonial.

No he podido hacerme con ningún cuestionario, por lo que no puedo decir mucho más.
Respecto a sus argumentos sobre el artículo, decir que: la ficha técnica del estudio no es correcta (vid. supra); la nota técnica NTP 574 no está seguida estrictamente ni redactada en los mismos términos; hay una amplitud en los términos que le permite aportar cifras muy alejadas de otros estudios (que coinciden entre sí, por cierto); hay extrapolaciones de datos que no se pueden hacer… ¿Qué mas quiere, sr. Piñuel?

0