fbpx

Sarkozy y Royal: juntos contra la carte scolaire

Nuevos vientos azotan la enseñanza francesa. La tarjeta escolar (carte scolaire), longeva institución que obliga a escolarizar a los hijos en el centro más cercano al domicilio familiar, ha sido puesta en duda por Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal, los dos principales aspirantes a convertirse en el próximo primer ministro del Gobierno galo.
Miércoles, 4 de octubre de 2006
0

Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Increible pero cierto. Por una vez y sin que sirva de precedente, las dos voces más autorizadas de la derecha y la izquierda francesas coinciden en la necesidad de reformar una de las piedras angulares de la enseñanza republicana.

Se trata de la tarjeta escolar (carte scolaire), un mecanismo creado en el año 1963 bajo tres premisas básicas: planificar la necesidad de nuevas plazas de acuerdo a criterios geográficos, asegurar la mezcla social y fomentar la igualdad de oportunidades cerrando el paso a cualquier tipo de competencia interescolar.

A efectos prácticos, la carte obliga a todas las familias a escolarizar a sus hijos en el centro más próximo a su domicilio. Quizá la antítesis más feroz al principio de libre elección que aún persiste en los sistemas educativos de la Unión Europea.

 

Segregación

 

Tanto el gaullista Nicolas Sarkozy como la socialista Ségolène Royal –ambos candidatos de sus respectivos partidos de cara a las próximas elecciones legislativas– han hecho público su propósito de erradicar (Sarkozy) o al menos flexbilizar (Royal) la tarjeta escolar. Uno y otra están de acuerdo en que esta institución con más de 40 años de vida ya no sirve para garantizar sus objetivos fundacionales.

Ante todo, porque la evidencia dicta que los barrios galos distan mucho de ser socialmente heterogéneos. Hay zonas reservadas a la alta burgesía, otras de clase media y grandes banlieues donde habitan la mayoría de inmigrantes y sus descendientes ya con nacionalidad francesa.

Sarkozy y Royal suscriben una opinión cada vez más extendida: en los barrios desfavorecidos, la tarjeta escolar sólo ha servido para cortar las alas de la movilidad social creando guetos escolares de los que resulta imposible escapar.

 

Trampas

 

Más aún cuando muchos padres recurren a resquicios burocráticos más o menos legales –cuando no optan directamente por la Privada– para evitar que sus hijos recalen en un centro problemático.

En su edición del 6 de septiembre, el diario conservador Le Figaro narraba un caso extremo. Nada menos que cuatro matrimonios con siete hijos se habían empadronado en un minúsculo estudio de 12 metros cuadrados situado en un buen barrio del centro de París. Todo por librarse del poco reputado instituto que les hubiera tocado en la localidad de Bagnolet, a las afueras de París.

Otro vía de escape al determinismo escolar consiste en solicitar materias exóticas (por ejemplo, clases de chino) que sólo se imparten en determinados centros.

Si Sarkozy postula un cambio radical para acercarse al modelo británico (altos niveles de libertad a la hora de elegir, fomento de la competitividad, autonomía de gestión, evaluaciones públicas, sistema de incentivos…), la candidata socialista sólo ha hablado de abrir la posibilidad de elección a «dos o tres centros». Y mientras, ayudar a aquellos en principio menos atractivos financiando la puesta en marcha de «actividades escolares de alto nivel».

No lo tendrá fácil Royal. La línea dura de su partido ya ha mostrado una furibunda oposición a tocar la tarjeta escolar. Aunque con matices, ningún sindicato ha apoyado explícitamente la reforma.

0