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Atrapados por su pasado

Nadie duda de que una auténtica integración del colectivo gitano pasa por mejorar sustancialmente su nivel educativo. Tras siglos de discriminación en el acceso a la escuela y desprestigio de la enseñanza entre la población gitana, las nuevas generaciones empiezan a subirse al carro de la formación.
Miércoles, 15 de noviembre de 2006
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Gitanos. Pueblo con casi 600 años de presencia en España. Colectivo que por norma –con las mil y una excepciones que de hecho existen– continúa en muchos aspectos al margen de la mayoría paya. Un microcosmos que muta lentamente, conservando reglas y costumbres propias. Según no pocas opiniones, una forma de entender la vida que no casa bien con ciertos pilares  de la convivencia en nuestra sociedad.
No por sorpresa, la extrañeza, desprecio e incluso miedo con que los adultos españoles miran a los gitanos encuentra su correlación entre la población escolar.
Según un estudio de la Fundación Caja de Madrid realizado en 2005, los chavales entre 11 y 13 años siguen reservando los peores adjetivos a sus compañeros de la raza calé. Para más inri, muy por encima de otras minorías étnicas de desembarco reciente en nuestro país también sometidas a todo tipo de prejuicios y estereotipos.
Los menos cultos, sociables, limpios e incluso alegres. Los más violentos y mentirosos. Así son los gitanos a ojos del escolar medio español. Y para el profesor, este tipo de alumnado obtiene las peores puntuaciones en 14 de 25 variables analizadas en dicha encuesta.

Universitarios

A pesar de todo, frente a esa infinidad de escollos antes, durante y después del camino, el alumnado gitano avanza poco a poco hacia unos niveles de integración educativa aceptables.
No existen datos que lo demuestren (nuestro censo no contempla el origen étnico del individuo), pero es lo que aseguran quienes lidian con el día a día en la Educación de los calés españoles.
“Desde los años 80 se han producido grandes progresos. Hay que tener en cuenta que la generación de los padres es muy a menudo analfabeta”, asegura Begoña Pernas, autora de La cuestión gitana, reflexiones en torno a la Educación y el cambio social.
“Se empieza a ver cada vez a más gitanos en ciclos formativos de grado medio y superior y en la universidad”, corrobora el director de intervención socioeducativa de la asociación vasca Kalé dor Kayiko, Juanjo Lozano.
También hay consenso al señalar que el éxito integrador varía de unas comunidades a otras. Hay quien dice que Andalucía es un ejemplo a seguir. Otros admiran las iniciativas puestas en marcha en Navarra. Madrid, por su parte, cuenta con adeptos y detractores.
Difícil evaluar: los resultados dependen de la situación de partida y de otras variables imposibles de cuantificar. Lo que está claro es que hay administraciones más comprometidas con la causa, más sensibilizadas. Y otras que dejan que el tiempo corra.
Aunque las recetas milagrosas no proceden ante una problemática tan compleja, parece que los proyectos que mejores frutos han cosechado suelen descansar sobre dos ejes: la colaboración del centro con otras organizaciones sociales que llegan donde la escuela no alcanza, y la adaptación del aprendizaje a partir de perspectivas realistas.

Gran ilusión

El Ministerio de Educación premió en el curso 2004-05 al IES “Siglo XXI”, en el deprimido barrio sevillano de Torreblanca, por una iniciativa de compensación educativa dirigida (aunque no sólo) al alumnado gitano.
Su jefe de estudios, Antonio Perea, aún recuerda el caos en el que vivía inmerso el instituto hace apenas tres años. “Estuvimos a punto de cerrar por falta de matrículas, sólo éramos seis profesores con plaza fija, teníamos graves problemas de disciplina…”.
Ahora hay 30 profesores fijos, las peticiones de ingreso van en aumento y el clima se ha tornado mucho más amable. Y es que el torrente de novedades introducidas “con una gran ilusión” desde entonces resulta abrumador.
Ante todo, un acertado proyecto de adaptación curricular que estableció dos niveles (normal y adaptado) en los cuatro cursos de ESO, más el nivel taller (con fuerte carga profesional) desde segundo curso. Por lo general, los alumnos gitanos no siguen el libro de texto y se guían por otro tipo de materiales ad hoc. Además, desde el pasado curso hay dos profesores por aula en las clases más difíciles, lo que facilita la atención personalizada.
A esto se añade una estrecha cooperación con ONGs como la Fundación Secretariado Gitano o Adima, que se ocupa de controlar el absentismo y cuenta con un espacio para sus actividades en el mismo instituto.
Otra transformación esencial –también promovida por el “Siglo XXI”– pasa por implicar a las familias en la vida del centro. Para Lozano, es imprescindible que los padres gitanos “participen en actividades” porque “ayuda a que el niño acepte la escuela como algo suyo”. Y allana el camino para un cambio de mentalidad insoslayable: “poco a poco vamos consiguiendo que encuentren sentido a la enseñanza”, concluye Lozano.


Criba en ESO

Si bien la práctica totalidad de los gitanos españoles  se mantienen escolarizados durante la Primaria, las cifras caen en picado al comienzo y durante toda la Secundaria obligatoria. Es en el tránsito de etapas cuando muchas chicas se quedan en el camino, mientras que la desmotivación y otros factores se ceban con los chicos calés una vez que han empezado el instituto.
Según un estudio de la Fundación Secretariado Gitano, el 80% de los alumnos de etnia gitana no consigue concluir la ESO. Paradójicamente, menos gitanas que gitanos empiezan la Secundaria, pero más consiguen terminarla, con diferencias incluso más acusadas que entre los payos.
Al 68,5% de alumnos gitanos matriculados en Secundaria no les “gusta nada estudiar”, frente al 47% de estudiantes payos.


“La ESO ha supuesto un retroceso en integración”

Responsable de coordinar las iniciativas educativas impulsadas desde la Fundación  Secretariado Gitano (FSG), María Teresa Andrés demuestra un profundo conocimiento sobre las complejas relaciones entre la población gitana y el mundo de la enseñanza. 

En la integración educativa del alumnado gitano, ¿vamos a mejor?

Vamos a mejor. Despacito, pero vamos a mejor. Nosotros hemos observado cambios significativos en los niveles de normalización educativa. Cada vez hay más alumnado gitano que va a la universidad, que hace ciclos formativos… También hay mejoras legislativas, aunque no en todas las comunidades por igual.
Por otra parte, lo cierto es que la ampliación de la edad de escolarización obligatoria en dos años que trajo la Logse ha supuesto un cierto estancamiento, incluso retroceso para algunas familias. El problema es que antes terminabas la EGB y tenías los estudios mínimos. Ahora has de aprobar la ESO, y la realidad es que muchos no lo consiguen.

¿Cree que la ESO está mal configurada para enganchar al alumno gitano? ¿Debería existir más flexibilidad para elegir vías profesionales a edades más tempranas?

Yo creo que los cambios de la nueva ley en este sentido van a ser positivos, aunque habrá que ver cómo se aplican. Porque la Logse también tenía cosas buenas sobre el papel, pero luego hubo problemas de financiación, de formación de profesores. También considero que a los gitanos les perjudica especialmente la despersonalización de la enseñanza en la ESO. Que haya menos trato individual, un enfoque más académico, menos contacto con las familias…

¿Es entonces el tránsito de la Primaria a la Secundaria el gran reto para mejorar los niveles de integración?
Hay que tener en cuenta que para ellos el cambio es cuantitativa y cualitativamente muy brusco. La vida en Secundaria es muy diferente de lo que están acostumbrados a ver. Algunas familias, no todas, tienen miedo de que sus hijos se pierdan en la vorágine del instituto. Todos los estereotipos de que si se vende droga, la violencia, que si se aprovechan de los niños…, eso provoca que algunos prefieran retirarse.

Me ha llamado la atención que menos chicas gitanas que chicos empiecen la ESO, pero muchas más lo terminen. Es decir, con más dificultades, se sobreponen y alcanzan mayores niveles de éxito que sus compañeros.
Ya a lo largo de la Primaria se observa que las niñas gitanas van mejor, sacan mejores notas, van más a clase. Claro, eso en Secundaria se nota. Hay padres cuya idea es preparar a sus hijas únicamente para la vida familiar, así que si esas chicas quieren seguir estudiando han de demostrar que pueden cumplir en casa como mujeres y además progresar en los estudios. Son verdaderas heroínas. Sin embargo, el chico es más libre para decidir su futuro y sin embargo se esfuerza menos.

¿Ha observado cambios desde dentro? ¿Está cambiando la mentalidad gitana respecto a los beneficios de la Educación?
Hay que preguntarse si ellos se plantean su futuro a largo plazo en clave de promoción social con una base académica. La verdad es que gran parte de las familias no asocian la emancipación, la independencia económica, con una formación académica. La mayoría de las familias españolas sí, pero entre los gitanos todavía pesa que haya tantos padres sin estudios pero que han conseguido salir adelante. A esto hay que añadirle las perspectivas de éxito: no hay que olvidar que los gitanos siguen sufriendo discriminación laboral.

Antes decía que, en materia de integración, algunas comunidades van mejor que otras.
Hay distintos grados de desarrollo normativo y práctico en la atención a la diversidad. También hay distintos niveles de sensibilización: algunas están más preocupadas que otras. Yo creo por ejemplo que la Comunidad de Madrid tiene desde hace varios años programas de integración de minorías que funcionan, y en este sentido se ha convertido en modelo de otras regiones.

¿Cuál es el secreto del éxito en este tipo de programas?

Yo creo que es fundamental la colaboración entre el sistema educativo y las organizaciones sociales. El sistema educativo, por muy buenos profesionales que tenga, cuenta con limitaciones. Por ejemplo, el acceso a la familia, conocer bien los problemas del alumnado, entender el porqué del absentismo. En aquellas comunidades o municipios en los que existe esta colaboración, los avances son más evidentes.

Muchos critican la alta concentración de población gitana en determinados centros. ¿Es esto más culpa de las familias que escolarizan a sus hijos en el mismo colegio o instituto, o producto de una especie de descuido administrativo?

Un poco todo. Ciertamente, las familias gitanas tenderán a llevar a sus hijos a centros en los que hay otros niños gitanos. Es probable que se conozcan, no se sentirán tan solos, los padres tendrán apoyos a la hora de ir a recogerlos… Yo también lo haría… Luego hay barrios de mayoría gitana: allí es lógico que en los colegios e institutos la mayoría sean gitanos.

La verdad es que, por norma, los programas de dispersión escolar forzosa y poco flexible han sido un fracaso.
Yo creo que la clave estaría más bien en mejorar la calidad del centro que está en ese barrio donde hay muchos gitanos. Es un reto que requiere voluntad y una buena preparación entre los docentes. Muchos profesores se desmotivan porque no tienen la formación adecuada para asumir tal desafío.

Algunos países incentivan a sus profesores para que vayan a enseñar a centros difíciles.
La asignación del profesorado es un tema que procuro sacar siempre que hablo con el Ministerio o las consejerías. No es extraño que a los centros con alto porcentaje de gitanos vayan profesores novatos, interinos que por mucho que les guste puede que el año siguiente se vayan a otro centro. A estos centros tendría que ir el profesorado mejor preparado y que quiera enfrentarse a retos. Y siempre con un apoyo fuerte de otros profesionales como mediadores socioculturales, técnicos en integración social. Un reto educativo hay que mimarlo mucho para salga bien.


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