Creamos el Libro viajero del comilón
Un buen día la educadora de comedor pensó en la elaboración de un libro especial donde se detallasen todas aquellas anécdotas culinarias y familiares de todos los niños que teníamos en el aula de comedor.
La idea principal de nuestro Libro viajero del comilón consistía en que las familias nos contasen las recetas mejor guardadas transmitidas de generación en generación, exponer anécdotas familiares relacionadas con la alimentación, lo que más le gusta a Pepito, recetas de compañeros de otros países… y, en la medida de lo posible, que el niño participase en el proyecto. Para ello pegaron fotos suyas comiendo con los abuelos, pintaron con témpera, elaboraron un collage con fideos, Cola Cao, etc.
De esta forma también se trabajó la Atención a la Diversidad con los niños y sus familias y, además, el niño era el protagonista del día en el aula de comedor con sus compañeros.
La idea fue aceptada positivamente por todos los implicados, y enseguida nos pusimos manos a la obra.
Lo primero que hicimos fue elaborar una lista con el nombre de cada niño, de tal forma que cada semana se llevase el libro de una familia y se tuviese tiempo para hacer los deberes.
Implicación
Colaboraron todos: papás, mamás, tíos, abuelos, hermanos… estaban encantados con la idea y los niños se mostraban muy orgullosos cuando al día siguiente les tocaba ser los protagonistas del día.
Ser los protagonistas del día en el aula de comedor significaba contar a todos los amigos cómo habían elaborado en casa sus experiencias con el libro viajero.
Se escribieron muchas cosas interesantes, desde la elaboración de un postre casero árabe hasta unas gachas o un cocido madrileño. También elaboraron un collage con fideos, garbanzos, recortes de revistas, fotos familiares…
Los niños se sintieron muy motivados enseñando “sus deberes” a los compañeros. Así, cada semana, teníamos un ratito reservado después de comer para disfrutar todos juntos de las experiencias de los amigos del aula de comedor.
Resultó tan positiva y motivadora la actividad, que sirvió de recetario multicultural para las familias y para mí. Y, como broche final, invitamos a las mamás y a los papás que pudiesen a elaborar un postre con nosotros. “Algo facilito y rapidito", así disfrutamos ese día de un postre familiar riquísimo y nuevo, hecho con mucho amor.
De este proyecto aprendimos todos y tomamos mayor conciencia de que el momento de la comida es tan importante y divertido como cualquier momento del día en el aula. Y agradezco la estrecha colaboración establecida entre las familias y el centro dado el escaso tiempo que se tiene hoy en día.
Objetivos y evaluación del proyecto
Se ha pretendido con estas actividades crear un contexto adecuado para que los niños sean capaces de conseguir estos objetivos tan dispares:
—Desarrollar capacidades de atención, escucha y respeto.
—Expresar sus deseos, intereses e inquietudes y compartidas con el resto de su familia y amigos.
—Desarrollar progresivamente su autoestima.
—Favorecer la transmisión cultural de su gastronomía más cercana.
—Respetar la diversidad de culturas.
También trabajamos estos otros objetivos con las familias del centro que colaboraron en el proyecto:
—Implicarse y participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus hijos.
—Crear una relación de confianza en el centro.
En lo referido a la evaluación, una de las cosas que más me han motivado en este proyecto ha sido la respuesta de las familias y su grado de implicación, pues sin ellas este trabajo no se hubiese llevado a cabo.
Además, hemos demostrado que el momento de la comida puede ser tan divertido e importante como cualquier actividad en el aula.
Yolanda EMBIZ LÓPEZ
CN de Rascafría (Madrid)
