Moviéndonos descubrimos el mundo
La práctica psicomotriz sostiene y acompaña al niño en la conquista de su autonomía y en el desarrollo de una imagen positiva de sí mismo. Se le proporciona un espacio y un material adecuado y seguro, que le dé la posibilidad de expresarse globalmente a través del gesto, de la acción, el cuerpo, la voz, el juego, etc. En la sala el niño puede descubrirse a sí mismo con sus límites, abrirse a los demás y al mundo exterior, enfrentarse a sus conflictos interiores y poner en juego emociones y miedos.
El espacio psicomotor permite al niño vivenciar su cuerpo y mente como una unidad permitiéndole un desarrollo global.
Subrayamos la importancia de la afectividad y de la emoción en la maduración psicológica del niño, ya que el movimiento es el medio elegido por los niños para contar sus emociones, para vivir experiencias afectivas profundas (balancearse, ser tapado con una manta…). Revivir las emociones permite al niño tomar distancia de ellas, controlarlas y aceptarlas como parte de su personalidad.
Para que el niño esté predispuesto al aprendizaje es necesario que se libere de las emociones que lo invaden (miedo, rabia…). Estas crean un conflicto interior que dificulta al niño recibir y acomodar la información que le llega del exterior. Una vez que el niño en la sala toma distancia de sus emociones, está más disponible para pasar al pensamiento operatorio.
En las sesiones se establecen espacios y tiempos determinados para el desarrollo de las actividades, que suponen un recorrido desde la acción y el movimiento, pasando por los distintos grados de simbolización, hasta llegar a la representación mental.
Tipología de las actividades
La tipología de las actividades es:
Juego sensoriomotor: carreras, equilibrios, desequilibrios…, siempre en unas condiciones que garanticen la seguridad. A través del juego sensoriomotor el niño tendrá la oportunidad de vivenciar el placer del movimiento a partir de la actividad motriz espontánea y de formar su identidad, imagen y unidad corporal. Se incluyen:
–Las actividades motrices propioperceptivas, o sea, aquellas que se centran en la propia persona.
–Las actividades motrices exteroceptivas, centradas en el exterior, como trepar, deslizarse, saltar y correr.
Juego simbólico: donde el niño transforma la realidad, dando a los objetos un significado simbólico, que se modifica dependiendo de las situaciones, y donde la expresividad motriz supone una manifestación propia de aspectos más profundos.
Representación plástica: a través de las construcciones o del lenguaje, donde el niño se distancia de sus emociones y vivencias con la contención y el control postural, facilitando la representación, que será progresivamente más elaborada.
La técnica principal que utilizaremos para la evaluación del alumnado será la observación directa de los parámetros psicomotores sobre las acciones y procesos de aprendizajes que realizan los alumnos.
También serán fundamentales para la evaluación las sesiones de intercambio de información, entre el profesorado y con los padres, cada trimestre.
Los objetivos de esta experiencia
Con la práctica psicomotriz educativa perseguimos que los niños sean capaces de:
1. Reapropiarse del placer sensoriomotor y experimentar y adquirir la coordinación y el control dinámico del cuerpo para favorecer la progresiva estructuración del propio esquema corporal.
2. Estructurar y moverse en el espacio, así como manipular los materiales de acuerdo a sus necesidades.
3. Vivenciar, identificar, simbolizar y representar las propias emociones y sentimientos, y comprender y respetar los de los otros.
4. Establecer y consolidar la comunicación y acceder a la capacidad de pensamiento operatorio a partir de la descentración y distanciamiento de las propias emociones.
5. Respetar a los demás y resolver los conflictos de forma no violenta, prevenir el riesgo de accidentes y seguir las normas.
EI “Dulcinea”
Leganés (Madrid)
