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Bulgaria: La insoportable pesadez del Estado

Más aún que en el caso rumano, el gran problema de la Educación búlgara se encuentra en las tremendas desigualdades de acceso a una enseñanza de calidad según el origen socioeconómico y cultural del alumno. En buena medida, las comunidades rurales, gitanas y turcas constituyen un mundo aparte en comparación con la mayoría étnica de origen búlgaro que habita en ciudades.
Miércoles, 10 de enero de 2007
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Baste como ejemplo la tasa de abandono escolar entre la población gitana (un 4,6% de los habitantes totales, en contra de la creencia popular, casi el doble que en Rumanía). Si un 25% de búlgaros no consigue un título de Secundaria superior, el 70% de ellos son gitanos y el 11% turcos, porcentajes muy por encima de su peso específico en la demografía del país balcánico.

Cambios

Otra crítica frecuente dirigida al modelo de enseñanza búlgara señala hacia la insuficiencia de los procesos de descentralización emprendidos desde la caída del régimen socialista. Para muchos, la Educación nacional sigue siendo en exceso rígida y monolítica, dejando poco espacio a la innovación y, sobre todo, la iniciativa privada. Aunque cueste creerlo, si bien el número de instituciones educativas no estatales se multiplicó por diez durante los años 90, en el año 2005 el 99,5% de los estudiantes en edad de escolarización obligatoria seguían acudiendo a escuelas públicas.
Cierto que algunas cosas han cambiado rápido durante los últimos años de sprint final hacia la adhesión a la familia europea. Sobre todo a la hora de otorgar mayor autonomía de gestión a los centros educativos. En otra esfera, también han sido notables los esfuerzos por avanzar en la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación, en especial en la Secundaria.
Otro logro encomiable es haber conseguido incrementar de 33.000 a 50.000 el número de titulados universitarios entre 1995 y 2002. Aún así, la oferta de estudios en los niveles superiores no se ha ampliado en función de los criterios de una economía competitiva en el siglo XXI. Si en la Unión Europea en su conjunto un 11% de estudiantes cursan carreras científicas, informáticas o Matemáticas, en Bulgaria el porcentaje cae al 5%.
Si atendemos a los resultados de los principales indicadores internacionales, es fácil comprobar que Bulgaria reproduce las mismas deficiencias que Rumanía. En resumen, demasiada Formación Profesional en Secundaria (legado, claro está,  de la época soviética). Consecuencia: tasas de no titulados moderadas pero pésimos resultados en PISA. En el de 2000, 430 en Lectura (491 de media en la UE).

Caída en gasto

Estructuralmente, el sistema educativo búlgaro obliga a escolarizar a los niños a partir de los 6-7 años. Los alumnos permanecen en escuelas primarias hasta los 10 años, cuando pasan a la Secundaria básica, donde estudiarán hasta los 14. Lo habitual es cursar contenidos comunes hasta esa edad, si bien es posible emprender la vía profesional a los 13 años. La Secundaria superior (para cuyo acceso sólo es necesario poseer el Certificado de Educación Básica) se desarrolla entre los 14 y los 18 años, y es aquí cuando hay que elegir (con pocas posibilidades de vuelta atrás) entre senda profesional o académica.
Aunque el gasto público búlgaro en Educación es aceptable para los parámetros occidentales (4,24% del PIB), para muchos resulta difícil olvidar que en 1992 superaba el 6%. 


BULGARIA

Población: 7.385.367 habitantes.
Extensión: 110.910 km2.
Frontera con: Grecia, Macedonia, Rumanía, Serbia y Turquía.
Grupos étnicos: Búlgaros (83,9%), turcos (9,4%), gitanos (4,7%), otros (2%).
Renta per capita: 7.030 euros.
Esperanza de vida: 72,3 años.
Tasa de desempleo: 9,9%.
Índice de alfabetización: 98,6% (99,1% hombres; 98,2% mujeres).
Gasto público en Educación: 4,24% del PIB.
Número de alumnos: 1.250.000.
Abandono escolar temprano: 18% (mujeres 17,9%; hombres 18,2%).
Éxito escolar: 76,5% (77,1% mujeres; 75,9% hombres).
Tiempo medio de escolarización por alumno: 15,3 años.


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