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Mecánicos o abogados a los diez años

En los países desarrollados la edad a la que los alumnos deben optar por la vía académica o profesional oscila entre los 14 y los 16 años. En Alemania esto ocurre a los 10 años, tras sólo cuatro de enseñanza obligatoria. La temprana elección del futuro formativo constituye sin duda la gran peculiaridad del sistema educativo germano, un modelo también definido por el amplio margen de maniobra regional que otorga su estructura federalista.
Miércoles, 31 de enero de 2007
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

¿Se imaginan que en España un partido político tratara de adelantar a los 12 años la división de alumnos según talento, habilidades y actitudes? El escándalo sería mayúsculo, qué duda cabe.
Pues bien, esto es lo que ocurre en siete estados de los 16 que conforman la geografía alemana. Sorprendentemente, en los nueve restantes la frontera entre el café para todos y el comienzo de la enseñanza segregada se sitúa dos años antes, cuando los alumnos acaban de cumplir una década escasa de vida. Nadie que en España aspire a una vida política más o menos longeva se atrevería siquiera a mencionar dicha posibilidad.
Aunque en Alemania las excepciones son muchas veces la única regla, el esquema básico es el siguiente. Tras cuatro años de Primaria (ver apoyo en azul a la derecha de la ilustración), padres y profesores se reúnen, evalúan juntos –el peso de cada opinión varía según el estado– qué es lo que más conviene al chaval y deciden si su horizonte formativo desembocará en la cadena de montaje de una fábrica Volkswagen o en un prestigioso bufete de abogados berlinés.
Hay tres sendas bien trazadas (académica, profesional e intermedia) más, desde hace un par de décadas, una cuarta de inspiración comprensiva en la que todas las puertas permanecen abiertas, al menos durante los primeros cursos.

Universitarios

“Es muy importante saber que existen varias opciones para cambiar de tipo de colegio en cursos posteriores”, matiza Monika Bayón, asesora pedagógica en el Instituto Goethe de Madrid. “Es verdad que hay pocos, pero he conocido incluso casos de alumnos que han empezado en una haupschule [la vía menos exigente] y han acabado estudiando una carrera universitaria”.
Bayón, de origen español pero educada en Alemania, añade que el tránsito de una realschule (nivel intermedio) a un gymnasium (el más académico) es más o menos frecuente.
Aunque es cierto que los criterios segregadores se han relajado en los últimos tiempos, también lo es que el porcentaje de universitarios en Alemania sigue siendo de los más bajos de Europa occidental.
Asimismo, es justo reconocer que todos dan por hecho el carácter excelso de una Formación Profesional que, en su tiempo, hizo posible el milagro alemán, y que aún sigue tiñendo de espíritu práctico a la enseñanza germana.

Desigualdad

Hace algunos años, la estudiosa Roberta Nerison visitó varias escuelas alemanas con el fin de presentar un informe ante el Departamento de Educación de EEUU. Nerison concluyó que muchos padres verían con buenos ojos retrasar unos años la toma de tan crucial decisión, ante todo para evitar errores con los chavales que maduran más tarde.
Más problemática es la cuestión de hasta qué punto afecta la separación temprana a las posibilidades de promoción social entre las capas más desfavorecidas. Nerison también apuntaba que, aunque las cosas estaban cambiando, la costumbre era que los hijos continuaran la senda escolar marcada por sus padres. El hijo del arquitecto, al gymnasium. El del mecánico, al hautschule.
Para el coordinador internacional de PISA –informe en el que, por cierto, Alemania cosechó resultados mediocres en 2000 y 2003–, Andreas Schleicher, la influencia resulta todavía más clara.
En su opinión, los sistemas que “estratifican” a corta edad “conducen a grandes desigualdades en las oportunidades de aprendizaje”. Hace años que Schleicher (él mismo alemán) no pierde oportunidad para proclamar a los cuatro vientos la esencia elitista de la enseñanza teutona.
Pocos universitarios, pobres resultados medios para un país que se vanagloria de ser nación de cultura por antonomasia… El pasado año llegó una nueva constatación de que el modelo educativo alemán apuesta demasiado por la calidad (para algunos) descuidando un mínimo de equidad para todos.
A partir de los resultados del PISA 2003, un grupo de analistas de la OCDE se encargó de medir las diferencias en cada país entre los alumnos nativos y los inmigrantes de primera y segunda generación.
Las cifras de Alemania resultaron ser tan tristes como desconcertantes. Los alemanes de pura cepa arrasaban, muy por delante de los extranjeros recién llegados y, lo que es más curioso, aún a más distancia de los alemanes hijos de la inmigración.
Dice Schleicher: “el problema es que los inmigrantes o hijos de inmigrantes no pueden compensar su déficit lingüístico en los cuatro años de Primaria, por lo que suelen terminar en itinerarios con bajas expectativas, sin tener en cuenta su potencial académico. La pérdida de potencial humano es tremenda”.


Federalismo

Aunque la Educación en Alemania es, en virtud de su organización federal, ante todo responsabilidad de cada estado (länder), lo cierto es que existen características comunes que unifican la enseñanza en el país más poblado de la Unión Europea.
Tras pasar cuatro años en Primaria (Grunschule) estudiando contenidos comunes, los alumnos germanos –o más bien sus padres y profesores– deben elegir en el 5º curso de la enseñanza obligatoria (que se prolonga hasta los 16 años) en qué tipo de escuela secundaria continuarán su formación.
Esta decisión crucial llega a los 10 años de edad. Según sus habilidades, los estudiantes ingresarán en un gymnasium (enfocado a la universidad), una realschule (fórmula mixta) o una haupschule (vía profesional). En siete de los 16 estados la selección no llega hasta los 12 años, y todos menos tres han incorporado en las últimas décadas otra modalidad que, bajo el nombre de gesamtschule, aglutina a las tres modalidad bajo un techo comprensivo. La posibilidad de cambiar de itinerario varía según el länder, siendo los estados del sur conservador más rígidos que el resto del país.


“La selección temprana refuerza la influencia socioeconómica”

Alemán convencido de la injusticia inherente al sistema educativo germano, el coordinador del estudio PISA, Andreas Schleicher, responde con velocidad récord a nuestras preguntas.

¿Por qué en el ámbito europeo de influencia germana se obliga a los alumnos a elegir tan pronto su camino en la enseñanza?
Son sistemas enraizados en una larga tradición y que reflejan un enfoque bastante habitual en la Europa de la primera mitad del siglo XX. Cuando el mercado de trabajo estaba altamente estratificado, con claras diferencias entre carreras académicas y profesionales, dichos sistemas se mostraron muy eficientes.

Pero las cosas han cambiado en el resto de Europa.
En efecto, la mayoría de países han adoptado estrategias más comprensivas en Educación. La razón es que ahora se reconoce que la selección temprana tiende a reforzar la influencia de los factores socioeconómicos sobre los resultados escolares.

¿Hay debate en Alemania sobre lo adecuado o no de su modelo educativo?
Hace tiempo que es un tema polémico. Normalmente se ha visto como un debate ideológico, y sólo tras la aparición de estudios como el PISA se ha arrojado algo de luz empírica sobre el problema.

¿Cree que este sistema tiene que ver con los pobres resultados de los inmigrantes alemanes de segunda generación?

Sin duda. Está claro que en los países con sistemas más estratificados la brecha de rendimiento entre alumnos nativos e inmigrantes es mayor. Esto es particularmente cierto para el caso alemán.


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