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Rumanía: Ciudad de oportunidades y campos abonados al fracaso

En continuo proceso de reforma desde la caída del régimen comunista, el sistema educativo rumano combina con absoluta naturalidad la excelencia y la mediocridad, creando una fotografía llena de contradicciones.
Miércoles, 10 de enero de 2007
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Como otros países de la órbita soviética, Rumanía quiso despegarse del socialismo a velocidad de vértigo. Y en ciertos aspectos, como el abandono total de cualquier tipo de adoctrinamiento ideológico en la escuela, acertó de pleno. En otros, dicen los analistas, las cosas se han hecho rápido y mal.
Ejemplo evidente de esto es la vía descentralizadora emprendida en cuanto a financiación, la cual ha generado grandes desigualdades que el país más latino del este de Europa se esfuerza ahora en subsanar. No obstante, las políticas de flexibilización si se han mostrado eficaces en otras esferas, caso de la libertad para poner en el mercado más de un libro de texto por asignatura o la adquisición de una mayor autonomía de gestión por parte de los centros.   
La dicotomía más obvia (y también la más preocupante) es la que separa la enseñanza en las ciudades de la que se oferta en el ámbito rural. Si un alumno acude al colegio en un centro urbano, es probable que disponga de laboratorios científicos, aulas informáticas, asesores pedagógicos y todo tipo de clubs de estudiantes: cine, teatro, matemáticas… Si por el contrario frecuenta una escuela de pueblo, ésta será pequeña, sucia y mal equipada. No es extraño que tenga que caminar unos cuantos kilómetros para ir a clase todas las mañanas, ya que el estado apenas cubre el transporte escolar.
Los efectos del abismo educativo campo-ciudad son fácilmente palpables. Mientras que el 40% de los alumnos rumanos proviene del medio rural, sólo un 1% de los universitarios han recibido su Educación obligatoria fuera de los núcleos urbanos. Mucho más que en otros países de la Unión Europea, la enseñanza de calidad en Rumanía está prácticamente vetada de facto para una amplísima capa de la población.

Formación Profesional

Otro de los grandes déficit del sistema rumano es su enorme desequilibrio entre estudios profesionales y académicos en la Secundaria, con la balanza claramente inclinada hacia los primeros.
En 2003, el 64% de los alumnos inscritos en institutos (liceul, de los 14 a los 18 años) cursaban programas profesionales de muy diversa índole, y sólo el 36% restante estaba matriculado en la senda académica. Son datos que explican por qué Rumanía puntuó en Lectura muy por debajo de la media del mundo desarrollado en el último PISA al que se presentó, el del año 2000 (432 puntos, más de 50 menos que España). Y también quizá por qué optó por no concurrir al de 2003.
Más aún, la ratio alumno/profesor se sitúa en 31 si nos referimos a los estudios profesionales, pero cae en picado hasta 12 estudiantes por cada docente en las opciones académicas. Para muchos, una herencia del espíritu elitista que regía en la enseñanza de épocas pasadas.
Desde un punto de vista formal, la estructura del modelo educativo rumano contiene ciertas semejanzas con el que teníamos en nuestro país antes de la entrada en vigor de la Logse. Con una Infantil voluntaria, la Primaria empieza a los seis años y termina a los 14. En total, ocho cursos divididos en dos fases: escuela elementaria (de los seis a los 10 años) y gymnasium (10-14 años).
Alguna peculiaridad local es (como consecuencia de la falta de espacio) la existencia habitual de dobles turnos (matutino y vespertino), de manera que algunos chavales pueden terminar su horario lectivo a las ocho de la tarde. Otras remiten al carácter selectivo de la Educación rumana: a partir de los 10 años, las clases se configuran en función del rendimiento de los alumnos; por otra parte, las conocidas como olimpiadas (competiciones académicas entre colegios a las que acuden los mejores alumnos) gozan de una gran fama en todo el país. No en vano, aquellos que representan a la escuela (no digamos ya si resultan vencedores) gozan de todo tipo de privilegios tácitos o legales.

Examen de acceso

El tránsito de la Primaria a la Secundaria pasa por un examen concebido de forma idéntica a nuestra selectividad. En la nota final para acceder al instituto (en esto las diferencias con España son notables), el 50% corresponde a una prueba nacional de Lengua y Literatura rumana, Matemáticas y Geografía o Historia, mientras que el otro 50% se obtiene de las calificaciones obtenidas por el alumno desde el segundo curso de la Primaria.
Si uno quiere estudiar la Secundaria en uno de los prestigiosos Colegiu National, no podrá conformarse con menos de un 9,5. Si consigue un aprobado raspado, con toda seguridad recaerá en un instituto de ínfima calidad.
La Secundaria se divide en dos años para todos (que completan los 10 de enseñanza obligatoria) y otros dos voluntarios, equivalentes a nuestro Bachillerato. Paradójicamente, si el examen de acceso a la Secundaria supone un momento crucial en la vida del estudiante rumano, aquel que realiza al terminar los cuatro años de instituto tiene escaso valor. De hecho, no es extraño que los vigilantes dejen que los alumnos hablen entre ellos durante la prueba, e incluso que copien con todo descaro. Esto es debido a que la calificación obtenida en el Examenul National de Bacalaureat casi no cuenta a la hora de solicitar plaza en una universidad. Tenerlo aprobado es sólo un requisito formal, pero son los propios centros de Educación superior los que se encargan de diseñar sus exámenes de acceso.   
No cabe duda de que el sistema educativo rumano aglutina instituciones de gran calidad en todos los niveles educativos. Pero a pocos escapa que los parámetros de equidad distan mucho de ser similares a la media occidental. Con una inversión pública en Educación de las más bajas de Europa (3,44% del PIB), el margen de mejora parece enorme. 


RUMANÍA

Población: 22.303.552 habitantes.
Extensión: 237.500 km2.
Frontera con: Bulgaria, Hungría, Moldavia, Serbia y Ucrania.
Grupos étnicos: Rumanos (89,5%), húngaros (6,6%), gitanos (2,5%), otros (ucranios, alemanes, rusos…).
Renta per capita: 6.150 euros.
Esperanza de vida: 71,6 años.
Tasa de desempleo:
7,7%.
Índice de alfabetización (mayores de 15 años): 98,4% (99,1% hombres; 97,7% mujeres).
Gasto público en Educación:
3,44% del PIB.
Número de alumnos (de Primaria a Universidad):
3.900.000.
Abandono escolar temprano (% de alumnos entre 18 y 24 años que no estudian y que poseen un título de FP Grado Medio como máximo):
19% (mujeres 18,9%; hombres 19,1%).
Éxito escolar (% de jóvenes entre 20 y 24 años con al menos la Secundaria superior):
76% (76,8% mujeres; 75,2% hombres).
Tiempo medio de escolarización por alumno:
15,1 años.
Niños escolarizados a los cuatro años: 75,2%.
Ratio alumnos/profesor en Primaria:
17,8.
Número medio de idiomas aprendidos en Secundaria: 
1,9.


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