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En el 14% de centros hay docentes agredidos

Las amenazas graves entre escolares de enseñanza Secundaria e incluso los casos de agresión física se mantienen en niveles similares a los de hace siete años. El informe de referencia sobre el tema que presentaron el lunes el Defensor del Pueblo y Unicef y cuyos datos adelantó ya el pasado viernes en exclusiva MAGISTERIO destaca que disminuyen las víctimas de insultos y motes pero advierte que uno de cada diez alumnos se siente ignorado por el resto.
Miércoles, 7 de febrero de 2007
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¿Ha empeorado la convivencia en los centros escolares? Según los datos del Informe Violencia Escolar: el maltrato entre iguales en la enseñanza Secundaria Obligatoria 1999-2006 –adelantado en exclusiva por MAGISTERIO en su webblog, en la dirección www.magisnet.com– aunque aparentemente bajan las conductas menos graves (situaciones de insultos y motes ofensivos), el maltrato entre iguales es patente. La exclusión escolar, por ejemplo, sí ha aumentado según los datos aportados por el Defensor del Pueblo y Unicef. El informe concluye que uno de cada diez alumnos se siente víctima de un maltrato oculto y, en concreto, se siente ignorado por sus compañeros. Por su parte, las amenazas graves entre escolares de enseñanza Secundaria e incluso los casos de agresión física se mantienen en niveles similares a los de hace seis años.

Docentes

Por su parte, los datos sobre el número de centros donde hay docentes afectados por maltrato de alumno a profesor son escalofriantes. La agresión que más se da en los centros según los jefes de estudio son los insultos (74,3%) seguido por “el alumnado siembra rumores dañinos sobre docentes”, en un 55,3% de los casos. El porcentaje baja un poco al hablar de “el alumnado destroza sus enseres” (53%), y en los casos de “intimidación con amenazas” (40%) y robos (35,3%). Un porcentaje notablemente menor, pero aún así muy elevado, declara conocer casos de agresión física (14%). No es de extrañar el número de quejas de los docentes a la vista de estos datos.
Los conflictos en las relaciones interpersonales no se limitan en los centros educativos al maltrato entre iguales. Las agresiones de estudiantes a docentes, de acuerdo con lo que los jefes de estudio declaran haber visto, son “mucho más frecuentes de lo que correspondería a una institución educativa”, dice el propio informe.
Además, el estudio demuestra  que no es cierto que el profesorado “no se entere” de las agresiones, como indican los alumnos, pues la percepción de los hechos es similar entre profesores y alumnos. Sin embargo, sí se percibe de forma distinta la intensidad.

Más conciencia

El informe destaca que la conciencia del profesorado ante el problema ha crecido enormemente, y que no se transige con muchos comportamientos que eran pasados por alto en 1999. Sin embargo, a pesar de haber subido la presión de los docentes frente al acoso, este ha disminuido muy poco en las conductas graves o las más intensas.
En definitiva, ni profesores ni alumnos son ciegos y ambos colectivos perciben prácticamente en la misma medida la incidencia de los distintos tipos de acoso en los centros educativos.
Desde la perspectiva del alumnado que es testigo la exclusión social y la agresión verbal –coincidiendo con las respuestas de los agresores y en menor medida, también de los docentes– son las formas de maltrato entre iguales más generalizadas. En total, alrededor del 50% del alumnado reconoce que ve agresiones de los alumnos dirigidas al profesorado y viceversa.
Especialmente importante resultan las respuestas del maltrato entre iguales en cuanto a testigos que reconocen la relevancia de las nuevas tecnologías (teléfonos móviles e internet principalmente) como instrumentos a través de los que se lleva a cabo la victimización.

Conductas menos graves

Por otra parte, las agresiones verbales son las conductas más sufridas por el alumnado. En concreto, el porcentaje de los alumnos víctimas de insultos baja del 39,1% al 27% y el de víctimas de motes ofensivos del 37,7% al 26%.
La agresión física directa que supone la conducta de pegar es sufrida por un 3,9% del alumnado (que era un 4,8% en 1999), mientras las amenazas para meter miedo son padecidas en mayor porcentaje, un 6,4% del total de estudiantes, (5,4% “a veces” y 1% “en muchos casos”). El estudio presenta sus conclusiones con una triple perspectiva: agresor, víctima y testigo. Desde la estimación del maltrato a partir de las respuestas de las víctimas, más de una décima parte del alumnado (10,5%) declara ser ignorado, de los cuales un 9,5% dice serlo “a veces” y un 1% “de forma muy reiterada”. La exclusión activa, que representa el que a alguien no se le permita participar la experimenta un 8,6% de los estudiantes de Secundaria, de los cuales un 7% la sufren “a veces” y un 1,6% “con mucha frecuencia”. Las agresiones verbales son las más mencionadas como conductas sufridas por el alumnado. Los motes que ofenden o ridiculizan son citados por uno de cada cuatro alumnos (26,7%), de los cuales un 21,4% los sufren “a veces” y 5,2% “con bastante frecuencia”, siendo la conducta más mencionada entre las sufridas “a menudo” o “siempre”. Todavía en mayor medida se sufren insultos (27,1%), ya que un 23,2% los reciben “a veces” y un 3,9%, “en muchos casos”. Aún más estudiantes declaran ser objeto de conductas de hablar mal de él o ella (31,6%).

La ayuda de los amigos

Las víctimas acuden a los amigos principalmente, aunque un tercio lo cuenta a la familia y algo menos a los compañeros. Son pocos los que acuden a los profesores u orientadores.
Las víctimas señalan que la ayuda viene prácticamente sólo de los amigos, triplicando el porcentaje de víctimas que los mencionan frente a otras instancias. Hasta un 13% señala que nadie les ayuda, porcentaje que aumenta cuando se calcula sobre las agresiones más graves. Resulta preocupante que algo más del 10% de las víctimas no lo comuniquen a nadie (en el estudio de 2000 eran más de un 15% los que se callaban).
Asimismo, dos de cada agresores señalan la pasividad de quienes observan lo que sucede y uno de cada cuatro afirma que los demás les animan.
En cuanto a la reacción por parte del profesorado, destaca que son menos de un tercio los que señalan que el docente interviene o castiga a quienes maltratan a un  compañero o compañera. Por otra parte, el estudio indica una  tendencia a una mayor implicación del personal educativo en la resolución de este fenómeno que se desarrolla en sus centros. (15,3% frente al 10,7% del informe del año 2000), aunque los jefes de estudios encuestados consideran que los conflictos han aumentado en su centro. La mitad (50%) cree que han aumentado “ligeramente” y un tercio más (31,7%) que lo han hecho “drásticamente”.

Comparación de incidencia de maltrato a partir de los porcentajes de víctimas de cada tipo de maltrato en 1999 y 2006
  Ocurre     Ocurre en      
  a veces   muchos casos     Total  
  1999 2006 1999 2006 1999 2006
Me ignoran 14,2* 9,5* 0,9 1 15,1* 10,5*
No me dejan participar 9 7 1,9 1,6 10,9 8,6
Me insultan 34,4* 23,2* 4,7 3,9 39,1* 27,1*
Me ponen motes ofensivos 30,4* 21,4* 7,2* 5,2* 37,7* 26,7*
Hablan mal de mí 31,8 27,3 3,8 4,2 35,6 31,6
Me esconden cosas 20,2* 14,2* 1,8 1,8 22* 16*
Me rompen cosas 4,2 3 0,3 0,5 4,5 3,5
Me roban cosas 6,5 5,1 0,8 1,2 7,3 6,3
Me pegan 4,1 3,3 0,7 0,5 4,8 3,9
Me amenazan para meterme miedo 8,6* 5,4* 1,2 1 9,8* 6,4*
Me obligan con amenazas 0,8 0,5 0,1 0,2 0,8 0,6
Me amenazan con armas 0,6 0,4 0,1 0,1 0,7 0,5
Me acosan sexualmente 1,7* 0,6* 0,3 0,3 2* 0,9*
Fuente: Informe del Defensor del Pueblo/Unicef sobre violencia escolar 2006
* Diferencias estadísticamente significativas (p<0,001)

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Porcentaje de centros donde el jefe de estudios admite maltrato de alumno a profesor

Incidencia de distintos tipos de acoso según las víctimas y según los agresores y según profesores y alumnos )como testigos)


Metodología y autores

El objetivo del este estudio empírico del Defensor del Pueblo y Unicef era determinar las principales magnitudes del fenómeno del maltrato entre iguales en el contexto de la ESO en España tal y como se ha producido en el 2006 y en relación con la situación descrita en un estudio similar llevado a cabo hace siete años del que éste constituye su réplica (IDP-Unicef-2000).
El trabajo se realizó a través de una muestra de 3.000 estudiantes del ESO pertenecientes a 300 centros educativos públicos, concertados y privados de todo el país, además de la encuesta a los 300 jefes de estudio de los citados centros.
La selección de alumnos fue mediante muestreo estratificado por conglomerados polietápico. El trabajo de campo fue llevado a cabo por el equipo de investigadores del Instituto UAM-Unicef de Necesidades y Derechos de la Infancia y la Adolescencia (Iundia) aunque ha sido dirigido desde el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Las directoras del estudio han sido Esperanza Ochaíta, Elena Martín Ángeles Espinosa y Mª Cristina del Barrio.


Críticas al informe Cisneros

El informe dedica prácticamente un capítulo a analizar los estudios sobre el tema de la violencia escolar, criticando los resultados, las orientaciones y los aspectos metodológicos.
Llama la atención que el famoso Estudio Cisneros VII: violencia y acoso escolar, elaborado por A. Oñate e I. Piñuel y aparecido en numerosos medios de comunicación, sea descalificado por los autores (como ya publicó MAGISTERIO en su momento) con frases como “el trabajo no señala cómo se eligieron los centros, el número de alumnos que se eligieron en cada uno de ellos y su distribución por sexo y curso”; “en el informe no se dice haber realizado análisis estadístico de los datos,”; “en relación con la edad los datos no coinciden con la mayor parte de los obtenidos por otros autores”, etc. Especial atención merece el párrafo: “la tasa de comportamientos de acoso es más importante en la Educación Primaria y va descendiendo desde el 43% en segundo curso de esa etapa, hasta el 6% en segundo de Bachillerato. Así pues, desde esa relación inversa obtenida en el estudio entre acoso escolar y edad infieren los autores algo muy difícilmente sostenible: que el 6% del alumnado de segundo de Bachillerato (18 años), va a ‘arrastrar de manera significativa el problema en la vida adulta’, de manera que en años posteriores, no estudiados en el Informe Cisneros VII, no seguiría produciéndose la tendencia a la disminución de la violencia, sino que ésta quedaría ya fijada para toda la vida. De estas inferencias deducen los autores que ‘Un 60% de los niños acosadores habrán cometido más de un delito antes de los 24 años de edad. El riesgo de terminar convirtiéndose en un delincuente será para este grupo de niños acosadores de sus compañeros 4 veces mayor que para el resto’ (Oñate y Piñuel, 2005, pp 17-18).” Como ya apuntó MAGISTERIO, dicha coletilla se debe a una mala interpretación de un estudio de Dan Olweus.
Más tarde, en el informe del Defensor del Pueblo, se establece una tabla comparativa de los estudios: de los seis puntos analizados, el informe Cisneros no parece cumplir ninguno de los requisitos exigibles desde el punto de vista científico.

JML

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