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Competencias contra el paso del aula a la empresa

Un estudio recién publicado cuestiona las políticas descentralizadoras puestas en marcha en la Educación universitaria española durante las últimas décadas. Sus conclusiones apuntan hacia un empeoramiento de las perspectivas laborales entre los alumnos recién titulados que han estudiado en regiones que en aquel momento ya contaban con competencias educativas.
Miércoles, 20 de junio de 2007
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En Educación (y en la mayoría de ámbitos de gestión pública), los procesos descentralizadores llevan décadas en lo más alto de nuestro pedestal político. Aquí, descentralización equivale normalmente a eficiencia. Y motivos no faltan, a la vista de las sustanciales mejoras que ha cosechado nuestro único e indivisible  estado de las autonomías.
Pero, como se ha encargado de demostrar un reciente informe, la fórmula de ceder competencias a los poderes regionales y locales no siempre conduce a un éxito garantizado. Al menos en la enseñanza.
Según los datos obtenidos por José Ignacio García Pérez y Maite Blázquez Cuesta, respectivamente profesores de las universidades Autónoma de Madrid y Pablo Olavide de Sevilla, el traspaso de la Educación universitaria a las comunidades autónomas no ha mejorado las perspectivas laborales de los alumnos recién salidos del sistema.
Muy al contrario, las regiones sin competencias en Universidad (el estudio maneja datos de 1993 a 2002) tienden a comportarse mejor en la transición del mundo estudiantil al mercado de trabajo que aquellas con las competencias cedidas.
Esta es la principal conclusión de School to Work Transitions and the Impact of Public Expenditure on Education, extensa y anglófona denominación para un informe realizado bajo el auspicio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).

Del paro al empleo

Básicamente, el estudio relaciona –a través de operaciones algo complejas para el neófito en estadística– gasto público en Educación universitaria y no universitaria per capita en España durante diez años por un lado, con una variable que mide el éxito en la búsqueda de empleo tras finalizar los estudios a partir de varios factores por el otro.
Ésta última es la unemployment hazard rate (UHR), definido por García Pérez como la “tasa o probabilidad a la que los desempleados que llevan al  menos X meses en el desempleo salen del mismo en el mes X. Nos mide algo así como la velocidad (condicional a la duración) de salida de un estado a otro” (del desempleo al empleo).
Si el UHR ya es menor  (peor a efectos laborales) en las comunidades con poder de gestión educativa, la diferencia se ensancharía aún más en caso de que el gasto educativo público se incrementase.
Y es que, una vez establecidos los parámetros principales (gasto y UHR), los autores realizan una ficción estadística que consiste en aumentar el gasto educativo un 10 y un 20% para comprobar como reaccionaría la UHR entre la población joven de una zona determinada.
El resultado es una mejora ostensible en las probabilidades de encontrar empleo en todas las regiones, tanto para la población universitaria como para la no universitaria. Una conclusión que confirma la importancia de invertir en todo tipo de enseñanzas para facilitar la inmersión laboral de los alumnos recién salidos del sistema educativo.
Sin embargo, si nos fijamos exclusivamente en la esfera universitaria, dichos resultados admiten matices al comparar como reaccionan las regiones con y sin competencias la universidad.

Por defecto

Y es que las comunidades que en en esos años ya habían asumido poderes regionales en Educación parecen comportarse significativamente por debajo (notan mucho menos los efectos positivos de un aumento en el gasto) que aquellas donde las decisiones partían del propio Ministerio de Educación. Algo que sin duda constituye el principal hallazgo de los investigadores y que pone en entredicho la puesta en marcha de políticas descentralizadoras por defecto.
Por desgracia, García Pérez y Blázquez Cuesta cuentan con datos desglosados por regiones para las comunidades con competencias educativas, pero no para aquellas que en aquel momento estaban gestionadas bajo el paraguas del MEC, cuyo gasto educativo aparece como un total. Esto hace imposible una comparativa comunidad a comunidad que hubiera afinado los resultados.
A diferencia de los que ocurre en la enseñanza universitaria, los investigadores no detectan, en la no universitaria, diferencias importantes en el transito aula-escuela que deriven del nivel competencial existente en cada una de las comunidades.
Los investigadores resumen los frutos de su análisis en el siguiente párrafo: “Nuestro resultados sugieren que dedicar más fondos a la Educación aumenta las oportunidades y reduce el tiempo que los alumnos que han abandonado las aulas dedican a encontrar trabajo. Esto es cierto para la Educación universitaria y la no universitaria. No obstante, en el caso de la enseñanza universitaria la descentralización parece tener resultados negativos en cuanto al UHR. Por el contrario, en el caso de la no universitaria no hemos encontrado diferencias significativas entre las regiones con y sin autoridad competencial en Educación”.
Aunque los autores se muestran cautos a la hora de explicar el porqué del fracaso descentralizador en la universidad, en un momento de su estudio dejan caer que “es necesario señalar que la descentralización puede tener consecuencias negativas si los gobiernos autónomos están influidos por las élites locales”.


Sobredosis universitaria

Hace escasas semanas salió a la luz otro estudio sobre la transición entre el aula y el mundo laboral en nuestro país, informe que MAGISTERIO analizó a fondo y en exclusiva en su edición del 30 de mayo.
Dirigido por Glenda Quintini para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el análisis apuntaba hacia diversos frentes educativos mejorables con vistas a una mayor conexión aula-empresa. Ante todo, Quintini criticaba la excesiva teorización de nuestra universidad, que muchas veces “over-educates” (sobre-educa) a unos alumnos que luego no utilizan los conocimientos adquiridos en sus trabajos. Otro dardo iba dirigido al escaso prestigio y consideración pública de la Formación Profesional, algo que contrasta con la situación de la mayoría de los países de la UE. Para Quintini, la reducción del fracaso escolar era la prioridad básica en la enseñanza obligatoria.


“En España se han evaluado poco las políticas públicas”

José Ignacio García Pérez es profesor de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.

Más allá de su corroboración numérica, ¿tiene idea de por qué la descentralización afecta negativamente a la transición entre la universidad y el mercado laboral en las regiones con competencias en Educación?

La interpretación de nuestro resultado más correcta es la siguiente: un euro adicional en política educativa, a nivel universitario, es más efectivo en términos de reducción de la tasa de salida del desempleo en las regiones y períodos temporales sin competencias educativas que cuando existen competencias. Esta menor efectividad puede ser debida a una inversión decidida con criterios más de eficiencia cuando se hace a nivel estatal que cuando se hace a nivel descentralizado, pero realmente no tenemos evidencia clara de si esto es así o no.

¿Es posible que algunas comunidades hayan querido construir una universidad con carácter propio pero alejada de las demandas del mercado, donde abunden titulaciones irrelevantes?
Puede ser. No tengo evidencia clara a favor de lo que dice, pero sí que puede haber esa impresión en algunas comunidades. Nuestro estudio no logra identificar esto. Es más general en su resultado al hablar del gasto en Educación agregado, sin distinguir por partidas o conceptos.

¿Hay diferencias significativas dentro de cada grupo de regiones (con y sin competencias en Educación)? No sé si tienen datos desglosados por CCAA… 

Tenemos datos desglosados por CCAA, pero no datos del gasto del MEC en cada comunidad sin competencias cuando él era el responsable de la política educativa. Es una pena que estos datos no estén disponibles ya que nos ayudarían a identificar mucho mejor el efecto de la descentralización.

¿Por qué esas diferencias entre la Educación universitaria y la no universitaria? ¿Puede que la descentralización funcione en la no universitaria debido a sus propias características (hay que coordinarse con familias, ayuntamientos, estar más en los pequeños detalles…), pero que esto no sea extrapolable a la universidad?

Nuestros resultados están diciendo que la descentralización a nivel de política educativa no universitaria no tiene efectos significativos sobre la transición desde la escuela al primer empleo y sobre la tasa de despido en este primer empleo. El efecto del gasto público en este nivel es positivo sobre la salida del desempleo y nulo sobre la tasa de despido, y esto es igual en regiones con competencias y sin competencias. Una posible interpretación, muy sensata, es la que usted hace. A nivel no universitario, la política educativa sí necesita un mayor grado de cercanía al usuario para ser más eficiente.

Lo que parece claro es que invertir en Educación repercute positivamente en las perspectivas laborales de los jóvenes.
Es muy importante tener una evidencia clara de que un gasto público en Educación universitaria que aumentara, digamos, un 20% haría que la velocidad de salida del desempleo de sus alumnos fuera hasta cuatro veces superior. Ahora que todas las regiones tienen transferida la competencia, pueden decidir cuanto invierten en Educación. Y se observan grandes diferencias en términos per capita entre lo que invierten regiones como Andalucía y lo que invierten algunas regiones del norte de España. También habría que hacer una reflexión paralela sobre la calidad de ese gasto: no por aumentarlo sin más se obtienen resultados positivos.

¿Piensan que en España se ha abusado del mito de la descentralización como panacea de la eficiencia, sin pensar que quizá en algunos campos funcione bien pero no en otros?

En España se ha avanzado mucho en la eficiencia en la prestación de servicios, y a ello ha ayudado mucho el proceso descentralizador. No obstante, este proceso ha sido muy rápido y no ha dado tiempo a una mayor reflexión, y sobre todo análisis, de la eficiencia de las decisiones tomadas. En cualquier política pública es esencial una buena evaluación de impacto y eso no se ha hecho mucho todavía en España.

Si el MEC solicitase su opinión, ¿le recomendarían que re-absorbiera las competencias en Educación no universitaria? 
La respuesta a esta pregunta no es nada fácil, y con nuestros resultados no me atrevería a dar una respuesta. Sin duda nuestros resultados apuntan a que la eficiencia del gasto en Universidades ha sido mayor cuando éste se decidía a nivel centralizado, pero hay que investigar más sobre el asunto. Lo que sí me atrevería a recomendar sin ninguna duda al MEC es que evaluara la política realizada para tener un mejor análisis de los posibles efectos de la misma. Para ello es vital que ofrezca datos desagregados con mayor calidad y frecuencia, cosa que hasta ahora es muy difícil de conseguir.


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