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Gasto educativo: cuando el dinero no lo es todo

La pasada semana ofrecimos un somero repaso sobre las principales conclusiones del último Education at a glance, extenso informe en el que la OCDE proyecta su particular panorama de la Educación en el mundo rico. En esta edición descubrimos en detalle una de sus múltiples perlas: la organización quiere dejar claro que el dinero es necesario pero no suficiente para alcanzar la excelencia.
Miércoles, 26 de septiembre de 2007
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Si a más dinero, mejores resultados, ¿cómo explicar el extraño caso de Finlandia, un país que arrasa en PISA cuando apenas supera la media OCDE en gasto por alumno? ¿Y el de Corea del Sur? Los asiáticos invierten poco más que los portugueses en cada pupilo, pero en una olimpiada matemática bilateral Seúl-Lisboa, los lusos no tendrían nada que hacer.
Otro ejemplo. EEUU tira la casa por la ventana (en términos relativos, no digamos ya si hablamos de cantidades absolutas) a la hora de formar a sus nuevas generaciones. Dólares públicos y privados a mansalva, y aún así, decenas de países que le hacen sonrojar en las comparaciones internacionales.
En su último informe (Education at a glance 2007), la OCDE echa por tierra el dogma del dinero como panacea frente al fracaso educativo. No niega su importancia capital –de hecho anima con insistencia a incrementar los fondos destinados a la enseñanza–, sólo le despoja de ese disfraz de mago de las aulas que muchos aún le suponen. Viene a decir que sin unos mínimos no hay éxito posible, pero que a partir de ahí entran en juego otros factores (culturales, de sistema…) que algunos se empeñan en obviar.

Edén escolar

“Menos gasto no conduce necesariamente a peor rendimiento; sería engañoso equiparar una menor inversión a una calidad más baja de los servicios educativas”, afirma tajante el organismo que agrupa a los países ricos.
Unas páginas más tarde en el extenso volumen que repasa la Educación en más de treinta países, la OCDE glosa entonces las múltiples virtudes (potenciales) de priorizar la enseñanza en los presupuestos. “El gasto educativo es una inversión que puede ayudar a fomentar el crecimiento económico, elevar la productividad, contribuir al desarrollo personal y social, y reducir la desigualdad social”.
Continúa la lectura y uno topa por fin con la frase que sintetiza ambas ideas: “En resumen, los resultados sugieren que, mientras el gasto en las instituciones educativas es un prerrequisito necesario para alcanzar una Educación de alta calidad, gastar sin más no es suficiente si queremos conseguir buenos resultados”. ¿Dinero? Bien siempre y cuando vaya acompañado de un “uso eficaz de los recursos”.
Damos entonces marcha atrás unos cuantos capítulos y encontramos qué entiende la organización por “uso efectivo”. Suena a Edén escolar: “Las escuelas eficaces requieren una correcta combinación de personal formado y con talento, adecuadas instalaciones y alumnos motivados y  dispuestos a aprender”.
Menos obvia (y más amarga) resulta una última reflexión que resume el caminar sin rumbo de la Educación mundial en su conjunto. “El sector educativo aún no se ha reinventado en la forma en que sí lo han conseguido otros sectores. De hecho, los datos sugieren lo contrario, en concreto que la productividad en la Educación por lo general ha caído, ya que la calidad se mantiene constante y la inversión ha crecido considerablemente”.

Gasto sobre el PIB

Otras conclusiones del informe apuntan a un incremento sustancial del gasto por alumno en todos los países entre 1995 y 2004 (año del que proceden la mayoría de los datos).
También hay países que en esa década se enriquecieron a un ritmo mayor del que elevaron su inversión en la enseñanza, por lo que el peso del gasto educativo en relación al PIB cayó. Y otros (caso de España) en los que a este último factor se añade un descenso de la población escolar. El resultado es una subida del gasto educativo sobre el total del gasto público más bien escasa, si bien el gasto por alumno ha experimentado un crecimiento del 36%.
Casi todos los parámetros sitúan a nuestro país algo por debajo de la media OCDE, aunque con diferencias poco espectaculares. Por lo general no destacamos ni para bien ni para mal, aunque hay excepciones.


¿Quién tiene el secreto de la eficiencia?

Al final del amplísimo apartado que la OCDE dedica a analizar los pormenores del gasto educativo, en un epígrafe titulado “¿Utilizamos los recursos educativos de forma eficiente?”, Education at a glance se entretiene relacionando la inversión media que recibe cada alumno a lo largo de su enseñanza obligatoria (de los 6 a los 15 años) con las puntuaciones obtenidas por cada país en la prueba de matemáticas del PISA 2003. El resultado es un gráfico de gran interés para visualizar la importancia (sólo relativa) del dinero cuando aspiramos a alcanzar el éxito educativo.
El ejemplo más flagrante de despilfarro corresponde a Italia, cuarta en gasto medio (únicamente le superan Suiza, Estados Unidos y Austria) y cuarta (por la cola) en cuanto a rendimiento PISA. EEUU también se da de bruces al comprobar que sólo con dinero no se compra la excelencia en un ámbito tan multicasual como es la enseñanza: el rey del talonario convive entre mediocres cuando se trata de que sus alumnos de Secundaria demuestren habilidad con los números.
Al otro lado del espectro, varios países del este de Europa como la República Checa, Eslovaquia y, en menor medida, Polonia. Inversión tibia y buenos resultados, excelentes en el caso de los checos.
Y entre medias, un poco de todo. Nubarrones sobre España (que no obstante es el mejor entre los países latinos); Corea, Finlandia y Holanda enseñando que menos puede ser más; y alguna decepción en cierto modo inesperada, caso de Noruega o Austria.


Mil euros menos que la media por alumno en Primaria

Aunque lo habitual es que el gasto medio por alumno crezca a medida que aumenta el nivel de vida, no podemos olvidar que la OCDE convierte –con el fin de hacer comparable la información que recopila por separado– las cifras de cada país mediante un sistema de paridad que iguala los diferentes poderes adquisitivos. Tampoco debemos obviar que el gasto por alumno tiene relación directa con factores demográficos (y con el número de alumnos relativo a la población del país), laborales (a destacar los salarios de los profesores) y de otra índole.
Dicho esto, resulta claro que España se encuentra notablemente por debajo de la media OCDE salvo que hablemos de Infantil. La diferencia es más abultada en Primaria (nos separan casi mil euros) que en Secundaria. Omitido aquí por cuestiones de espacio, el gasto por alumno universitario requiere un análisis matizado: en España asciende a casi 9.400 euros, pero si restamos el dinero que recibe la enseñanza superior para Investigación y Desarrollo, apenas supera en 150 euros anuales al de Secundaria.

Gasto anual por alumno en la Educación pre-universitaria (en dólares1)
  Infantil Primaria Secundaria
Australia sin datos 5.776 8.160
Austria 6.106 7.669 9.446
Bélgica 4.915 6.636 7.751
República Checa 3.178 2.791 4.779
Dinamarca 5.323 8.081 8.849
Finlandia 4.282 5.581 7.441
Francia 4.938 5.082 8.737
Alemania 5.489 4.948 7.576
Grecia sin datos 4.595 5.213
Hungría 4.231 3.841 3.692
Islandia 6.114 8.434 7.721
Irlanda 4.948 5.422 7.110
Italia 5.971 7.390 7.843
Japón 3.945 6.551 7.615
Corea 2.520 4.490 6.761
Luxemburgo sin datos 13.458 17.876
México 1.794 1.694 1.922
Holanda 5.807 6.222 7.541
Nueva Zelanda 5.112 5.190 6.299
Noruega 4.327 8.533 11.109
Polonia 4.045 3.130 2.889
Portugal 4.461 4.681 6.168
Eslovaquia 2.575 2.073 2.744
ESPAÑA 4.617 4.965 6.701
Suecia 4.417 7.469 8.039
Suiza 3.581 8.570 12.176
Turquía sin datos 1.120 1.808
Reino Unido 7.924 5.941 7.090
Estados Unidos 7.896 8.805 9.938
Media OCDE 4.741 5.832 7.276
FUENTE: Education at a glance. OCDE
(1) Convertidos a los precios de cada país según modelo estándar.


Segundos por la cola en gasto para enseñanza obligatoria

Con apenas un 3% del Producto Interior Bruto (PIB), España se sitúa en el furgón de cola en cuanto a gasto en Primaria y Secundaria, las dos etapas que constituyen la enseñanza obligatoria en todos los países de la OCDE. Sólo superamos a Grecia y empatamos con Eslovaquia.
Cierto que nuestro país es de por sí uno de los que menos invierte en cuestiones educativas si atendemos a la riqueza nacional, pero las cifras caen más aún debido al fuerte apoyo que por aquí recibe la Infantil: resulta curioso comprobar que en total somos el quinto país que menos gasta en Educación como porcentaje del PIB, y que ocupamos el mismo puesto pero por arriba si nos fijamos sólo en la etapa 3-6 años.
En cuanto a la universidad, España se mueve en las mismas cifras que los países de nuestro entorno, si bien figura dos décimas (una millonada en términos absolutos) por debajo de la media OCDE. La explicación se encuentra en el enorme gasto universitario de EEUU (con diferencia la nación más poblada del mundo desarrollado), un hecho que distorsiona sobremanera el promedio global.

Porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) destinado a cada etapa educativa1
  Ed. Primaria/ Ed.
  Infantil Secundaria Univ.
Australia 0,1 4,2 1,6
Austria 0,5 3,7 1,2
Bélgica 0,6 4,1 1,2
Canada sin datos sin datos sin dat.
República Checa 0,5 3,2 1,1
Dinamarca 0,9 4,3 1,8
Finlandia 0,4 3,9 1,8
Francia 0,7 4,1 1,3
Alemania 0,5 3,5 1,1
Grecia   2,2 1,1
Hungría 0,8 3,5 1,1
Islandia 0,7 5,4 1,2
Irlanda sin datos 3,4 1,2
Italia 0,5 3,4 0,9
Japón 0,2 2,9 1,3
Corea 0,1 4,4 2,3
Luxemburgo sin datos 3,8 sin dat.
México 0,7 4,3 1,3
Holanda 0,4 3,4 1,3
Nueva Zelanda 0,3 5 1,4
Noruega 0,3 4,2 1,4
Polonia 0,6 3,8 1,5
Portugal 0,4 3,8 1
Eslovaquia 0,5 3 1,1
ESPAÑA 0,6 3 1,2
Suecia 0,5 4,5 1,8
Suiza 0,2 4,5 1,6
Turquía sin datos 3,1 1
Reino Unido 0,4 4,4 1,1
Estados Unidos 0,4 4,1 2,9
Media OCDE 0,5 3,8 1,4
FUENTE: Education at a glance. OCDE
(1) El gasto total en relación al PIB sería la suma de las tres etapas.


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