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La generación más joven (20-24 años), con menos nivel que su antecesora

Por primera vez, una generación tiene menos titulación que su predecesora.
Jueves, 22 de noviembre de 2007
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Cada dos años, el Instituto de Evaluación publica la actualización del Sistema Estatal de Indicadores de la Educación. A finales de diciembre salieron una gran parte de los correspondientes a 2006. A pesar de que algunos de ellos ya habían sido adelantados por MAGISTERIO en los últimos meses, y de que algunos de los datos no estén actualizados, el IE ha presentado la mayoría de los indicadores muy trabajados, incluyendo por fin series diacrónicas (evolución de los indicadores a lo largo de los años) que permiten comprender la marcha de nuestro sistema educativo. Como ya se pueden imaginar nuestros lectores, la contemplación global de los datos no permite hacerse ilusiones.

1. La generación joven tiene menos nivel educativo que su antecesora
Un logro histórico de la Logse, no por reiteradamente anunciado menos doloroso: ni los más viejos del lugar recuerdan que la generación más joven esté ya destinada a tener menor nivel educativo que su predecesora: en esta caso, la población adulta entre 20 y 24 años consiguió tener menos porcentaje de titulados en 2005 que  la población un tramo de edad mayor (entre 25 y 34 años).

El indicador suma los porcentajes de titulados en Secundaria posobligatoria y los de titulados en Educación superior, a una edad en la que se supone que se  puede obtener el título postsecundario varios años antes.

Cinco años menos

Como resultado, la aplicación de la Logse, a partir del año 2000 –ya saben, el “efecto Logse”–, el indicador sencillamente se desploma. Como ya había anunciado MAGISTERIO hace un par de años, una vez que todas las personas que entran en el indicador han estudiado por la Logse, el indicador vuelve a estabilizarse –¿cuánto tardará un representante político en vender esta cuenta de la vieja como un éxito rotundo? Poco, y si no, al tiempo–, pero cinco años más abajo de lo que le correspondería.

Este indicador, junto con el fracaso escolar –ya publicado por MAGISTERIO– y los que mostramos en las páginas siguientes son coherentes entre sí y con los ofrecidos por la Unión Europea sobre España, y dan una idea bastante matizada del desastre al que estamos asistiendo inconscientemente. Ya nos enteraremos cuando lo pague la economía.

2. También se invierte la tendencia en la tasa de idoneidad
La evolución de las tasas de idoneidad a distintas edades en los últimos 18 años permite la comparación entre el final del antiguo sistema educativo instaurado por la Ley General de Educación (LGE) de 1970 –que con diversos retoques seguía vigente en 1990– y lo ocurrido tras la aplicación completa de la Logse, además de comprender algunas claves de la transición entre ambos sistemas.

Lo que dicen los datos es que antes de la implantación de la Logse las tasas de idoneidad subían a un ritmo creciente en todas las edades, con la sola excepción de los 15 años (etapa posobligatoria entonces). Cuando se implanta la Logse a una edad se produce un aumento casi brusco de la tasa de idoneidad que, casi sin estabilizarse, comienza a caer, perdiéndose en la mayoría de los casos lo ganado.

Lo que viene a continuación es sólo una hipótesis más o menos aventurada, un intento de explicación de unos datos tan curiosos. Lo que pueda haber pasado es lo siguiente:

La LGE era un sistema comprensivo hasta los 13 años, último curso de la etapa obligatoria. Era un sistema de cierta exigencia, donde era necesario aprobar todas las asignaturas para obtener el título de EGB y donde no se ponían trabas para repetir: en cuanto un alumno tuviera varias asignaturas pendientes, repetía. Por otro lado, al alumno se le daban varias oportunidades para recuperar materias. A pesar de la exigencia y la facilidad para repetir, las tasas de idoneidad crecían.

La excepción de los 15 años, donde se desciende dos puntos entre 1993 y 1995, se debe probablemente al último intento de introducir en el sistema educativo a todos los alumnos hasta los 15 años antes de que tuvieran que hacerlo de forma obligatoria.


Promoción automática

El sistema sustituto –la Logse– extendía la comprensividad y la escolarización obligatoria hasta los 15 años. Era un sistema de baja exigencia, donde no era necesario aprobar todas las asignaturas para obtener el título –ni siquiera las básicas, como Lengua o Matemáticas–, y donde se ponían trabas a la repetición: la “promoción automática” imperaba en al menos la mitad de los cursos y ciclos. Por el contrario, se eliminaron exámenes de septiembre y recuperaciones, sustituyéndose por un aprobado más “barato”. Paradójicamente, a pesar de la baja exigencia y de las dificultades para repetir, todas las tasas de idoneidad están cayendo con el nuevo sistema.

Las etapas de transición nos pueden dar algunas de las claves que faltan. Primero, al pasar de un sistema medianamente exigente a uno poco exigente, los alumnos que habían estado escolarizados en el anterior pasaron con facilidad en el nuevo, aumentándose bruscamente las tasas de idoneidad; aunque tampoco es ajeno el cuidado “político” que se puso entonces para evitar que algún mal dato pudiera arrojar alguna sombra sobre la triunfal reforma. Segundo, la cultura del facilismo tarda cierto tiempo en ser asimilada por los alumnos, pero una vez que se desencadena el “pigmalión inverso” –afortunado término de Francisco López Rupérez que describe el fenómeno por el cual cuanto más se baja el nivel de exigencia, más baja el nivel de los alumnos por acomodamiento y falta de expectativas–, el descenso de las tasas es paulatino e imparable.

El resultado es que en las tasas de idoneidad la progresista Logse nos ha hecho avanzar, de nuevo, hasta niveles superados hace cinco o, incluso, diez años.

Para terminar, el dato de que, en el curso 2003-04, el 40,6% de los alumnos de 15 años ya habían al menos perdido un curso sería aún mayor de no mantenerse en Cataluña un sistema de promoción automática muy estricta hasta los 15 años –un alumno puede verse en 4º de ESO sin haber aprobado 1º– y la política de pasar de curso a un determinado número de alumnos con independencia de sus conocimientos practicada por varias comunidades autónomas para no fastidiar demasiado las estadísticas propias.

3. Estancamiento y caída de las tasas de escolarización.
Otra de las paradojas de la Logse es que ha conseguido reducir las tasas de escolarización de los niveles posobligatorios, cuando su logro era la extensión de la enseñanza obligatoria. Por ejemplo, tras aumentar la escolarización obligatoria hasta los 16 años, ha conseguido estancar –e incluso disminuir– las tasas de escolarización a los 17 años: en 2004 es la misma que en 1997.

La tasa neta de escolarización a una edad determinada es el porcentaje de población de esa edad que continúa estudiando en la enseñanza reglada. Este indicador sí incluye a los repetidores (al contrario que la tasa de idoneidad).

Repetidores

Además, hay que tener en cuenta que las enormes bolsas de repetidores enmascaran la caída de este indicador producido tras la aplicación de la Logse: según los últimos datos facilitados por el MEC, un tercio de los alumnos de 16 años está aún cursando ESO, y nada menos que un noveno de los alumnos de 17 años. No está mal para un sistema diseñado para evitar la repetición.

A los 18 años, cuando ya se ha eliminado el efecto de los repetidores en ESO, la caída es significativamente brusca, y hace retroceder nuestro sistema diez años de un plumazo. Incluso el aumento de la tasa a los 16 años durante 1999-2001 se debe al efecto repetición, y enmascara el desplome del indicador.

Si ya quiere deprimirse más, piense que a lo que se ha perdido ha de sumarse lo que se ha dejado de ganar: antes de la aplicación de la Logse la tendencia alcista del indicador gritaba “Tiembla, Europa”. La tendencia actual sólo susurra “Hola, Turquía”.

4. Y, consecuentemente, cae el acceso a la universidad.
Como no podía ser menos, y como consecuencia de los datos anteriores, el acceso a la universidad a través de la Selectividad (o Prueba de Acceso a la Universidad, PAU), la más numerosa y la fundamental para juzgar el funcionamiento del sistema educativo, está descendiendo.

El indicador, denominado Tasa bruta de Acceso a la Universidad –y también adelantado por MAGISTERIO hace unos meses–, elimina el efecto de la caída demográfica, pues se basa en el porcentaje de población que accede, y no en su número.

Según este indicador, en 2005 aún estamos 1,6 puntos por debajo de lo que la Ley General de Educación de 1970 había conseguido en 1996. Al menos diez años perdidos, y eso sin contar con lo que habría conseguido el antiguo sistema si le hubieran dejado (otra pérdida de 10 años, suma y sigue).

Una de las misiones de la Logse era conseguir que el entonces fracaso escolar se incorporara a la Formación Profesional, pero lo que está logrando es aumentar ese fracaso escolar y sacar alumnos de la universidad para llevarlos a la FP.

Sin problemas de financiación
Su gozo en un pozo. Para aquellos monetaristas que aún mantienen que una actividad como la Educación, basada al menos en sus tres cuartas partes en las personas y sus relaciones, tiene su base y explicación en el dinero, tendrán que buscar otra teoría para justificar este descenso. Los datos facilitados por el Instituto de Evaluación, correspondientes a los indicadores Rc1, Rc2.1 y Rc3, y resumidos en el gráfico indican que, aunque existe un decrecimiento del gasto público destinado a Educación entre 1995 y 2000 –por otra parte, perfectamente explicable por el crecimiento acelerado del PIB en ese lustro–, tanto el porcentaje destinado a Educación del gasto público como el “esfuerzo en Educación” (gasto por alumno expresado como porcentaje del PIB per cápita) han crecido en los últimos años.


Población que ha alcanzado el título de Secundaria posobligatoria (%)

Porcentaje de población, a una edad determinada, que ha alcanzado, al menos, el título de Secundaria posobligatoria


NIVEL DE ESTUDIOS DE LA POBLACIÓN ADULTA POR TRAMOS DE EDAD

Nivel de estudios de la población adulta por tramos de edad (en %). Población con al menos Secundaria superior
  1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
  % % % % % % % % % % % % % % %
20 y 24 años 49,8 52,2 54,6 55,9 58,3 60,7 62,9 64,4 65,3 66,2 65,5 64,3 62,9 62 62,4
25 y 34 años 39,7 41 42,5 45 46,9 49,4 51 52,4 54,1 55,9 57,8 59,3 60,6 61,9 63,9
FUENTE: Instituto de Evaluación. Sistema Estatal de Indicadores 2006. Indicador C4.
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