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Trabajar con los espectadores es fundamental para combatir el acoso

Los niños agresivos a los ocho años tienen más posibilidades de ser violentos a los 30
Martes, 17 de junio de 2008
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Autor: Lola Gª AJOFRÍN

“Libre, oh, libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies” fueron las últimas palabras de Jokin, un niño guipuzcoano de 14 años que prefirió despedirse del mundo a continuar soportando las continuas humillaciones a las que le sometían sus compañeros. “Este hecho marcó un antes y un después en la conciencia social que se tenía ante el acoso escolar en España”, explica Ferrán Barry, presidente de la asociación SOS Bullying donde un equipo de docentes, psicólogos y abogados investiga, hace propuestas y atiende a víctimas de acoso y familiares las 24 horas del día, y siempre de forma anónima.

Pero ni todos los casos son tan sonados, ni todos se atreven a denunciar por vergüenza y porque “los adultos consideran que es un fenómeno natural”, explica Frank J. Barone, profesor adjunto de Educación en la Universidad de Oswego (Nueva York) y experto en prevención de acoso escolar desde su oficina en Nueva York de Stop Bullying. Trabajando con familias preocupadas con el acoso escolar, un informe que acaba de publicar el Instituto Australiano de Estudios Familiares del Gobierno de Australia apuesta “por ayudar a los jóvenes a adquirir buenas habilidades sociales” para que el bullying no llegue a producirse.

William Voors, experto en acoso escolar y autor de varios libros sobre esta materia, denuncia en su artículo “Cómo tratar el acoso escolar en clase” la pasividad de los adultos ante estos comportamientos y recuerda que “160.000 niños americanos no van al colegio cada día para evitar el acoso, la burla y los cotilleos”. La agresión ocurre porque “la burla al alumno solo es gratis”, aclara Javier Martín Babarro, investigador del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid y creador de un novedoso programa informático que permite detectar a las posibles víctimas y verdugos del bullying y tomar medidas a tiempo. “Fomentar las relaciones interpesonales” es fundamental para prevenir el acoso, afirma la investigación australiana.

Además, este informe, elaborado por la Doctora Jodie Lodge, determina que “el acoso provoca a las víctimas ansiedad, disfunciones sociales y depresión” y puede condicionar su comportamiento en las relaciones sociales a lo largo de toda su vida. “Muchas veces las víctimas acaban asumiendo su papel y llegan a creer  que son culpables”, explica Fernán Barry. La investigación también revela que los acosadores tienen más posibilidades de abandonar el colegio temprano y de repetir comportamientos agresivos en sus relaciones adultas. “Varios estudios confirman que la manifestación de comportamientos agresivos y dominantes a los ocho años es un importante vaticinador de criminalidad y violencia  a los 30 años”, explica el informe. Frank J. Barone coincide en señalar a los niños acosadores como posibles delincuentes en un futuro. “Estadísticamente , los que son acosadores de pequeños tienen más posibilidades que otros niños de llegar a ser criminales de adultos”. Además, añade que “el bullying es intergeneracional” y los acosadores tienden a meterse de mayores con sus propios hijos”.

La investigación australiana explica que los agresores suelen proceder de “familias autoritarias e inconstantes” y que existen diferencias de género. “Mientras los niños tienden a acosar de manera directa y psíquica, las niñas lo hacen de forma indirecta y  emocional” y aclara que el efecto del bullying en la salud mental es mayor en el caso de las niñas que de los niños. En las Jornadas sobre Violencia Intrafamiliar, que se celebraron los pasados 29 y 30 de mayo en la Univerisidad de Comillas, Rosario del Rey, profesora de la Universidad de Sevilla, explicó que “entre los implicados existen más chicos que chicas” y “hay más chicas víctimas agredidas que agresoras”, aunque cada vez las diferencias son menores. “Parece ser que la igualdad la vamos obteniendo en todos los niveles”, ironizó.

Pero ni todas las formas de acoso son iguales, ni todo es acoso. El profesor Barone explica que “el acoso es intencionado y prolongado”. “Una persona puede tener un incidente agresivo y esto no ser bullying”, aclara. Para combatirlo, detectar las posibles víctimas a priori, –como hace el programa informático de Martín Babarro–, reconocer el problema y su importancia y fomentar las relaciones intersociales, son clave.

Jodie Lodge recomienda hablar de bullying aunque no se esté implicado

La doctora Jodie Lodge, autora del informe Trabajando con las familias preocupadas con el acoso escolar, elaborado por el Instituto Australiano de Estudios Familiares , explicó a MAGISTERIO la importancia del papel de los espectadores en los casos de bullying, hacia los que recomendó extender la estrategia de actuación.

“Tan importante es la relación interpersonal entre víctima y agresor como con el observador. Los jóvenes que no sienten una relación de amistad con la víctima o el acosador son más propensos a respaldarlo y mirar pasivamente los ataques de los alumnos”, explicó. La doctora Lodge especificó además, los  tres tipos de espectadores que existen, entre los que distinguió  “los que fomentan y prolongan el bullying, los que prestan atención o incluso los que se unen al acosador”. Además, “hasta aquellos que miran pasivamente –que suele ser la mayoría– pueden enviar un mensaje positivo a los acosadores y reforzar su comportamiento”, añadió.

Y así, como el trabajo con los observadores, tampoco debe olvidarse el de las familias. Jodie Lodge explicó que “si un joven está involucrado en un acto de bullying, ya sea como víctima, acosador o espectador, necesitará la confianza y entendimiento de sus padres”. Y recordó que “la relación ente hijos y padres está asociada con el desarrollo de las habilidades sociales de los hijos”. “Las familias que son abiertas y permiten la construcción de la fuerza personal de los jóvenes pueden conseguir resultados positivos”. Por el contrario, “los comportamientos agresivos en una familia, incluido el control excesivo de la conducta del niño a través de duros castigos psíquicos, pueden predisponer a un joven hacia el bullying en el colegio”, advirtió la autora.

Como líneas de actuación, y aparte del trabajo con la clase y las familias, Jodie Lodge recomendó elaborar estrategias como las que ya se están haciendo en Australia y que se centran en “mejorar la comunicación entre padres e hijos, construir habilidades y estrategias para manejar el bullying tanto en el colegio y en la familia”.

Además, Lodge quiso lanzar una voz de alarma sobre lo que para ella es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta en torno al acoso, que es  el emergente ciber-bullying, que calificó como “un problema importante” y sobre el que solicitó a los investigadores aportar más información.

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