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En China la densidad de población obliga a exigir demasiado en clase

Millones de niños compiten por una plaza en las escasas universidades
Martes, 11 de noviembre de 2008
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Autor: Lola Gª AJOFRÍN

“China duerme un gigante que cuando despierte moverá al mundo entero”. Así vaticinaba Napoleón hace 200 años el crecimiento imparable que sufriría el titán asiático siglo y medio más tarde. Pero aparte del sprint económico y social de las dos últimas décadas, pocas cosas se saben en el exterior de China. Entre ellas, que en el despertar del país ha sido clave una desmesurada inversión en materia educativa.

“El conocimiento es economía” asegura Dinghua Wang, director general de Primaria del Ministerio de Educación de China. Y esa es una de las tres piezas del puzzle educativo chino: la enorme apuesta en Educación de las tres últimas décadas, en las que se concibió la enseñanza –en especial de ciencias y matemáticas– como claves para el desarrollo científico y económico del país. Bajo esta premisa, en 1985 el gobierno de Deng Xiaoping ejecutó una brutal reforma educativa que instauró los nueve años de enseñanza obligatoria y redujo el  fracaso escolar del 30% al 1% en Primaria, en los siguientes 20 años.

“En el pasado teníamos dos retos que supimos cumplir con creces: la reducción del analfabetismo y la instauración de la Educación Obligatoria”, aclara Zhiweu Wang, primer secretario de Educación de la embajada china en España. “Ahora nos toca elevar la calidad y reducir las desigualdades”, añade el director general de Primaria.

Esas diferencias, entre el campo y la ciudad o entre las propias regiones de su extenso territorio, son consecuencia de las desmesuradas dimensiones del país, con una población superior a los 1.300 millones de personas –casi el doble que toda Europa junta– , y que originan junto a la escasez de oportunidades una brutal competitividad entre sus 25 millones de alumnos . Esa es la segunda pieza del rompecabezas educativo: la exigencia.

“En China somos muchos para muy pocas universidades de prestigio”, señala Chen, Wang, una joven de Shangay, de las pocas licenciadas en Filología Hispánica en China y, actualmente, becaria en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. De su paso por el colegio, Chen recuerda especialmente “las dos largas horas que tenían que permanecer en la escuela después de clase para hacer los deberes”. Y señala que hay quienes estudian aún más tiempo con un profesor particular e incluso los fines de semana.

La limitada oferta universitaria obliga a los progenitores  a ejercer una estricta disciplina sobre sus hijos con el fin de que superen con nota la prueba de acceso a la universidad. Sólo los padres que pueden, envían a sus hijos a  estudiar fuera –especialmente a Australia o Canadá, con políticas de extranjería más blandas–, para evitar la brutal competencia.

Pero para entender el complejo sistema educativo chino, no sólo basta con pensar en desarrollo y exigencia. El peculiar contexto que configura un débil  régimen comunista y una economía de libre mercado perfila una enseñanza con excesivos tientes morales. Cuando Miguel Milans, un madrileño que ha centrado la tesis de su doctorado en la Educación China visitó el país por primera vez, –lo ha hecho siete veces– se sorprendió al comprobar la envergadura de la Educación moral china. La izada de  bandera, cantar el himno o las actividades  comunales forman parte del día a día en las escuelas de un “gigante”, que viene pisando fuerte.

China reduce las diferencias entre el campo y la ciudad
La becaria china Chen Wang sonríe al observar en una de las salas de Caixa Forum, en Madrid, imágenes de una escuela rural china que dispone de ordenadores portátiles. “Esto era impensable cuando yo estudiaba”. exclama. Asiste a la conferencia “Retos educativos del siglo XXI desde la perspectiva de China” donde el director de Primaria, Dinghua Wang, expone los desafíos educativos que se propone el gobierno chino para el futuro.  Disminuir las diferencias entre el campo y la ciudad es claramente uno de ellos.

El madrileño Miguel Milans, gran conocedor del sistema educativo chino –tema de la tesis de su doctorado– reconoce que se ha hecho mucho al respecto en los últimos años . Aún así, “todavía queda mucho por hacer en este campo porque China es muy grande”, admite Ziwheu Wang, secretario de Educación de la embajada china en España. Wang explica que aunque sólo es un 1%, “existen algunas áreas montañosas en el país, con poblados hasta a 3.000 metros de altura donde la escolarización se hace imposible.

El resto de retos pasan por la tecnología, elevar la calidad de la enseñanza y potenciar las matemáticas y ciencias  como claves en el  desarrollo científico. Al especto, la estudiante Chen critica que el excesivo  interés por un enfoque demasiado científico, provoca que “se descuiden otras aspectos vitales de la enseñanza como la Educación Física o la Música”.

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