Profesores indefensos

ANPE aclara que la violencia no está generalizada, pero un solo caso afecta negativamente al clima de respeto que hasta ese momento exista en el centro.
Martes, 2 de diciembre de 2008
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Autor: Adrián ARCOS

Una profesión de riesgo. Puede parecer exagerado, pero la realidad es que no son pocos los profesores para los que ir a trabajar se convierte en un auténtico infierno. A diario tienen que lidiar con alumnos conflictivos, que interrumpen continuamente la clase, que se burlan e insultan al profesor y que pueden llegar incluso a la agresión física. Pero no todos los problemas se reducen a la actitud de los alumnos. En ocasiones son los padres los que se enfrentan al profesor con una defensa acérrima del mal comportamiento de sus hijos. Para colmo, algunos docentes tampoco encuentran apoyo en los equipos directivos de sus propios centros ni en la Administración educativa. Y muchos ni siquiera pueden refugiarse en la legislación.

Prueba de esta situación son todos los profesores que solicitan ayuda a través del servicio del Defensor del Profesor de ANPE, que en sus tres años de vida ha registrado cerca de 8.400 casos. Es cierto que esta cifra puede resultar insignificante en relación al número total de profesores que existe en España, pero, aun siendo minoritarios, todos los casos son bastante graves y significativos.

En este sentido, ANPE aclara que “la intención de los resultados del informe no pretende crear alarma social ni hay que generalizarlos”. La coordinadora del Defensor del Profesor, Inmaculada Suárez, asegura que “no son todos los alumnos, padres y profesores los que sufren esta situación, sino que se producen casos en un momento determinado y con unas características determinadas”. Hay que tener también en cuenta que las estadísticas del informe están basadas en casos reales y no en encuestas.

Sin embargo, un solo hecho puntual de estas características sí que influye en la vida del centro. De igual forma, el que en una clase haya un solo niño conflictivo afecta al clima de respeto del resto. Según Inmaculada Suárez, “si una acción queda impune, un problema puntual con un alumno acaba convirtiéndose en algo rutinario con el resto de la clase”.

Es importante apuntar que este tipo de casos relacionados con los alumnos está disminuyendo, pero se están incrementando los conflictos que tienen como protagonistas a los padres. Ante cualquier medida disciplinaria, algunos padres creen ciegamente la versión que les da el hijo, sin contrastarla con la del profesor ni indagar en lo que ha ocurrido.

Según Inmaculada Suárez, “existe una gran desproporción entre las consecuencias de que un padre denuncie a un profesor y viceversa, ya que si un padre denuncia a un profesor, el daño que se le puede causar es gravísimo, se le puede abrir expediente o incluso apartar de la docencia. Sin embargo, cuando el profesor denuncia a un padre, como mucho se le impone una pequeña multa”. “Hace poco hemos tenido un juicio de una agresión a una profesora por parte de una madre, y le pusieron 120 euros de multa”, explica la responsable de ANPE. Con todo, ella reconoce que “algunos jueces sí que lo han considerado como atentado a la autoridad pública”. Prueba de ello lo encontramos en Granada, donde la semana pasada una madre fue condenada a un año de prisión por agredir y amenazar con matar a cuatro profesoras.

Mercedes Coloma, presidenta de la Cofapa, destaca que “somos los padres los auténticos protagonistas de la Educación y los que tenemos la responsabilidad de transmitir a nuestros hijos valores como la tolerancia y el respeto”. El vicepresidente de la Concapa, José Manuel Martínez Vega, considera que “los padres tienen que apoyar al profesorado siempre que ese apoyo  sea mutuo y los profesores también respeten la Educación que los padres quieren para sus hijos”. El presidente de la Ceapa, Pedro Rascón, sin embargo no cree que “el estudio de ANPE sea fiable ni se ajuste a la realidad, ya que el número de casos no es significativo”.

Coincidencias
Unos días después de que ANPE hiciera público el informe del Defensor del Profesor, cuya repercusión quedó reflejada en la mayoría de medios de comunicación, la ministra presentó una campaña contra el castigo físico a los niños. Más que parecer una coincidencia “intencionada”, la campaña se presentaba en el marco del Día Mundial de la Infancia, el pasado 20 de noviembre.

La ministra insistió en su comparecencia en el fracaso que supone recurrir al castigo físico: “El cachete, el azote, el grito, son formas ineficaces de educar. Son la manifestación del fracaso de la inteligencia. Más aún: no hay nada más contrario a la Educación que la violencia en cualquiera de sus formas. Y no hay un mínimo de violencia aceptable”.

La coordinadora del Defensor del Profesor, Inmaculada Suárez, asegura que “nosotros en ningún momento hemos reivindicado el castigo físico. Estamos totalmente en contra. Hay otros medios y métodos para la Educación de los niños, tanto por parte de los padres como de los profesores”.

"Siento un nudo en la garganta"
“Se levantó, cogió su silla y la lanzó contra mí…”
En un grupo de la ESO tengo un alumno que suele mostrarse agresivo cuando se le llama la atención o se le recrimina por su forma de actuar. Estoy harto de que me boicotee la clase y se haga el gracioso metiéndose con otros compañeros. Hoy después del recreo llegó tarde a clase y entró gritando. Le dije que se sentase y no interrumpiese. Al rato se puso a cantar a media voz. Le dije que saliese de clase. “No estoy haciando nada y no me voy a ir”, me contestó. Volví a repetirle que saliese. Su respuesta fue: “el único que sobras aquí eres tú, gilipollas”. Se levantó, cogió su silla y la lanzó contra mí.
“Comenzaron a golpear el coche y a insultarme”
Me había amenazado de que me esperaría a la salida, pero la verdad es que no le di más importancia. Pero allí estaban. A la mayoría no les conocía porque no eran del centro, pero se colocaron al lado y delante del coche, y comenzaron a darle golpes y a insultarme. Llegué a sentir miedo.
“Me habían destrozado las lunas delanteras y traseras”
Cuando fui a coger el coche después del fin de semana, me llevé una desagradable sorpresa. Me habían destrozado las lunas delanteras y traseras. Es-toy seguro de conocer a los responsables: dos alumnos  que ya me habían amenazado y acosado, pero no hay testigos.
“Una madre me ha propinado una bofetada”
Soy profesora de Primaria y me encuentro en un estado de ansiedad tal que sólo tengo ganas de llorar. Suelo conectar bien con los padres de mis alumnos, pero en esta ocasión he sufrido una agresión. Una madre me ha propinado una bofetada. ¿La razón? Llamar a su hijo la atención por mantener una actitud agresiva hacia sus compañeros, tanto en el aula como en el recreo. Les empuja, pega, insulta… El resto de padres ya se habían quejado del proceder de este alumno, pero los suyos no admiten que al niño se le pongan límites y a su vez creen cualquier versión falseada que les dé su hijo de los hechos.
“Me insultaron, arrinconaron y levantaban la mano”
Hoy he recibido a los padres de una alumna que me habían solicitado una reunión –yo creía en principio que informativa–. Pero, sin dejarme abrir la boca, me insultaron y se acercaron a mí gritándome, me arrinconaron y levantaron la mano. Me decían que yo no había dejado comer a su hija el bocadillo. Comprendí entonces a qué se referían. Hace unos días, en clase, esta alumna sacó el bocadillo y comenzó a comer. Yo le dije que no estábamos en el recreo y que lo guardase. Ella me contestó de forma insolente que tenía hambre. Yo, enfadada, le dije que o guardaba el bocadillo o se iba de clase.
“Parece que soy yo el culpable, y no el alumno”
El equipo directivo no tramita los partes de faltas que pongo a mis alumnos. Pero esta situación ya ha llegado al colmo con un alumno cuyos padres vienen al centro en plan amenazante cada vez que hay un problema. El niño se permite escuchar música en clase, abrir la ventana y gritar. Y cuando le envío al Jefe de Estudios, tengo que rebatirle y esforzarme en demostrar que es cierto lo que digo. Parece que soy yo el culpable. Cuando el niño vuelve a clase con un simple “procura portarte mejor” siento un nudo en la garganta, tristeza e impotencia. La clase se hace ingobernable y las faltas de respeto son continuas.
“He sido informado de que me han abierto expediente disciplinario”
Llevo aguantando insultos, malos modos, burlas, boicoteo de las clases a lo largo de todo el curso, por parte de un alumno que no sólo tiene enfrentamientos conmigo, sino también con otros profesores del centro. El viernes me encontré con él en la calle, me llama cabrón. Me dirijo a él y le pregunto por qué me insulta. Se encara conmigo y se dispone a agredirme. Yo intento contener la agresión… ¿Sabes cuál es el final de la historia? Los padres me han denunciado ante la Administración educativa y he sido informado de que me han abierto expediente disciplinario.
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