Nos planteamos otra forma de hacer matemáticas
La escuela debe ser un espacio de participación democrática que refleje la realidad y la analice de forma crítica para educar personas reflexivas que mejoren la comunidad; tiene que abrir sus puertas. Por otro lado, aprender es un acto social y cultural que depende de la capacidad de relación entre los contenidos y la vida, que no está parcelada en áreas.
Basándonos en el aprendizaje colaborativo, el alumnado participa en la planificación y desarrollo del producto final y en ese proceso aparece la necesidad de resolver problemas de tipo matemático. Esto se hace en equipos donde los chavales interactúan aportando soluciones que deben consensuar, lo que propicia un mayor aprendizaje, reflexión y esfuerzo por explicar el porqué de cada solución individual.
Para trabajar desde este enfoque metodológico es fundamental que el material sea diverso: instrumentos de medida, material de consulta y sobre todo material de uso social.
Intentamos que los productos de nuestros proyectos sean exposiciones, libros, campañas publicitarias, periódicos…, para que adquiera relevancia y significado para ellos. Así, las clases se convierten en talleres de trabajo colaborativo con un diálogo que ayuda a construir conocimiento y nos proporciona información de lo que ocurre en las mentes de los alumnos para entender el error. Equivocarse pasa a ser algo sobre lo que reflexionar.
El proyecto Mozart, el niño prodigio de1º de Primaria, por ejemplo, nos llevó a viajar por toda Europa, trabajando la localización de los países, ciudades, océanos, etc. y su situación con respecto a España. Estudiando su biografía trabajamos los trayectos y las distancias respecto a España, consultando enciclopedias, atlas, mapas, internet… y elaboramos nuestro propio mapa de Europa sin modelos, simplemente con la imaginación de un niño de 1º de Primaria, su entusiasmo y motivación.
Carmen Cañabate y Ana Gregorio
CEIP "San Pedro Apóstol" de la Mojonera y "Santa Cruz" de Canjáyar (Almería)