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El fracaso unido a la falta de cualificación

Mientras que en Europa el 49% de la población ocupada tiene una cualificación intermedia, en nuestro país este porcentaje sólo alcanza el 23,1% de la población activa.
Adrián ArcosMartes, 10 de febrero de 2009
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La Formación Profesional parece estar últimamente recuperándose de un tiempo en el que ha estado un tanto olvidada e incluso mal vista. El proceso de cambio iniciado con la LOE ha llegado a su momento clave con la implantación de los PCPI y la “hoja de ruta de la FP”, que pretende extender la red de centros integrados y crear una red de referencia nacional en cada una de las 26 especialidades profesionales. La reforma continuará en breve con la publicación del Decreto de acreditación de la experiencia no formal.

Se trata de toda una reforma repleta de buenas intenciones de cara al futuro formativo de los jóvenes. Pero ¿tenemos un modelo apropiado para llevar a cabo estos cambios formativos y profesionales? Oriol Homs analiza en su estudio cada una de las ventajas e inconvenientes existentes en nuestro sistema educativo que pueden beneficiar o entorpecer estos avances.

Sin duda, el gran objetivo del Ministerio es aumentar el número de jóvenes que acceden a los ciclos de grado medio, una cifra muy escasa en nuestro país. Según Oriol Homs, “el problema de fondo hay que buscarlo en el elevado índice de fracaso escolar en España, muy por encima de la media de los otros países europeos” (un 31% frente a la media europea del 15%). Para Homs, “esta dinámica impide el acceso a la FP inicial de un importante contingente de posibles estudiantes, a la vez que implica que, durante años, miles de jóvenes han abandonado el sistema educativo sin ninguna cualificación ni preparación para el mercado de trabajo”.

En comparación con el resto de Europa, España presenta una sobreabundancia de mano de obra poco cualificada y una escasez de cualificaciones intermedias. El autor del informe apunta como causas de esta situación “las altas tasas históricas de desempleo que caracterizan el mercado de trabajo en España, los cambios bruscos de ciclo económico y las carencias en la cualificación de los trabajadores”.

Los países miembros de la UE tienen un 23,2% de la población entre 25 y 64 años con un nivel educativo bajo, que corresponde a los estudios primarios y de primer ciclo de Secundaria. En cambio, en España esta proporción asciende al 42,4%, casi el doble. Por el contrario, mientras que en Europa el 49% de la población ocupada tiene una cualificación intermedia, en España este porcentaje sólo alcanza el 23,1%.

En esta línea, el estudio constata como las economías más potentes de Europa se sustentan en una mayoría de población con titulaciones intermedias. En ellas, la suma de la población con cualificaciones intermedias y superiores alcanza el 76,7%. En España, por el contrario, este grupo representa un 57,6%, 20 puntos por debajo de la media continental.

Homs asegura que “el problema español, por lo tanto, radica en la incapacidad del sistema de incentivar las cualificaciones intermedias, y que se debe, básicamente, al excesivo volumen de jóvenes que no obtiene el certificado de la ESO y que no puede continuar estudiando”. Él confía en que muchos jóvenes puedan volver al sistema educativo a través de la acreditación de una mínima experiencia laboral o de los PCPI, aunque advierte que “éstos difícilmente podrán enderezar una situación de consecuencias tan negativas para el futuro del país y que está lastrando el desarrollo de la FP”.

Según Homs, “el subsistema de FP inicial, puesto en marcha a partir de la Logse y consolidado en la LOE, dispone de una estructura moderna, simple, reconocida en el mercado de trabajo, en vías de flexibilización, pero que todavía no ha abordado algunos de los grandes retos de la formación en la sociedad del conocimiento y sufre de ciertos déficits estructurales que dificultan el desarrollo futuro”. Entre estos aspectos que se deberán mejorar se encuentran su escasa dimensión, la falta de integración con la formación continua, un perfil de identidad bajo, un profesorado poco especializado y la ausencia de instrumentos para que los centros puedan gestionar eficientemente su adaptación a las necesidades formativas del entorno.

Además, aunque la oferta presenta un abanico amplio de posibilidades, sólo cinco de las familias existentes absorben en torno al 60% del alumnado. Se trata de Administración, Electricidad y electrónica, Informática, Sanidad, en los dos ciclos; Mantenimiento de vehículos autopropulsados en los ciclos de grado medio; y Servicios socioculturales a la comunidad en los superiores.

La concentración de familias es más acusada para las chicas, sobre todo en los ciclos de grado medio en los que sólo tres familias (Sanidad, Administración e Imagen) absorben al 74% de las alumnas. Según el estudio, “si en el curso 2000-01, el 46% de los matriculados eran mujeres, este porcentaje se elevó al 49% en 2006-07. En los ciclos superiores el número de mujeres incluso supera al de hombres (51% de las matriculaciones).

DIFERENCIAS ENTRE CCAA

  • FP inicial

Mayor desarrollo en Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco y La Rioja tienen un mayor desarrollo de la FP inicial, con tasas brutas de escolarización que representan el porcentaje de alumnos del ciclo respecto al total de población total escolarizada. Madrid no llega al 18% en el grado medio, y Baleares, Extremadura, Murcia y Melilla tampoco llegan al 18% en el grado superior.

  • Factores diferenciales

La evolución demográfica, la situación del mercado de trabajo local, el número de inmigrantes y el prestigio de la FP generan evoluciones dispares entre comunidades. Hay algunas, por ejemplo, que reducen su número de alumnos, como Asturias, Cantabria, Castilla y León y el País Vasco.

  • Un subsistema público

El 74% de los alumnos de los ciclos de grado medio y el 78% de los de grado superior están escolarizados en centros públicos en el curso 2007-08. En el País Vasco esta última proporción baja al 50%. En cambio, en Canarias sube al 95%.

LA "MALA IMAGEN"

  • El informe desgrana el desarrollo de la FP desde una perspectiva histórica y aporta la clave para entender la “mala imagen” que ha tenido la FP durante años.
  • Los países europeos más avanzados diseñaron diferentes sistemas de FP en la primera mitad del siglo XX. Por el contrario, en España este proceso se vio considerablemente retardado por la debilidad de los inicios de la industrialización –muy centrada territorialmente en el País Vasco y Cataluña– y por las turbulencias políticas.
  • Estos inconvenientes provocaron que las escasas empresas industriales de la época se vieran abocadas a “diseñar en casa” rudimentarios sistemas de formación a partir de adiestrar a sus empleados en las tareas requeridas, una costumbre que aún hoy permanece arraigada en muchos sectores económicos españoles.
  • Como consecuencia, la imagen de la FP cayó en desprestigio, especialmente acentuado por el hecho de que aquellos estudiantes que no obtenían el Graduado Escolar se veían abocados a tener que continuar sus estudios a través de la FP de primer grado. Esta obligación agudizó la desconsideración de la FP hasta el punto de quedar reducida a la última vía de reconducción de los estudiantes fracasados en la escolarización obligatoria, un estigma que la FP actual está intentando erradicar.
  • La Logse modernizó la FP, aunque dejó sin resolver qué salida alternativa quedaba a los jóvenes que no obtenían el Graduado en ESO.
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