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“La programación debe ser el librillo de cada maestrillo”

Cabañas acusa a algunos preparadores de preparar a los opositores como a “loritos de repetición” y recomienda originalidad al seleccionar la bibliografía.
Lola García-AjofrínMartes, 3 de febrero de 2009
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Estás pensando en preparar oposiciones? ¿Conoces a alguien en esa situación? Con un sugerente email publicitario Fernando Cabañas Alamán, titulado superior en varias especialidades musicales y autor de numerosas publicaciones de investigación musical y pedagógica, ofrece un método sugerente para obtener plaza en las próximas oposiciones en Madrid y Cuenca. Trabajar la elaboración del programa, aprender técnicas de comunicación verbal y realizar simulacros de examen son algunos de sus secretos. Pero hay más.

¿Qué cree que es lo más destacable del sistema de oposiciones actual?
Sin lugar a dudas, el hecho de que todos los opositores puedan mostrar, en igualdad de condiciones, tanto la preparación técnica como las inquietudes docentes, madurez, solvencia didáctica, seguridad personal, capacidad de comunicación social, etc. que poseen. Al contrario de lo que ocurría anteriormente, ahora todos los concurrentes a una oposición para docentes pueden y deben medir sus fuerzas al completo, algo que hasta hace unos años sólo estaba reservado a los pocos que eran capaces de demostrar una manifiesta preparación simplemente técnica.

¿Qué supone poder defender en público una programación?
Esta prueba debería ser el gran reto al que aspirase a superar, regularmente, todo docente que se precie de serlo, incluso al margen de concurrir o no a unas oposiciones. Sin embargo, lamentablemente esto no es así y para los opositores suele ser algo parecido a un calvario. Para muchos opositores, al igual que para otros tantos preparadores de éstos, la defensa de una programación debe basarse en recitar casi de memoria los contenidos de la programación didáctica entregada al tribunal días antes. Sinceramente, creo que actuar así es una pérdida de tiempo y poco menos que una falta de respeto hacia los tribunales.

¿Qué recomendaciones da para la elaboración de una Programación?
Claramente una: que sea única. Una programación debe ser ese librillo al que el saber popular alude al recordar que “cada maestrillo tiene su librillo”. Hay gente que compra programaciones, otros que las copian. ¡Eso no sirve de nada! Una oposición, al menos en lo que a la programación se refiere, es una especie de concurso de ideas en el que se compite por ofrecer un producto único, personal, intransferible, original. Si no es así, es difícil impactar. Nadie llama la atención de nadie, en el campo de la Educación, haciendo un ejercicio propio de loritos de repetición.

¿Y para defenderla públicamente?
Suelo dar una que creo que es clara: cuando te dirijas al tribunal, cuenta tu proyecto docente con el corazón y no con la cabeza; comparte con él tus ilusiones, tus dudas, tus convicciones, tus temores, etc. Si un opositor ha reflexionado el tiempo suficiente para llegar a tener las ideas claras, será tremendamente fácil transmitirlo a los demás.

¿Qué características debe tener la preparación de opositores?
Debe ser constante y requiere un largo tiempo de reflexión, documentación, estudio, maduración. Por otra parte la preparación debe ser poco menos que individualizada, llevándose a cabo en grupos reducidos. Debe contemplar la revisión paulatina y contemplar simulacros de debates a partir de preguntas profundas que pongan de manifiesto la madurez del opositor.

¿Qué errores suelen cometer más frecuentemente los opositores?
Desconfiar de la capacidad pedagógica o didáctica de los tribunales, considerar que una buena preparación técnica es lo único necesario, confundir la exposición de la unidad con una clase práctica, no hacer verdaderos simulacros de examen durante la preparación de los opositores, infravalorar a sus rivales, imaginar que en el tribunal todos están compinchados para dar o quitar plazas a algunos opositores.

¿Qué partes son las más importantes en una Programación didáctica?
Obviamente todas y cada una de ellas juegan su papel. Sin embargo, la parte que de verdad va a dar singularidad a la programación es la que habla de la metodología. Un buen apartado dedicado a este aspecto y debidamente reflexionado, será la mejor baza para enfrentarse a la defensa de la programación con sinceridad, reflexión y aplomo. Y lógicamente con un “producto” único que competirá con la ortodoxia academicista de muchos opositores.

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