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Sólo los malos profesores deben temer a la evaluación

Los profesores consultados coinciden en que la evaluación docente es necesaria y que los que se oponen a ella son los que no cumplen mínimamente con sus obligaciones. La LOE exige esta evaluación, pero no hay acuerdo sobre cómo realizarla. Los intentos de Baleares y, sobre todo, de Asturias, están fracasando por la fuerte oposición de los sindicatos de profesores.
Diego FranceschMiércoles, 3 de junio de 2009
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El artículo 106 de la LOE establece que las Administraciones educativas elaborarán planes para la evaluación de la función docente. Pero, ¿de qué van a ser evaluados los profesionales de la Educación? ¿Según qué criterios? ¿Qué consecuencias tendrá este examen en la carrera docente?
Los primeros documentos elaborados por algunas comunidades que han avanzado en este sentido permiten ya conocer algunas de las cuestiones que se plantearán a los profesores sobre su labor docente. Según la opinión de Pedro Gómez Álvarez, inspector de Educación, “es un tema difícil y controvertido, si bien pienso que es necesario y además legal”. Para este profesional, “lo complicado es el modo de llevarlo a cabo, partiendo de un modelo objetivo y útil con el que estén de acuerdo los implicados”.

Los cuestionarios que ha preparado la Administración asturiana, por ejemplo, sobre “el seguimiento de la actividad profesional del profesor”, se refieren a la programación y a los ajustes que el docente ha realizado en ella en función de los resultados obtenidos. Además se valora mucho la participación en los órganos de coordinación, especialmente en temas referidos a atención a la diversidad, mejora de la convivencia y absentismo.

También se pregunta sobre las medidas que ha adoptado el profesional de la Educación ante los conflictos; y las gestiones que ha realizado para resolver incidencias tales como accidentes, enfermedades repentinas u otros percances.

Los cuestionarios también requieren el interés del profesorado sobre las TIC y su uso en clase, sobre la metodología que emplea el docente para adaptarse a los distintos ritmos de aprendizaje y sobre estrategias y técnicas de evaluación del alumno.

Más concretamente, el cuestionario de Asturias pregunta sobre los materiales elaborados, los proyectos de innovación o experimentación en los que participa y las intervenciones en las reuniones de departamento y demás órganos colegiados del centro.

Por otro lado, el evaluador insiste en los programas, proyectos o innovaciones, seminarios, grupos de trabajo o actividades complementarias o extraescolares que haya promovido el profesor, así como los contactos que haya realizado con el resto del claustro del centro, las familias y los “agentes externos” para resolver cuestiones relacionadas con el alumnado, entre las que cita los malos resultados académicos, el absentismo reiterado, los abandonos de clase o del recinto del centro.

En este sentido también se pregunta por su disponibilidad para la atención a las necesidades de las familias y de los propios alumnos y, en especial, si su horario es flexible para atender a las visitas y entrevistas de los padres.

La producción de documentos o trabajos de elaboración propia y otros materiales y recursos didácticos relacionados con su actividad profesional –que, además, haya puesto a disposición de los compañeros– es otro de los aspectos más valorados en relación con su labor, así como los problemas técnicos que haya ayudado a resolver a sus compañeros, haciéndoles partícipes de sus propias experiencias y prácticas.

La entrevista personal
Una entrevista completaría la información obtenida por el cuestionario. El profesor debe aportar la programación docente, el documento o registro de preparación de sus clases o de las actividades realizadas, los registros de tutoría y de evaluación, una selección de cuatro cuadernos y otros trabajos realizados por el alumnado, pruebas escritas de evaluación, materiales didácticos de elaboración propia y “otra documentación que estime oportuna”.

Algunos profesores consultados son reacios a este tipo de modelo de evaluación. “El procedimiento no parece el más apropiado –indica un grupo de docentes de la Concertada consultados por MAGISTERIO– ya que los ítems pueden medir cuestiones circunstanciales de la actividad profesional, pero no lo que es fundamental”, aseguran. Para ellos, el elemento “fundamental” es si un profesor es “cumplidor con la normativa vigente y con su vocación docente”.

El cuestionario, y el modelo de evaluación que representa, “creemos que no valora la labor del profesorado impartiendo docencia –añaden estos profesores– y, en consecuencia, a partir de un cuestionario no es posible saber si se es o no un buen profesional, lo que quizás se consiga haciendo un análisis conjunto de la programación, la memoria, los registros de la actividad del aula, cuadernos, horas reales de dedicación al centro, evaluaciones y observaciones directas en las aulas”. Según este colectivo de profesores, “parece fácil engañar al entrevistador con un cuestionario aunque esté acompañado por la dirección del centro”.

Rellenar papeles inútiles
Para el inspector Pedro Gómez, “la cultura de evaluación tiene como objetivo mejorar la escuela con hechos, desde dentro y con un control externo”. Por eso es partidario de evaluar al docente, pero con matices. “Con este sistema el profesor debe saber en qué falla y cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles”.

Sobre el modelo de evaluación predominante añade que “no se trata de rellenar papeles inútiles, sino de ver cómo lleva a cabo el profesorado el proceso de enseñanza-aprendizaje y ayudarle en este camino, además de la gestión y organización del centro”.

Por su parte, el también inspector Pedro Granda afirma: “el cuestionario no acaba de gustarme; me parece falto de consistencia, con preguntas muy generales en unos casos”. En este aspecto coincide con la opinión de algunos profesores, que ya advertían falta de concreción en las preguntas. Pero Granda percibe también contradicciones: “plantea varias cuestiones en la misma pregunta que podrían contestarse por separado en sentidos contrarios”. Otra objeción a este modelo de evaluación es que “algunas preguntas forman parte de cuestiones grupales, en las que un buen profesor puede no participar sin desmerecer de su función docente”.

En definitiva, “no se sabe sobre qué se está evaluando al profesor de a pie, al plantearle preguntas muy genéricas, abiertas, sin que sea fácil tabular después las contestaciones, cuál es el sistema de puntuación y los efectos posteriores en el profesor evaluado”, añade Granda.

Cuando se pregunta a los expertos sobre la reacción negativa del profesorado a someterse a evaluación, Pedro Gómez afirma que “hay muchos profesores que están encontra de ser sometidos a una evaluación interna –y no digamos externa– porque no quieren ser valorados, bajo ningún concepto, por el equipo directivo”. Incluso algunos también son reacios a que los valore la propia Inspección, “puesto que consideran su trabajo en el aula como algo íntimo, personal, no observable”, añade este inspector.

Gómez indica que “el equipo directivo, por su implicación en el centro, no debería intervenir en la valoración de sus compañeros, ya que esta función, al no ser un cuerpo profesional, tiene a corto o medio plazo efectos adversos en el funcionamiento del centro”.

Opiniones

Estas son algunas de las opiniones recogidas en cuatro centros públicos de Secundaria, entre 12 profesores:

–Necesidad de evaluar
“Es muy necesaria la evaluación docente. Como siempre, los que se oponen a ella son, en general, los que no cumplen mínimamente con sus obligaciones y por eso están en contra de ser evaluados”.

–Sobre el cuestionario
“Sobre el modelo o forma de evaluación, el cuestionario [se les pasó previamente el modelo asturiano] parece excesivamente complejo en algunos aspectos. Es muy denso para que el profesor lo cubra correctamente. Debería hacerse previamente un trabajo burocrático de registro de datos que iría en detrimento del tiempo que el profesor tendría que dedicar a la atención del alumnado.

El cuestionario debería ser más concreto y establecer algunas preguntas con respuestas múltiples, porque si se cubre con responsabilidad tal como está, casi da pie a una memoria didáctica muy completa”.

–Sobre la formación
“Nos parece que hace poca incidencia en la formación del profesorado, cuando no es promovida por el propio profesor o por el centro educativo, y en el tiempo dedicado para que cada profesor se forme correctamente”.

–Evaluar en uso de las TIC
“Es conveniente que todos los centros tengan un especialista en nuevas tecnologías para el mantenimiento de equipos, para la formación y para aplicar estos medios en la docencia”.

–Sobre la entrevista
“Parece importante la entrevista personal, pero la acompañaríamos de una colectiva de cada departamento, de departamentos afines o de otros órganos educativos del centro”.

Lo que opinan los profesores de la Concertada

En tres centros concertados que ofertan enseñanzas de Infantil, Primaria y ESO, nueve profesores opinan sobre la evaluación:

–Información a la dirección
“Consideramos que sería de gran utilidad para los equipos directivos contar con toda la información que una evaluación de estas características supone, ya que daría buena cuenta del trabajo desarrollado por cada uno de los docentes, facilitaría la toma de decisiones, la modificación de ciertos hábitos y metodologías, el mantenimiento de una línea conjunta en el centro y el control sobre la labor docente del profesorado, haciendo que de algún modo se pasase a considerar la labor docente como cualquier otro trabajo que se puede desempeñar en una empresa y que precisa ser valorado y analizado por el empresario. Quizá de ese modo la calidad sería superior, lo mismo que el rendimiento”.

–Orientación
“Facilitaría el trabajo de los Departamentos de Orientación, al conocer el trabajo diario que desarrolla cada profesor en el aula para conseguir un mejor rendimiento del alumnado”.

–Difícil de aplicar
“Pensamos que a día de hoy no nos parece muy viable que un proceso de estas características se pueda llevar a cabo con efectividad, sobre todo en lo que se refiere a la respuesta que pueda haber por parte de un amplio sector del profesorado y por el hecho de que sean los directivos quienes formen parte del equipo de evaluación, porque podría generar una fuente de conflictos entre éstos y los docentes evaluados”.

–Documentación
“En cuanto a la presentación de la documentación, pensamos que resulta necesaria para poder evaluar, aunque no va a ser una medida popular, ya que constituye el reflejo vivo de lo que se hace dentro del aula. De proponer algo, pediríamos que se analizase qué personas serán las encargadas de hacer estas evaluaciones y si el resultado, siempre en el caso de que sea positivo, supone algún tipo de reconocimiento para el docente, porque ayudaría a eliminar la reacción en contra”.

Preguntas del cuestionario asturiano y objeciones de los profesores

–Pregunta: Ajustes que ha realizado en la programación y en las medidas de atención al alumnado en coherencia con los resultados obtenidos.
–Objeción: “Un profesor puede estar continuamente modificando la programación y no significa que eso se realice para mejorar las medidas de atención al alumnado”.

–Pregunta: Decisiones de los órganos de coordinación docente en las que ha participado, especialmente en lo referido a medidas de atención a la diversidad, mejora de la convivencia y absentismo.
–Objeción: “De los órganos que se señalan (especialmente), no son todos ellos precisamente los más representativos de la actividad docente. Nos parece más adecuado hablar de la relación existente entre el docente y el departamento de orientación, en qué medida se produce una colaboración y coordinación entre ellos.

–Pregunta: Medidas que ha adoptado para evitar el agravamiento de la situación ante conflictos o conductas disruptivas de los alumnos.
–Objeción: “Difícil de medir”.

–Pregunta: Gestiones que ha realizado para resolver las incidencias que se hayan producido en el centro o, en el caso de actividades extraescolares, fuera de él (accidentes, enfermedad súbita…).
–Objeción: “Superfluo”.

–Pregunta: Tecnologías de la Información y la Comunicación que ha usado en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje y frecuencia de empleo de cada una de ellas.
–Objeción: “Se pueden utilizar muchas TIC o pocas, pero eso no significa impartir la materia correctamente”.

–Pregunta: Metodología empleada para adaptar la enseñanza a los diferentes ritmos de aprendizaje del alumnado.
–Objeción: “Se supone que ya está en la memoria de la materia”.

–Pregunta: Estrategias y técnicas concretas que emplea para la evaluación del alumnado.
–Objeción: “Los criterios de evaluación y programación están en la materia. Parece necesario introducir también los instrumentos de evaluación: lecturas, trabajos, notas de clase,…”.

–Pregunta: Materiales elaborados y actividades del centro, proyectos de innovación o experimentación en los que participa.
–Objeción: “Ítem correcto, pero en relación con los demás”.

–Pregunta: Intervenciones y propuestas que han contribuido a la adopción colegiada de medidas dirigidas al logro de los objetivos propuestos (intervenciones en RED, CCP, Departamento, ciclo.)
–Objeción: “Hay profesores a los que les encanta intervenir en debates y no por eso aportan nada”.

–Pregunta: Programas, proyectos, o innovaciones, seminarios, grupos de trabajo de carácter educativo y/o en actividades de carácter general, complementarias o extraescolares, que haya promovido.
–Objeción: “Falta algo relacionado con la formación continua del profesorado”.

–Pregunta: Contactos con profesorado del centro, familias y agentes externos que haya promovido para resolver cuestiones relacionadas con el alumnado (malos resultados de los alumnos, absentismo reiterado, abandonos).
–Objeción: “Si se es tutor ya forma parte de su actividad habitual”.

–Pregunta: Flexibilidad para la atención a las familias y alumnos.
–Objeción: “Atención adecuada más que flexibilidad”.

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