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España baja al puesto 15 en desarrollo humano, que incluye la Educación

La Educación como estrategia para reducir la pobreza y las desigualdades
Paloma MoréMartes, 5 de enero de 2010
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Así de rotunda es la afirmación del Informe anual sobre De- sarrollo Humano 2009 que, desde 1990, publica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En esta edición el análisis se ha centrado en las migraciones, no sólo como factor de cambio y de mejora de las condiciones de vida, sino también como aspecto fundamental de la libertad humana.

El informe del PNUD es interesante también porque cada año publica una clasificación de los países del mundo ordenados según su Índice de Desarrollo Humano. Este indicador se basa en tres pilares: la esperanza de vida, la Educación y el nivel de vida digno, establecido según unos ingresos mínimos. Como puede verse no se centra sólo en los aspectos económicos sino que “sitúa a las personas en el centro del desarrollo”. Este año España ha pasado del puesto 13 al 15, quedando por detrás de países como Australia, Canadá, EEUU, Francia, Japón o los países nórdicos.

Educación para todos
Las conclusiones en cuanto a la situación mundial se repiten, así como cada año se reitera la llamada de atención hacia los objetivos no cumplidos en cuanto a desigualdad, hambre, pobreza, enfermedades, conflictos y malas condiciones de vida, también se remarca la importancia de la Educación como generadora de desarrollo.

Incluso la migración puede ser una estrategia que las familias pongan en práctica para asegurar el acceso a mejores condiciones educativas para sus hijos. El compromiso que la comunidad internacional adquirió en 2000 con los seis objetivos de la Educación para Todos (EPT) fue una muestra tangible de la importancia de la Educación para el desarrollo. Sin embargo, casi una década después las conclusiones del Informe de Seguimiento 2009 confirman que, si bien hay mejoras puntuales en algunos de los países más pobres del mundo, la mayoría de los objetivos no se cumplirán en 2015, fecha que se había fijado como límite.

Firmado quedó el propósito de “promover las oportunidades de un acceso equitativo e inclusivo a la Educación para todos los ciudadanos del mundo”. En la práctica, sin embargo, más papel mojado. A día de hoy, la Unesco recuerda a la comunidad internacional que es poco lo que se ha avanzado y que –nobleza obliga– hay que cumplir un compromiso que se vuelve, cada día que pasa, más urgente y lejano. En este sentido, se responsabiliza directamente a los gobiernos de no elaborar reformas políticas eficaces que consigan acabar con las disparidades de ingresos, sexo, pertenencia étnica o lugar de residencia. Una de las recomendaciones es que se integre la planificación de la Educación en las estrategias más generales de reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales.

Objetivos de la EPT
Desde la atención a la Educación Infantil y Primaria hasta la alfabetización de adultos, la EPT persigue exactamente lo que su nombre indica, que ninguna persona se quede sin poder desarrollar sus competencias por falta de acceso a un sistema educativo igualitario. Objetivos al mismo tiempo elementales y ambiciosos, se pretende que las necesidades de aprendizaje de los jóvenes y los adultos sean atendidas durante toda la vida y que la paridad y la igualdad de sexos sea una realidad.

En el informe de seguimiento se constata que el promedio de las tasas netas de escolarización en los países en desarrollo ha aumentado continuamente desde el Foro de Dakar en el que se establecieron los objetivos de la EPT.

En África subsahariana la tasa neta media de escolarización pasó del 54% al 70% entre 1999 y 2006 y en el Asia Meridional y Occidental del 75% al 86% en el mismo periodo. Sin embargo, en 2006 había en el mundo aún 75 millones de niños sin escolarizar, de los cuales más de la mitad eran niñas. Según la Unesco, si persisten las tendencias actuales, no se cumplirá la universalización de la enseñanza primaria en 2015 porque millones de niños y niñas seguirán excluidos de los sistemas educativos.

Además, en todos los países se constatan las desigualdades internas. Son los niños más pobres, los que viven en áreas rurales, barriadas miserables y los que pertenecen a grupos discriminados quienes tienen más dificultades para acceder a una Educación sistematizada y de buena calidad. Éste es un problema de fondo sobre el que la Unesco llama la atención a los gobiernos, entendiendo que las políticas de los poderes públicos pueden influir para cambiar esta situación tan desesperanzadora. Por ejemplo, la supresión de los derechos de escolaridad, la construcción de escuelas en zonas desfavorecidas o con servicios insuficientes, la contratación pública de maestros, etc., son algunas medidas que pueden impulsar la escolarización de los niños y niñas más pobres.

Del mismo modo, también deben reforzarse los vínculos entre la planificación de la Educación y la prestación de servicios médicos y sanitarios a la infancia, pues la malnutrición infantil y la atención deficiente de enfermedades merman las capacidades de aprendizaje de los más pequeños.

Por otra parte, la alfabetización de adultos ha progresado poco en los últimos años. Actualmente el 16% de la población adulta mundial (unos 776 millones de personas) no puede emplear las competencias básicas de lectura, escritura y cálculo en su vida cotidiana. Mientras no se mejoren las condiciones educativas de los jóvenes no habrá grandes cambios en cuanto a la alfabetización, sobre todo porque se contabilizan como adultos los mayores de 15 años. Hasta ahora prima el estancamiento y por ello se prevé que en 2015 ese 16% haya variado poco. También en este caso las desigualdades y la pobreza son factores claves a la hora de explicar quiénes son las personas que llegan a la edad adulta sin haber desarrollado esas competencias elementales.

En muchos lugares del mundo la discriminación que sufren las mujeres hace que estén más expuestas a ser relegadas del sistema educativo y por ello no es de extrañar que representen los dos tercios de losLa paridad y la igualdad de sexos están todavía lejos de cumplirse. Se dice pronto que sólo 59 de los 176 países evaluados han logrado en 2006 la paridad entre sexos en Primaria y Secundaria, lo difícil es darse cuenta de la magnitud de la exclusión que esto supone para millones de niñas en el mundo. El avance es lento, especialmente en el África subsahariana, Asia meridional y occidental y los Estados árabes.

Problemas para las chicas
La Unesco constata que “una vez que las niñas ingresan en la escuela sus progresos se suelen ver obstaculizados por las actitudes de los docentes y los prejuicios sexistas en los libros de texto, que contribuyen a consolidar los estereotipos negativos con respeto a las funciones de los hombres y las mujeres”. Si a esto se suman otros factores de tipo socioeconómico, como son el cuidado de hermanos pequeños, la ayuda en las tareas domésticas o los matrimonios precoces, vemos que las niñas siguen siendo las grandes perjudicadas de las sociedades basadas en la desigualdad de género. Sin embargo, en los países más ricos, en el Caribe y el Pacífico, se confirma la tendencia a una mayor matriculación de mujeres que de varones en la enseñanza superior.

No menos importante es que en el Foro de Dakar se considerara la calidad como un objetivo imprescindible para que la Educación repercuta positivamente en la vida de las personas. Todavía está pendiente de conseguir la convergencia en este sentido, pues en cuanto a medios materiales y a proporción de alumnos por maestro se dan también enormes disparidades entre países y regiones del mundo.

La falta de recursos esenciales como electricidad, pupitres, maestros o libros de texto, es un problema grave en las zonas rurales y marginadas de muchos países en desarrollo y esto repercute negativamente sobre las oportunidades de aprender de los alumnos.

Sucede a menudo que en un mismo país las regiones más pobres se encuentran desabastecidas de personal docente y medios materiales debido a que estos se concentran en las regiones más prosperas, generalmente urbanas. Por ello, entre las principales recomendaciones de la Unesco está la “creación de entornos de aprendizaje eficaces que comprendan infraestructuras adecuadas, docentes con buena formación profesional, planes de estudios pertinentes, objetivos claramente determinados y tiempo lectivo suficiente”.

Financiación educativa
La mayoría de los países pueden darse una palmadita en la espalda por haber aumentado el gasto en Educación en los últimos años. Lo paradójico es que la proporción de renta nacional que suponen estas partidas tiende a disminuir en la mayor parte del mundo.

En 2004 el gasto en Educación en América del Norte y Europa occidental representó el 55% del total mundial, sin embargo, estas dos regiones tan sólo concentran al 10% de la población con edades comprendidas entre los cinco y los 25 años. En el extremo opuesto, el Asia meridional, donde algunos de los países más poblados del mundo dedican alrededor de un 3% de su Producto Nacional Bruto (PNB) a la Educación; y el África subsahariana, donde la mitad de los países de los que se disponen datos se quedan por debajo del 4% de PNB.

Desde la Unesco se insiste en que se debe “hacer de la equidad un elemento central de las estrategias de financiación” para llegar así a las familias más desfavorecidas y marginadas.

Otro de los desafíos consiste en incrementar el número de maestros y mejorar su distribución para que lleguen a las zonas rurales más pobres y a las barriadas urbanas. Para ello se considera imprescindible una mejora de sus motivaciones, ya que en muchas ocasiones encuentran en condiciones de trabajo poco gratificantes y mal remuneradas.

En cuanto a la ayuda internacional, los compromisos se han estancado y se espera que sigan así como consecuencia de la crisis económica. En 2006 la cifra total destinada a ayudar a los países de ingresos bajos en materia de Educación básica ascendió a 3.800 millones de dólares, pero se estima que esta cifra debería triplicarse para poder financiar la consecución de algunos de los objetivos de la EPT en estos países.

Por ello, entre las recomendaciones principales del informe de seguimiento se encuentra la necesidad de incrementar la ayuda a la Educación básica, así como la ampliación del grupo de países donantes para garantizar que los progresos en esta materia tengan continuidad.

Sin embargo, el contexto de contracción económica y las dudas sobre la eficacia en la gestión de la ayuda suponen nuevos obstáculos para los objetivos en el año 2015.

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